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Claves De Filosofia Y Educacion


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2012  •  12.163 Palabras (49 Páginas)  •  549 Visitas

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LA POLÉMICA SOBRE LOS FINES DE LA EDUCACIÓN

John Stuart Mili al tomar posesión de su puesto como Rector de la Universidad de St. Andrews en 1867, afirmó que las Universidades no deberían ser lugares donde se impartiera una formación orientada a la preparación para el ejercicio de la profesión, «porque su finalidad no es preparar eficaces abogados, médicos o ingenieros, sino seres humanos cultos y capaces».

Según este planteamiento, las Universidades deben ser lugares donde se persigue el conocimiento, se perfecciona la inteligencia y se adquiere el bagaje cultural que «cada generación entrega intencionadamente a quienes van a ser sus sucesores, con el fin de cualificarlos para conservar —y, si es posible, aumentar y mejorar— el nivel de progreso que se ha obtenido»

La educación tiene que ver, por tanto, con la «mejora», y no con la uti¬lidad.

Lo que las personas deben llevarse de la Universidad no son tanto conocimientos profesionales, sino aquello que pueda dirigir el uso de estos conocimientos y brindarles la luz de la cultura general para iluminar los tecnicismos de unas finalidades específicas»

LOS CAMBIOS

Es innecesario repetir el elenco de cambios que están afectando a nues¬tra sociedad, e indirectamente a la Escuela. Pero conviene recordar algunos, porque proporcionan el contexto necesario para comprender en sus justos términos el debate Educación Liberal frente vs. Formación Vocacio¬nal o preparación para el ejercicio de la Profesión.

Muchos, especialmente quienes trabajan en los sectores de la industria y los negocios, repiten que los cambios econümieos-que-afeetan-rlos-nive--íes de calidad de vida y la distribución del empleo y el paro, no tienen pre¬cedentes. Estas cuestiones están obviamente relacionadas con el desarrollo-masivo de la electrónica y la tecnología, pero van más allá del cambio de patrón industrial (...). La consecuencia inmediata para el empleo es que un millón de trabajos no especializados han sido suprimidos del mundo eco-nómico en los últimos diez años, y se prevé otra próxima reducción a la misma escala. Además, se ha producido un aumento desproporcionado del empleo en las empresas del sector servicios, requiriendo tipos de habilida¬des y cualidades diferentes en el personal. (Por ejemplo, el Banco ya no responde a mis pomposas cartas reclamándoles errores a su favor con una igualmente pomposa contestación encabezada con un «Muy Sr. Mío»; sino que recibo una llamada telefónica en tono amistoso de la empleada —«le atiende Marilyn»— preguntándome si puede ayudarme en algo...).

El impacto que esto tiene en el sistema educativo es múltiple. En pri¬mer lugar, al menos esto es lo que se nos dice, hay muchas más personas a las que hay que educar. En segundo término, la educación debe proporcio¬narles habilidades y conocimientos que antes no habían sido tenidos en. cuenta—Informática. Economía, técnicas de comunicación, etc.—. Terce¬ro, las Escuelas y las Universidades tienen que formar un conjunto de acti¬tudes favorables en relación con el mundo del comercio y de la industria; porque con demasiada frecuencia, señalan autores como Weiner, la tradición de la Educación Liberal ha despreciado lo útil, lo práctico, el hacer6.

No es posible comprender muchos de los sucesos que ocurren hoy en día en las Escuelas y Universidades sin hacer referencia al impacto que esos cambios económicos ejercen sobre el modo de concebir los fines de la edu¬cación que tienen las personas que están en posiciones de poder e influen¬cia. Un ejemplo de ello es lo que se refleja en el discurso del entonces Pri¬mer Ministro Mr. Callagahn, en 1977. En él, al dar inicio al Gran Debate sobre la Educación resaltando la importancia que tenía «elevar el nivel», se refería particularmente a aquellos «niveles» que están relacionados con las ac¬tividades económicas. En consecuencia, se produjo un cambio de orienta¬ción en los intereses de las instancias políticas y administrativas respecto de los fines de la educación. Si volvemos la vista atrás hacia este periodo, una persona que ocupaba un alto cargo en las oficinas del Ministerio de Economía llegó a decir: «estamos convencidos de que la educación puede desempe¬ñar un papel mucho más importante en la mejora de la actividad industrial. El servicio es ineficaz, bastante improductivo, y no concentra los escasos recursos de que se dispone en las áreas que son más importantes. El clima y los imperativos económicos están claros: la tarea es ajustar la educación a ellos»7.

En consecuencia, se ha realizado un gran esfuerzo por introducir en los curicula de Escuelas y Universidades el desarrollo de habilidades y cono¬cimientos orientados al ejercicio de la profesión, y la recientemente descu¬bierta virtud que se conoce con el nombre de «espíritu emprendedor».

Los cambios, sin embargo, afectan a niveles más profundos que a los

meramente económicos. El número de jóvenes que continúan sus estudios después del periodo de enseñanza obligatoria ha aumentado considerable¬mente. En Inglaterra, por ejemplo, el porcentaje de chicos que siguen estu¬diando después de los 17 años ha ascendido del 40% al 70% en cinco años. Esto ha obligado a los profesores a replantearse los fines de la educación general para adecuarlos a quienes anteriormente no hubieran continuado escolarizados o accedido a la Universidad.

Por otra parte, la palabra «relevancia», despreciada por los filósofos de la Educación Liberal y que constituye, sin embargo, una noción central para quienes que se dedican a enseñar en lugar de a hablar acerca de la en¬señanza, se ha introducido con fuerza en el vocabulario específico de los fi¬nes de la educación.

Bajo la bandera de la «relevancia», especialmente de aquello que tie¬ne relevancia para el ejercicio profesional, se han explorado nuevos estilos de aprendizaje, que asumen diversos supuestos acerca de la finalidad de la educación y el valor de lo que se aprende. Se pone el énfasis en el apren¬dizaje en cooperación con otros, la resolución de problemas, el aprendiza-

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je significativo, etc. Los viejos criterios con los que se medían las actuaciones dan paso a otros diferentes, ya que las nuevas generaciones son educadas den¬tro de contextos sociales y económicos distintos y con vistas a fines diver¬sos. Sin duda, hay que estudiar filosóficamente todos estos cambios —que se presentan en demasiadas en ocasiones de manera estereotipada, emple¬ando una relación de clichés—. Es necesario preguntarse por los diferentes modos de conocimiento, la naturaleza del método de la

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