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Critias O De La Atlántida


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  1.932 Palabras (8 Páginas)  •  309 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Critias o de la Atlántida es un diálogo en el que Critias narra en extenso acerca de las antiguas razas de Atenas y de la Atlántida, las cuales después de las guerras surgidas entre ambas, fueron sumergidas y la inmensa isla de la Atlántida fue sepultada. En las regiones de la tierra se hallaban bajo el dominio directo de las distintas divinidades. En Atenas gobernaban a la vez Atenea y Hefesto, amantes de la filosofía y de las artes, que hicieron florecer una raza de hombres buenos y sabios, a quienes inspiraron el concepto de una ordenada constitución política. Todos los de aquel pueblo tanto hombres como mujeres, poseían por un igual en común, la capacidad de ejercer aquellas virtudes. La isla de la Atlántida se extendía desde más allá de las Columnas de Hércules y las razas que la habitaban procedían de la unión de Poseidón con una mortal Cleito, para defender la colina en que habitaba, el dios destruyó la isla, rodeándola de unos círculos alternos de tierra y mar. Para los hijos nacidos de su unión, el dios dividió todo el territorio en diez partes, reservando el poder supremo al primer hijo, rey de la isla central. Durante mucho tiempo cada rey había gobernado su propio estado, conservado lo establecido por Poseidón, pero fueron surgiendo reyes y pueblos sintiendo ansias de poder. Entonces Zeus, para castigarlos, decide convocar a los dio

DESARROLLO

Al observar un dibujo de una montaña, de un rio, un bosque, el cielo; todo lo que abarca, lo que se mueve a su alrededor, nos sentimos conformes al captar la idea de lo que es, pero al observar un dibujo o una pintura de una figura humana comenzamos a notar que los rasgos físicos dibujados no están bien hechos o no se distingue que es, etc. Nos convertimos en jueces y criticamos hasta el último detalle. Si hablamos de algo divino o celestial, se nos hace fácil entender solo lo que nos dicen, pero al hablar de cosas humanas examinamos cada una de las palabras. Es decir, cuando a los hombres se les habla de dioses es más fácil para ellos contentar a los dioses que cuando se les habla de ellos mismos. Todo esto tiene un por qué de las cosas y poco a poco lo iremos analizando.

Hace más de nueve mil años desde la guerra entre los pueblos de Atenas y Atlántida. Los dioses se habían repartido las regiones obteniendo de la justicia y la suerte lo que a cada uno le agradara, y poco a poco fueron cuidando, alimentando y educando a los hombres que eran como sus hijos. Atenea y Hefestos que eran hijos del mismo padre, recibieron un lugar en el que armonizar con su virtud y sabiduría e hicieron hombres de bien, con un gran amor al orden político. Pero carecieron de las cosas más necesarias para vivir, durante muchas generaciones se preocupaban por cubrir sus necesidades básicas y poder mantener a sus hijos.

Las diferentes clases de ciudadanos vivían separados, por un lado la agricultura y el campo. Y por el otro lado los guerreros separados desde el principio por hombres divinos vivían apartados.

Las lluvias que anualmente tenían, no se perdían sin utilidad, ya que corrían desde la tierra fértil, hasta el mar, se desparramaba entre valles, ríos, manantiales y todos los cursos que ellos tenían por donde podía pasar el agua. Eran poseedores de una tierra fértil y favorecida por abundantes aguas y un clima templado. Todos los ciudadanos vivían en comunidad.

Por otra parte a Poseidón le toco un poco más de suerte, ya que se le cedió la isla de la Atlántida, donde en gran parte se estableció con una mortal y los hijos que tuvieron. Cleito estaba sola porque sus padres habían muerto y Poseidón se enamoró de ella y se casaron. Él la llevó a vivir a lo más alto de una colina, alejada de todos por medio de dos anillos de agua y tres de tierra. Poseidón convirtió en un círculo el centro de la isla, haciendo inaccesible la isla. Siendo un dios se le hizo muy fácil adornar y embellecer la isla, haciendo crecer dos fuentes, una de agua caliente y otra de agua fría, logro que la tierra produjera frutos y alimentos variados y abundantes. De Cleito tuvo diez hijos por los cuales decidió dividir la isla en diez círculos o diez partes, dando al hijo mayor la morada de su madre y el territorio más rico y vasto del país. Durante varios años la isla permaneció muy honrada, durante el poderío muchos productos fueron importados y se produjo lo necesario para la vida cotidiana, empezando por los metales, alimentos y perfumes que embalsamaban procedentes de raíces, hierbas, frutos y flores. Aprovecharon todas sus riquezas del suelo, edificaron sus templos, palacios, puertos y puentes; poniendo así en comunicación la residencia real con el resto de la isla.

A partir del mar cavaron un canal para conseguir que las embarcaciones al volver de sus viajes pudieran entrar al puerto. La isla en el interior estaba revestida de bronce en toda su extensión, así como si fuera un barniz.

El palacio estaba rodeado de una muralla de oro, el templo consagrado a Cleito y Poseidón, al cual solo los sacerdotes tenían acceso. En ese lugar fue donde engendraron a los diez príncipes. Cada año las diez provincias del imperio acudían a las dos divinidades los frutos de la tierra. Todo su interior estaba revestido de plata excepto el almenado que era de oro. Las paredes, las columnas y el piso estaban hechos de marfil, se veían estatuas de oro, especialmente de Poseidón con su carro y sus caballos al lado y alrededor de él delfines y nereidas.

Alrededor de este templo se alzaban las estatuas

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