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Cuidadania E Identidad Global


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  5.147 Palabras (21 Páginas)  •  278 Visitas

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El proceso de mundialización ha provocado un nuevo resurgir de lo local en respuesta a lo global. En este sentido, surgen algunas dudas acerca del sentido de las reivindicaciones nacionalistas en una situación en donde los estados pierden atribuciones en manos de organismos supranacionales. Paralelamente se ha producido una globalización de los flujos migratorios, lo cual provoca la llegada a los países occidentales de grandes contingentes de otras sociedades y culturas. Cómo se articula la identidad nacional con esta nueva multiculturalidad es el objeto de esta comunicación y debe ser uno de los caballos de batalla del nacionalismo en los próximos años de cara a la aceptación de sus propias reivindicaciones.

Palabras clave:

· ciberdemocracia

· estado de bienestar

· globalización

· identidad

· sociedad del conocimiento

1. Introducción

En una sociedad que se mueve cada vez más a nivel planetario, las nacionalidades necesitan reafirmar su realidad y su poder, tanto político como económico, para de esta forma alcanzar cierta relevancia en el concierto mundial. La duda que se plantea en este sentido no es si se está produciendo un rebrote del nacionalismo como respuesta ante la globalización (hecho que parece indudable) sino si dichas reivindicaciones tienen algún sentido o si son necesarios en una situación en la que los estados tienen cada vez un menor control sobre sus propios procesos económicos y políticos.

Además, nos planteamos si existe exclusión entre los conceptos de ciudadanía y nacionalismo o si por el contrario existen alternativas en las que no sólo no se muestren contrarios sino que se integren y complementen correctamente. ¿Ha evolucionado lo suficiente la idea de nación desde su concepción más tradicional hasta el punto de poder convertirse en un movimiento más integrador que excluyente? A este respecto, es necesario tener presente en todo momento que la situación sociopolítica mundial provoca grandes movimientos de población que tienen como consecuencia la cohabitación de muy diferentes culturas en una misma sociedad y que es ahí precisamente donde radica una de las mayores fuentes potenciales de conflicto.

La globalización no sólo se ha producido de modo genérico y abstracto en el campo político y económico, sino que se ha dejado notar también en los movimientos migratorios, tal y como ya hemos mencionado. Tanto es así que los contingentes de individuos extranjeros han aumentado en número de manera considerable, dejando la duda en el aire: ¿se identificará ciudadanía con nacionalidad o se alcanzará por fin un concepto más extenso y universal que abarque también una definitiva multiculturalidad?

En este contexto los estados se encuentran en una situación en la que deben redefinirse para poder articular correctamente sus propias reivindicaciones como nación con las de las minorías que sólo podrán acceder a unos derechos de participación básicos a través de la ciudadanía.

En este sentido, las nociones clásicas de ciudadanía e identidad nacional (o nacionalismo) ya no resultan útiles en unas sociedades en las que cada vez más los grupos mayoritarios y minoritarios luchan por conseguir unos derechos individuales y grupales que se adapten a las necesidades de unos y otros. Ahora bien, es el estado quien debe garantizar el acceso pleno a unos derechos y unos servicios independientemente de la cultura de origen, permitiendo igualmente el mantenimiento de la misma sin menoscabo de la defensa de una identidad nacional que englobe a toda la ciudadanía.

2. Identidad colectiva y nacionalismo

A la par que la globalización se conforma como proceso dominante en la sociedad actual, se ha configurado la dinámica opuesta, la localización. No obstante, esta tendencia, más que contraria, corre pareja cada vez más a la globalización, como bien dice Beck citando a Roland Robertson (Beck, 1998: p.75). De igual forma, ambos conceptos no son mutuamente excluyentes, sino que lo local es un aspecto más (de hecho uno de los más importantes) de lo global. Así, existen numerosos elementos que pueden ser considerados globales y que son asumidos y utilizados por esos grupos que expresan su identidad propia como resistencia a la globalización. Es decir que la reafirmación de lo local (incluso si hablamos de nacionalismo) no está reñida con la asimilación casi como propios de algunos aspectos característicos de lo global. Y esto es así porque necesariamente lo local va a relacionarse y verse influido por lo global, pues, como dice Giddens, a través de la mundialización se "enlazan lugares lejanos, de tal manera que los acontecimientos locales están configurados por acontecimientos que ocurren a muchos kilómetros de distancia y viceversa" (Giddens, 1993: p.68).

En relación a esto, surge, como decíamos una fuerte identificación cultural por parte de numerosos colectivos que se van a articular en torno al nacionalismo fundamentalmente y que van a hablar de la propia identidad en tres aspectos diferentes: lo social, lo cultural y lo político. Aunque la reafirmación de la cultura no siempre va unida a unas pretensiones políticas mayores, lo usual es que se busque una identidad política relevante. De esta forma se dan situaciones como en la que está sucediendo actualmente en la Unión Europea en la que su pretendida unidad se produce "sólo" a nivel económico y político pero casi nunca identitario. La opinión pública ya no rechaza la idea de la Unión ya que separa los posibles beneficios de su propia identidad colectiva; ahora lo que se reclama es una mayor presencia de las naciones integradas en estados plurinacionales.

El nacionalismo sigue siendo para muchas personas un concepto extremadamente atractivo que le da la oportunidad de sentirse parte integrante de un colectivo con el que cree tener en común su procedencia, su cultura y su modo de vida, aunque en realidad normalmente esto no sea del todo exacto. El grupo en el que se integra, además, es lo suficientemente numeroso como para considerarlo relevante socialmente, pero al mismo tiempo lo suficientemente cercano como para sentir que se forma parte de él.

Hoy en día ya ha quedado obsoleta la idea de las naciones como elementos naturales y se acepta, por lo general, su construcción por sus propios integrantes. Así, de esta forma, estamos de acuerdo con Gellner cuando dice que las naciones no han existido de forma natural ni son anteriores al estado, pero no en que éstas sean "inventadas" como si no hubiese razón alguna para su existencia,

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