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Descartes


Enviado por   •  3 de Julio de 2012  •  6.790 Palabras (28 Páginas)  •  421 Visitas

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El Racionalismo. Descartes1

La filosofía de la desconfianza

Renato Descartes (1596-1650) fue notable no sólo como filósofo, sino también como hombre de

ciencia (no habría más que recordar algunos descubrimientos suyos: la geometría analítica, la ley de

refracción de la luz, su aproximación a la formulación de la ley de inercia, etc.).

Como filósofo, interesa ante todo caracterizar el "radicalismo" que singulariza su pensamiento. La

palabra "radicalismo" mienta "raíces", es decir, la tendencia que se orienta hacia las verdaderas y

profundas "raíces" de algo, hacia los fundamentos últimos. La filosofía cartesiana se ofrece ante todo

como el más tenaz y sostenido esfuerzo, en cualquier dominio de que se trate, por alcanzar el último

fondo, los principios postreros de las cosas.

En efecto, Descartes vive, con una intensidad desconocida antes de él, aun en pleno Renacimiento, el

hecho de la pluralidad y diversidad de los sistemas filosóficos, el hecho de que los filósofos no se han

puesto jamás de acuerdo, la circunstancia de que la filosofía, a pesar de haberse empeñado en ella los

más grandes espíritus de la humanidad, no ha conseguido solucionar ninguno de sus problemas:

ha sido cultivada por los más excelentes ingenios que han vivido desde hace siglos, y,

sin embargo, no hay nada en ella que no sea objeto de disputa y, por consiguiente,

dudoso.2

Y es esto lo que Descartes no puede soportar: lo dudoso, lo simplemente verosímil. El conocimiento, o

ha de ser absolutamente seguro, o ha de ser abandonado como teoréticamente insuficiente. Descartes

vive, con una lucidez y hondura que nadie había alcanzado antes de él, el "fracaso" de más de veinte

siglos de esfuerzos filosóficos; y se propone, con decisión e intrepidez también incomparables, dar

término definitivamente, de una vez por todas, a tal estado de cosas y fundar el saber sobre bases cuya

firmeza esté más allá de toda sospecha. Desde este punto de vista, entonces, en un primer momento, su

actitud puede describirse como la de una filosofía de la desconfianza, dada la posición que asume frente

a todo aquel esfuerzo secular de la filosofía que parece no haber conducido a nada, y por las

precauciones que tomará para evitar tales "fracasos". Porque hasta ahora la filosofía no ha hecho sino

fracasar —viene a decir el pensador francés—; por tanto es forzoso —no renovar los pensadores

antiguos, sobre la verdad de cuyos escritos hay tantas dudas como sobre la de los escolásticos, sino —

empezar totalmente de nuevo, como si antes nadie hubiese hecho filosofía. En este sentido puede

apreciarse cómo Descartes es un nuevo hombre —el primer hombre moderno (Ortega), el hombre que

"aparece inmediatamente después de los antiguos".3 Y como nuevo hombre que se dispone a filosofar,

tiene que comenzar a filosofar, vale decir, iniciar radicalmente el filosofar como si antes de él nadie

hubiera filosofado. Es esta actitud lo que confiere al pensamiento cartesiano su imperecedera grandeza.

Hegel dijo que Descartes es un héroe porque tomó las cosas por el comienzo.

La duda metódica

Ahora bien, esta actitud crítica frente al pasado no significa que Descartes haga tabla rasa de él y se

dedique simplemente al uso de sus facultades de conocimiento, que olvide toda la filosofía anterior y se

ponga simplemente a filosofar por cuenta propia. Por el contrario, ese pasado encierra al menos una

enseñanza, implícita en sus fracasos: la de que debemos cuidarnos de no caer en el error, la de que

debemos también ser críticos respecto de nosotros mismos, y no sólo del pasado. De este modo, el

radicalismo cartesiano se manifiesta ante todo —por lo que ahora interesa— como preocupación por

evitar el error. Mas ello no le lleva a la construcción de una mera teoría del error, como es el caso de

Bacon, por ejemplo, sino a algo mucho más fundamental, mucho más hondo: a la duda metódica.

La duda metódica no significa dudar simplemente, como mero ejercicio más o menos cómodo o

perezoso. Tampoco significa la destructiva, estéril duda del escéptico sistemático, parálisis de la

1 Extracto del capítulo VII del libro Principios de Filosofía, de Adolfo P. Carpio. Glauco, Buenos Aires, 1974.

2 Discurso del método I parte, AT VI, 8; en Discurso del método y Meditaciones metafísicas, trad. M. García Morente,

Buenos Aires, Espasa-Calpe, 5 1943 (que en lo sucesivo se citará GM), p. 33. (La sigla AT se refiere a las Oeuvres

completes de Descartes, editadas por Ch. Adam y P. Tannery, Paris, 1897 ss., indicándose a continuación el

volumen y la página. Las Obras escogidas de Descartes, selección y trad. de E. de Olaso y T. Zwanck, Buenos Aires,

Sudamericana, 1967, reproducen sobre el margen la paginación de AT).

3 O. Hamelin, El sistema de Descartes, trad. esp., Buenos Aires, Losada, 1949, p. 18.

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inteligencia (cf. Cap.

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