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EL DEBER SER DEL HOMBRE


Enviado por   •  24 de Agosto de 2011  •  4.543 Palabras (19 Páginas)  •  1.085 Visitas

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EL DEBER SER DEL HOMBRE

En una grosera aproximación, vamos a decir que la ética tiene que ver con la adopción de algún tipo particular de comportamiento, individual o colectivo.

Ante la ética, un agente (individual o colectivo) puede tener una actitud, permanente, transitoria o puntual:

a) Afirmativa, es decir, acepta a la ética.

b) Negativa. Ésta, a su vez, bajo dos modalidades:

1. Amoral, de a-moral, "a" partícula privativa y "moral", equivalente hasta una definición más precisa más adelante a "ético". El agente carece de moral o prescinde de la moral, es decir, no admite distinciones o juicios morales. Se lo percibe como carente de juicio o sensibilidad moral o despreocupado respecto a lo que es correcto o incorrecto.

2. Inmoral. El agente realiza actos contra la moral. Está opuesto a la moral o las buenas costumbres. Es contrario a la moral establecida. Posee una moralidad disoluta, es decir, carente de restricciones éticas; licencioso.

Es importante reconocer que en nombre de la ética, algunos individuos o colectivos del conjunto a) pueden realizar acciones o sustentar creencias perniciosas para ellos o sus congéneres. Un extraordinario ético, en pensamiento y conducta, como Aristóteles, por ejemplo, aceptaba la esclavitud.

Por otra parte, el amoral, no necesariamente actúa de un modo pernicioso para sí o sus congéneres: Solamente que no actúa de acuerdo a un patrón preestablecido. A menudo, tal comportamiento obedece a la falta de convicción del agente acerca de los principios que se invocan para cimentar una ética determinada.

No obstante, ningún ser humano, decente, amoral o inmoral, puede actuar del modo que se le ocurra frente a sí o sus congéneres. Existe una convención social llamada derecho o ley, que impide la trasgresión de ciertas prescripciones llamadas leyes. Es decir, si un inmoral trata de apoderarse de algo que no le pertenece se arriesga a ser detenido, juzgado y encarcelado como lo prescriben la ley. Nótese sin embargo una distinción muy sutil entre derecho y moral.

1. El derecho prohibe u ordena la ejecución de acciones concretas, específicas: "No pisar este cesped", "Prohibido girar a la izquierda". La ética, como veremos, sin desdeñar proscripciones o prescripciones específicas, desplaza su preocupación a principios más generales.

2. El derecho sanciona al que transgrede una norma; no está en el espíritu de la ética el castigo por la transgresión. No obstante, cierta moral basada en principios religiosos, plantea premios o castigos después de la vida.

3. Pero para que el castigo prospere, la trasgresión debe ser evidenciada, el trasgresor aprehendido, juzgado y encontrado culpable. Esta característica de la ley estimula a muchos a actuar contra ella ante la posibilidad de impunidad por falta de evidencias u otras causas. Este proceso legal no tiene equivalencia en la ética.

Existe vinculación entre el derecho y la ética. Esta última debe ser su fundamento. Una legislación no cimentada en principios éticos puede conducir a crímenes aberrantes. Los genocidios del Tercer Reich, por ejemplo, eran perfectamente legales bajo el gobierno de Adolf Hitler. Lo mismo sucedía en los juicios de la Inquisición: eran legales y los procesos de tortura y muerte perfectamente transparentes y fundamentados. Ciertas prácticas que atentarían contra las libertades de las mujeres en la mayoría de los países occidentales (lapidación por adulterio, por ejemplo), son perfectamente legales en algunos países no-occidentales.

La ética tiene que ver con el individuo y su forma de vida, pero fundamentalmente, con su manera de relacionarse con otro. Esto vincula a la ética con la política o, mejor aún, con la socio-política. Así lo vio Aristóteles, creador de la palabra "ética" y primer sistematizador de esa disciplina: La ética era parte de la vida de la polis.

No hemos hecho aún, una determinación del concepto de ética. La ética se propone determinar los fundamentos del comportamiento en cuanto como se debería actuar con arreglo a fines. Parece deducirse de lo anterior que trata de ciertos principios o valores generales que orientan la conducta de los humanos en sus acciones consigo mismo y con los demás. Quizá por alarma ante algunos excesos, contemporánea-mente se amplía el rango de "los demás" para que abarque a otras criaturas del mundo. Así surgen, por ejemplo, preocupaciones por la ecología, los animales, etc.

Uno de los problemas más espinosos que se presenta al que desea adoptar una ética determinada es la pregunta sobre sus principios: Qué los legitima. A menudo tal acción legitimadora reposa en una creencia religiosa o en una ideología política. Como históricamente, tanto una como otra han sido impuestas algunas veces por vía del poder, el pensamiento contemporáneo es cuidadoso respecto a proponer valores o principios universales. Hay una propuesta que tiene bastante aceptación general que es la ética dialógica, es decir, a modo de diálogo, propuesta por el filósofo alemán contemporáneo Jürgen Habermas (n. 1929). La ética dialógica consiste en hacer conocer nuestras creencia éticas y esperar que sean aceptadas.

Es frustrante, sin embargo, para quienes desean apoyarse en principios absolutos, esta relativización de la ética, equivalente a múltiples éticas. Entre otras determinaciones, más o menos elaboradas, suele considerarse como ético lo que los sentimientos del sujeto dicen que está bien (David Hume (1711 1776), por ejemplo), o la aceptación de estándares por parte de tales sujetos, o a su modo de vida. Correlativamente con ello, se han hecho algunas propuestas que combaten la racionalidad de los principios éticos. Existen, asimismo, desarrollos de las ciencias de la conducta (Jean Piaget, por ejemplo) que tratan de los comportamientos éticos. También están las propuestas de corte psicoanalítico inspiradas en el concepto de superego de Sigmund Freud (1856 1939). Estos estudios, algunos excelentes, destacan la génesis de las conductas morales o establecen la incidencia del medio en la conformación del carácter moral. También han estudiado las disonancias que pueden aparecer en el individuo ante la constatación de que ha cometido o comete una mala acción. Esto puede dar lugar a complejos de culpa, mecanismos de compensación, racionalización, etc.

Desde un punto de vista sociológico, se ha intentado caracterizar a la ética como un conjunto de mecanismos reguladores de la interrelación humana bajo el siguiente esquema:

Acción ==> Consecuencia ==>

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