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ETICA NICOMAQUEA


Enviado por   •  28 de Agosto de 2013  •  1.980 Palabras (8 Páginas)  •  488 Visitas

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Un hombre es injusto por el solo hecho de obrar injustamente, sin ser por ello totalmente malo, no es posible que se cometa injusticia consigo mismo.

A de más el acto injusto es voluntario y por elección y primero, pues no se estima que obre injustamente el que devuelve lo que ha sufrido y porque lo ha sufrido.

Son dos cosas malas recibir injusticia y cometer injusticia.

Recibir injusticia es tener menos, cometer injusticia es mas del termino medio por ejemplo la buena disposición en la gimnastica.

Cometer injusticia trae consigo la maldad es censurable, bien se trata de la maldad completa y absoluta o de la que se le aproxima.

Recibir injustica en cambio no llena consigo maldad ni injustica por parte de la victima.

Por metáfora y por semejanza puede decirse que lo justo existe, si no de uno para consigo mismo, si para ciertas partes de uno, aunque no lo justo entre el señor y el esclavo o entre el marido y la mujer.

Hemos dividido las virtudes del alma al decir que unas son del carácter y otras de la inteligencia. Hay dos partes del alma: la dota de razón y la irracional.

Existen dos partes dotadas de razón una con la cual contemplamos de entre las cosas aquellas cuyo principios no admiten ser de otra manera y la otra con la cual contemplamos las que lo admiten.

El alma dirige la acción y la verdad, a saber: la sensación, el entendimiento y la tendencia o apetito.

Ahora bien este especie de pensamiento y de verdad son de carácter practico., porque así como en el pensamiento teórico, que no es practico ni productivo, su estado bueno o malo son la verdad y la falsedad respectivamente.

El pensamiento por si mismo nada nueve, sino solo el pensamiento dirigido a un fin que es practico. Este es también el principio del pensamiento productivo, porque todo el que hace algo lo hace en vista de algún fin.

El acto moral, es un fin en si mismo, porque la buena acción es un fin y a este fin tiende el apetito.

La verdad es por tanto obrar de las dos partes intelectuales del alma, y los hábitos que mejor califican a cada una de ellas para alcanzar la verdad, serán para ambas sus virtudes. Toda enseñanza por su lado, parte de conocimientos previos.

En conclusión la ciencia es un hábito demostrativo, con todos los demás caracteres definitorios que le atribuimos en los Analíticos.

El hacer y el obrar son cosas diferentes y sobre ellas hemos expresado nuestra opinión en nuestros escritos en circulación.

El arte es de consiguiente según lo que queda dicho cierto habito productivo acompañado de razón verdadera. El propio del prudente parece ser el poder deliberar acertadamente sobre las cosas buenas y provechosas para él.

Así la prudencia es necesariamente de un hábito práctico verdadero, acompañado de razón con relación a los bienes humanos.

La sabiduría en las artes la atribuimos a los más consumados en cada arte. Así es claro que el más riguroso saber entre todos es la sabiduría.

Seria absurdo pensar que la ciencia política o la prudencia moral sean el conocimiento más valioso, puesto que el hombre no es lo más excelente de cuanto hay en el universo.

La prudencia al contrario, tiene por objetivo las cosas humanas y sobre las cuales puede deliberarse y por esto decimos que la obra más propia del prudente es deliberar bien.

La prudencia no es tampoco solo de lo universal, sino que debe conocer las circunstancias particulares porque se ordena a la acción y la acción se refiere a las cosas particulares.

Busca la gente su propio bien, pensando que es esto lo que deben hacerse, y de esta opinión ha procedido que se tenga por prudentes a quienes sólo persiguen su propio interés.

Que la prudencia no es la ciencia, es patente. La prudencia es de lo último como queda dicho pues el obrar se refiere al o último.

La prudencia se opone también a la intuición, la intuición es de los limites de los cuales ya no puede darse razón mientras que la prudencia es de lo ultimo de lo cual no hay ciencia sino percepción sensible.

Preciso es también comprender la naturaleza del buen consejo, a saber, si es alguna ciencia u opinión o una conjetura feliz o alguna cosa de otro genero,

El buen consejo no es tampoco ninguna opinión. Pero puesto que el que delibera mal se equivoca, mientras que el que delibera bien procede correctamente, es claro que el buen consejo es una especie de rectitud, sólo que no una rectitud de la ciencia ni de la opinión.

Si por lo tanto el deliberar bien es propio de los prudentes el buen consejo será en conclusión la rectitud del pensar con respecto a lo que es conveniente para cierto fin cuya aprehensión verdadera es la prudencia.

L a comprensión no consiste tampoco en poseer o alcanzar la prudencia. Pero así como al aprender se le llama comprender cuando podemos ya servirnos de la ciencia de la misma manera la comprensión se aplica al ejercicio de la opinión al apreciar aquellas cosas a que se refiere la prudencia.

La sabiduría no contempla cosa alguna de las que hacen feliz al hombre, dado que no concierne al orden del devenir. La prudencia si que tiene este mérito, digamos en primer lugar que la prudencia y la sabiduría son necesariamente apetecibles por si mismas, siendo como son virtudes de la dos partes del alma racional.

La obra del hombre se consume adecuadamente solo en conformidad con la prudencia y la virtud moral. Esta es la razón por la cual afirmamos algunos que todas las virtudes son especies de la prudencia.

Por otra parte si el hombre continente se muestra tal precisamente por tener deseos fuertes y malos resulta que el prudente no podrá ser continente ni el continente prudente. Como efecto hacer a uno mantenerse en cualquier opinión será mala

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