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Enfermera


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  1.040 Palabras (5 Páginas)  •  400 Visitas

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El personaje de la enfermera jefe tiene muchos aspectos interesantes desde el punto de vista psicopatológico. A través de la simple observación es posible determinar que está alerta, establece contacto visual con sus interlocutores, no tiene alteraciones de la psicomotricidad ni presencia de movimientos anormales. Desde esta simple mirada también se pueden apreciar 2 elementos que van a ser fundamentales en la aproximación al análisis de su personalidad: su apariencia general y su afecto. En cuanto a la primera, el espectador puede identificar de inmediato que la señorita Ratched es una enfermera pulcra, organizada e impecable: su uniforme blanco siempre bien puesto, su peinado perfecto, el traje negro que utiliza al finalizar la jornada laboral; todo su físico da la apariencia de que es una mujer extremadamente recta. En lo que respecta al afecto, es absolutamente plana, tanto que su aparente invulnerabilidad a las situaciones y a los estados de los demás la hace blanco de un desprecio casi atávico porque uno como espectador no logra asimilar cómo esta mujer no se conmueve con nada (ni con lo más excitante ni con lo más deprimente). Sus gestos son invariablemente los mismos, y podría decirse que es hipomímica, lo que hace parte del afecto plano. Pero dentro de esta constancia gestual hay varias cosas que impactan: sus ojos parsimoniosos pero seguros; su mirada inquisidora ante una “imprudencia de McMurphy”; la mordacidad de sus ojos durante las terapias, que trasmite la sensación de que antes del primer pestañeo ya ha corroído hasta el último átomo de humanidad del otro; y en medio de todo esto, una extraña luz dulce que irradian sus pupilas, y que si solo nos fijáramos en ella no seria descabellado afirmar que una luz así únicamente puede provenir de una mujer buena.

Su lenguaje es claro y fluido; sus palabras parecen estar medidas a la perfección tanto en producción como en tono, pues la señorita Ratched sólo expresa lo necesario con la tonalidad de una voz firme pero extraordinariamente fina, lo que reafirma, a mi modo de ver, el inmenso poder que tiene sobre los demás, pues no necesita gritar ni hablar demasiado para hacerse sentir, para controlar el funcionamiento del hospital y el curso de la vida de los pacientes. Sorprende su inalterable “buena educación”, sus “buenos modales”, siempre refiriéndose a los otros como “señor” (“señor McMurphy”, “señor Harding”); aun en las situaciones más extremas, donde hubiese sido esperable verla despojarse de su rígida cordialidad, la señorita Ratched permaneció insoportablemente bien puesta. No presenta alteraciones en la orientación, memoria ni atención. Y a través de los diálogos que se establecen en la película, nuevamente es posible identificar el aplanamiento afectivo del que hablé anteriormente pero con un componente adicional, y es que su hermetismo a los problemas del otro deja la sensación de una especie de regocijo frente a la situación de “inferioridad” de los pacientes, lo que la hace más repugnante. Esto es visible durante una de las terapias, cuando McMurphy propone ver por televisión el mundial y al hacer una votación el protagonista pierde; en este momento Ratched permanece imperturbable, es decir ni se alegra con su triunfo ni se burla de la derrota de McMurphy,

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