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Etica Adolfo Vazquez Sanchez Capitulo 1


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  3.717 Palabras (15 Páginas)  •  901 Visitas

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OBJETO DE LA ETICA

1.- Problemas morales y problemas éticos.

En las relaciones cotidianas de unos individuos con otros surgen constantemente problemas como estos: ¿Debo cumplir la promesa x que hice ayer a mi amigo Y, a pesar de que hoy me doy cuenta de que su cumplimiento me producirá ciertos perjui¬cios? Si alguien se acerca a mí sospechosamente en la noche y temo que pueda atacarme, ¿debo disparar sobre él, aprovechando que nadie puede observarme, para evitar el riesgo de ser atacado? Con referencia a los actos criminales cometidos por los nazis en la segunda guerra mundial, ¿los soldados que, cumpliendo órde¬nes militares, los llevaron a cabo, pueden ser condenados mo¬ralmente? ¿Debo decir la verdad siempre, o hay ocasiones en que debo mentir? Quien en una guerra de invasión sabe que su amigo Z está colaborando con el enemigo, ¿debe callar, movido por su amistad, o debe denunciarlo como traidor? ¿Podemos con¬siderar que es bueno el hombre que se muestra caritativo con el mendigo que toca a su puerta, y que durante el día —como pa¬trón— explota implacablemente a los obreros y empleados de su empresa? Si un individuo trata de hacer el bien, y las conse¬cuencias de sus actos son negativas para aquellos a los que se proponía favorecer, ya que les causa más daño que beneficio, ¿debemos considerar que ha obrado correctamente, desde un punto de vista moral, cualesquiera que hayan sido los resultados de su acción?

En todos estos casos se trata de problemas prácticos, es decir, problemas que se plantean en las relaciones efectivas, reales de unos individuos con otros, o al juzgar ciertas decisiones y accio¬nes de ellos. Se trata, a su vez, de problemas cuya solución no sólo afecta al sujeto que se los plantea, sino también a otra u otras personas que sufrirán las consecuencias de su decisión y de su acción.

En situaciones como las que, por vía de ejemplo, acabamos de enumerar, los individuos se enfrentan a la necesidad de ajustar su conducta a normas que se tienen por más adecuadas o dignas de ser cumplidas. Esas normas son aceptadas íntimamente y re¬conocidas como obligatorias; de acuerdo con ellas, los individuos comprenden que tienen el deber de actuar en una u otra direc¬ción. En estos casos decimos que el hombre se comporta moral¬mente, y en este comportamiento suyo se pone de manifiesto una serie de rasgos característicos que lo distinguen de otras formas de conducta humana.

Acerca de este comportamiento, que es el fruto de una decisión reflexiva, y por tanto no puramente es¬pontáneo o natural, los demás juzgan, conforme también a nor¬mas establecidas, y formulan juicios.

Así, pues, tenemos por un lado actos o modos de comportar¬se los hombres ante ciertos problemas que llamamos morales, y, por el otro, juicios con los que dichos actos son aprobados o desaprobados moralmente. Pero, a su vez, tanto los actos como los juicios morales presuponen ciertas normas que señalan lo que se debe hacer.

Nos encontramos, pues, en la vida real con problemas prác¬ticos del tipo de los enumerados a los que nadie puede sustraer¬se. Y, para resolverlos, los individuos recurren a normas, reali¬zan determinados actos, formulan juicios, y en ocasiones, emplean determinados argumentos o razones para justificar la decisión adoptada, o el paso dado.

Todo esto forma parte de un tipo de conducta efectiva, tanto de los individuos como de los grupos sociales, y tanto de hoy como de ayer. En efecto, el comportamiento humano práctico- moral, aunque sujeto a cambio de un tiempo a otro y de una a otra sociedad, se remonta a los orígenes mismos del hombre como ser social.

A este comportamiento práctico-moral que se da ya en las formas más primitivas de comunidad, sucede posteriormente —muchos milenios después- la reflexión sobre él. Los hombres no sólo actúan moralmente (es decir, se enfrentan a ciertos pro¬blemas en sus relaciones mutuas, toman decisiones y realizan ciertos actos para resolverlos, y a la vez juzgan o valoran de un modo u otro esas decisiones y esos actos), sino que también re¬flexionan sobre ese comportamiento práctico, y lo hacen objeto de su reflexión o de su pensamiento.

Se pasa así del plano de la práctica moral al de la teoría moral; o también, de la moral efec¬tiva, vivida, a la moral reflexiva. Cuando se da este paso, que coincide con los albores del pensamiento filosófico, estamos ya propiamente en la esfera de los problemas teórico-morales, o éticos.

A diferencia de los problemas práctico-morales, los éticos se caracterizan por su generalidad. Si al individuo concreto se le plantea en la vida real una situación dada, el problema de cómo actuar de manera que su acción pueda ser buena, o sea, valiosa moralmente, tendrá que resolverlo por sí mismo con ayuda de una norma que él reconoce y acepta íntimamente. Será inútil que recurra a la ética con la esperanza de encontrar en ella lo que debe hacer en cada situación concreta.

La ética podrá de¬cirle, en general, lo que es una conducta sujeta a normas, o en qué consiste aquello —-lo bueno— que persigue la conducta mo¬ral, dentro de la cual entra la de un individuo concreto, o la de todos.

Definir qué es lo bueno no es un problema moral que corresponda resol¬ver a un individuo con respecto a cada caso particular, sino un problema general de carácter teórico que toca resolver al inves¬tigador de la moral, es decir, al ético.

El problema práctico que el individuo tiene que resolver en su vida cotidiana, y el teórico que el inves¬tigador ha de resolver sobre la base del material que le brinda la conducta moral efectiva de los hombres, no pueden identificarse. Muchas teorías éticas han girado en torno a la definición de lo bueno, pensando que si sabemos determinar lo que es, podremos entonces saber lo que debe hacerse o no.

Las respuestas acerca de qué sea lo bueno varían, por supuesto, de una teoría a otra: para unos, lo bueno es la felicidad o el placer; para otros, lo útil, el poder, la autoproducción del ser humano, etcétera.

Pero, junto a este problema central, se plantean también otros problemas éticos fundamentales, como son los de definir la esencia o rasgos esenciales del comportamiento moral, a dife¬rencia de otras formas de conducta humana, como la religión, la política, el derecho, la actividad científica, el arte, el trato so¬cial, etcétera.

El problema de la esencia del acto moral remite a otro problema importantísimo: el de la responsabilidad.

El problema de la libertad de la voluntad es, por ello, inseparable del de la responsabilidad. De¬cidir y obrar en una situación concreta es un problema práctico- moral; pero

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