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Hombre Como Varon Y Mujer


Enviado por   •  21 de Junio de 2015  •  14.321 Palabras (58 Páginas)  •  215 Visitas

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El hombre, como varón y mujer

En los escritores cristianos de los tres primeros siglos.

Se dice que Catón, después de aseverar que el esposo puede echar de casa a su mujer “si bebe vino”, concluyó: “Si sorprendieras a tu mujer en adulterio, puedes matarla impunemente sin formarle juicio; pero si ella te sorprendiera a ti en cualquier infidelidad conyugal, ella no osará, ni tiene derecho, a mover ni un dedo contra ti

Deberíamos explicar numerosos aspectos que se contienen en estas líneas para poder comprender mejor las cosas. Sin embargo, lo que nos interesa es destacar que la desigualdad es una de las constantes en el mundo antiguo -y no solo-. No es lo mismo ser varón que mujer.

Pero era una más entre las innumerables desigualdades a las que se veían sometidos desde su nacimiento. Un romano nunca se preguntó seriamente por qué él debía hacer un servicio militar de dos décadas y no su mujer, y viceversa. Lo mismo sucedió entre semitas y griegos. Y, sin embargo, no era lo mismo lo que la vida real imponía, que lo que algunos elucubraban o legislaban.

Es en el mundo de la “inteligencia” donde la mujer salió peor parada, ya que en la vida ordinaria tuvo, por lo general, una mayor estima, libertad y posibilidades que las que le otorgaron filósofos y leguleyos.

En estas breves y apretadas líneas, vamos a dar un breve repaso a la consideración del ser humano, en cuanto varón y mujer por parte de los escritores cristianos de los tres primeros siglos, hasta el año 313 aproximadamente.

Después, trataremos de la incorporación al pueblo de Dios, con tres momentos bien definidos: antes de Abraham, la circuncisión con Abraham y la circuncisión espiritual. Esto último hará que profundicemos en el bautismo, la “circuncisión espiritual”, que tendrá una gran importancia, al incorporar sin distinción alguna a varones y mujeres.

Por último, destacaremos algunos aspectos de la vida cristiana, centrándonos en siete elementos de igualdad: la filiación divina como punto de partida; Cristo debe modelar las almas de los cristianos; éstos son libres y responsables de sus actos; todos deben procurar la santidad; deben llevar una vida de piedad y buenas obras; todos han de vivir las virtudes y, finalmente, varones y mujeres, tienen un comportamiento semejante ante el martirio.

El considerar estos elementos, nos dará una visión enriquecedora de lo que supuso, en algunos ámbitos, el Cristianismo, aunque no particularicemos en los detalles concretos. No debemos olvidar que, tanto las mentalidades como los usos y costumbres, no se pueden cambiar de la noche a la mañana.

Que la legislación es algo importante sobre lo que se pudo influir, pero que, en el tiempo que consideramos, era absolutamente impensable una participación seria y decidida de los cristianos para cambiar la sociedad desde la política. Lo comenzó a ser a partir del año 313, con una serie de condicionantes muy serios.

La mujer casada con un pagano, debía sortear toda clase de ocasiones para no participar en los cultos idolátricos, de las supersticiones del romano medio o de la simple vida desordenada, que tanto el hombre de la calle como el filósofo circunspecto, llevaron.

Aunque incidamos en algunos aspectos sobre la igualdad del varón y la mujer, no hay que perder de vista que, en las funciones concretas, se da la desigualdad, y se admite. No es lo mismo un plano ontológico que uno existencial. Se puede defender una igualdad radical en uno y una desigualdad en el otro.

Y, de otra parte, es preciso discernir cuando se mencionen cosas semejantes en autores teóricamente muy alejados entre sí, cuáles son las razones y causas profundas. Así, en la dignidad del hombre. No es lo mismo defender la dignidad del hombre porque así lo establece la O.N.U., que por ser hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza.

Dignidad del hombre.

Dios hizo todo de la nada, “y no teniendo necesidad ninguna y existiendo antes de todas las cosas, quiso hacer al hombre, por quien fuera conocido. Para el hombre, por ende, preparó el mundo”

Un poco más adelante, Teófilo de Antioquía explica no la finalidad de la creación del hombre, sino el modo: “En cuanto a la creación del hombre, no hay palabra humana que pueda expresar su grandeza, aun siendo tan breve la divina Escritura en su narración. Porque el hecho de que diga Dios: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra, da ante todo a entender la dignidad del hombre.

Porque, habiendo Dios hecho el universo por su palabra, todo lo consideró como cosa accesoria, y sólo la creación del hombre la tuvo por obra eterna digna de sus manos. Además, se presenta Dios como si necesitara ayuda al decir: Hagamos al hombre a imagen y semejanza; pero a nadie dice esa palabra “hagamos”, sino a su propio Verbo y su Sabiduría”

Muchas ideas se agolpan en esos textos tan apretados. La primera de ellas es la inmensidad de Dios y la limitación del hombre, y cómo el hecho de su creación es algo no necesario. En segundo lugar, creó al hombre “por quien fuera conocido”, para que participara de algún modo de su ser. Conocer a Dios, tratarle, es lo que hacían Adán y Eva en el Paraíso. Era hacer oración. En tercer lugar, el mundo ha sido creado para el hombre.

La idea de que el hombre es el centro de todo lo creado no es nueva. Tiene una amplia tradición bíblica que la recoge y exalta, ya desde el libro del génesis: “Dijo Dios: -Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza. Que domine sobre los peces del mar, las aves del cielo, los ganados, sobre todos los animales salvajes y todos los reptiles que se mueven por la tierra” Señala, de manera evidente, la superioridad del hombre sobre todo lo creado.

El hombre es la única criatura que puede conocer a Dios -a excepción de los ángeles-, así como la única que puede amarle. Le ama porque el amor es un acto de la voluntad, y es libre de hacerlo o no hacerlo. En esto se diferencia no sólo de todos los seres corporales, sino también de los ángeles.

El Bautismo.

Ya lo había señalado agudamente san Justino: “Además, el hecho de que el sexo femenino no pueda recibir la circuncisión de la carne, prueba que fue dada esa circuncisión por señal y no como obra de justificación. Porque en cuanto a la justicia y virtud de toda especie, Dios quiso que las mujeres tuvieran la misma capacidad que los hombres”

En la Economía de la gracia, que comienza con Jesucristo, se borran una serie de barreras que, en el Mundo Antiguo, parecían inamovibles. Por el bautismo nos hacemos hijos de Dios, no contando más otras cosas. Mayor título no puede existir

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