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La Idea De Religion Desde El Materialismo Filosofico.


Enviado por   •  18 de Marzo de 2014  •  1.956 Palabras (8 Páginas)  •  142 Visitas

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Pero ¿qué es religión? La mayor parte de las personas dirán que la pregunta tiene una respuesta inmediata: lo que todo el mundo sabe. Está claro que preguntar por la definición de algo es meter al interlocutor en un berenjenal. No hay tantos problemas si preguntamos por conceptos claros y distintos como los de la geometría. ¿Qué es un triángulo rectángulo? Es cosa sabida: polígono de tres lados con un ángulo recto. Pero las ideas no se dejan atrapar tan fácilmente al estar formadas por conceptos que se entretejen de modo no siempre claro, con zonas de rozamiento, con incompatibilidades. Las ideas suponen una totalización trascendental (totalización en tanto que sus partes atributivas,{1} los conceptos, quedan atrapados en ellas; trascendental{2} puesto que la idea trasciende, desborda cada uno de los conceptos particulares que la forman). La alternativa a la filosofía es aquí certeza psicológica o impresión subjetiva de una certeza imposible («más vale sentir la compunción que saber definirla», decía Tomás de Kempis). No podremos abordar directamente la cuestión de la religión sin dejar meridianamente claras las coordenadas gnoseológicas por las que nos movemos. Principalmente porque estas coordenadas son criterios para la crítica (discernimiento, clasificación) de las diferentes alternativas existentes, y, muchas veces, incompatibles entre sí, a la hora de «conceptualizar» la religión.{3} Por de pronto habrá que calificar de ilusos a quienes pretendan «atenerse a los hechos», cuando la propia selección o criba (al decidir cuáles son «hechos religiosos» y cuáles no) exige un criterio de demarcación previo que no es sino la misma Idea de religión de la que se parte. Por poner un ejemplo bien gráfico: las procesiones de Semana Santa de su ciudad son, para un católico sevillano, un «hecho» o fenómeno «religioso» pero para un iconoclasta protestante o musulmán serán unas ceremonias supersticiosas.

Esta figura (dialelo gnoseológico) ha de tenerse siempre en cuenta: calificar un hecho como «religioso» implica la posesión de una Idea o concepto de Religión que no podría remitirnos, a su vez, a otros hechos que implicarían, otra vez, la posesión de la Idea y así sucesivamente (el criterio del criterio). Para no caer en esta paradoja asumimos el dialelo como necesario y su corolario: la verdad de una teoría filosófica{4} sobre la religión no la pondremos en su adecuación con unos hechos que ya han sido clasificados, pidiendo el principio, como «religiosos», sino en la solidez del entramado filosófico, cifrada en su capacidad para dar cuenta de las diferentes categorizaciones o definiciones previas, partiendo de ellas –in medias res–, por un lado, y en la claridad y pertinencia de sus criterios propios a la hora de reorganizar la materia, el cuerpo mismo, de las religiones, pero también su desenvolvimiento histórico (curso) como despliegue y rectificación de un núcleo esencial, por otro. Estos son, a nuestro juicio, los dos ejes sobre los que se vertebra la Filosofía materialista de la religión desarrollada por Gustavo Bueno en El animal divino. Su importancia y alcance no habrá que medirlo por la falsabilidad o verificabilidad de las tesis que contiene sino, antes bien, en su comparación con otras teorías que, sin perder nunca de vista el aspecto gnoseológico, miden críticamente estas tesis al tiempo que ellas mismas también quedan «medidas», clasificadas desde esta teoría materialista (gnoseológica y ontológica). Por decirlo de otra manera: la Filosofía de la Religión no pretende enfrentarse a unos hechos como si estos estuvieran dados de antemano de forma objetiva sino que –considerando que esos hechos no pueden sino haberse diferenciado, en virtud de algún criterio previo, de otros hechos no religiosos (físicos o bióticos, por ejemplo)– debe constituirse como Teoría (filosófica) de las teorías (categoriales: psicológicas, sociológicas) disponibles sobre la Idea de religión. Si la doctrina zoológica o zoogenética desarrollada en El animal divino por Gustavo Bueno nos parece la más sólida de las disponibles no es por la cantidad de fenómenos que pueden verificarla o falsarla sino por su despliegue en armonía con los fundamentos gnoseológicos y ontológicos que la sostienen y que, dados por verdaderos (y la discusión de esto es otra discusión que, por motivos más que obvios, no podemos reproducir) dichos fundamentos nos vemos impelidos (como los cuerpos en la ley de inercia) a colegir, con Gustavo Bueno, en que, mientras otras no especifiquen los suyos, esta es la única doctrina capaz de reorganizar de modo convincente el «material religioso»:

«El interés de este ensayo va dirigido, antes que a ofrecer una doctrina materialista de la religión, a explorar las condiciones en las cuales fuera posible hablar de una filosofía materialista de la religión... Con esto, tampoco queremos negar la posibilidad de que alguien, con certera intuición, pueda llegar al centro mismo de la naturaleza de los fenómenos religiosos, si es que tal centro existe. Simplemente queremos decir que esa intuición (que nos pondría delante de una filosofía verdadera de la religión) sólo habría de interesarnos en cuanto que es un material más, que ha de ser sometido (incluso para ser consciente de su auténtica significación) al análisis de las condiciones exigibles a una verdadera filosofía.»{5}

1. La Filosofía de la Religión está subordinada a la Antropología Filosófica

Es claro que la Religión es cosa de humanos: Dios no es religioso. Las operaciones humanas (ceremonias) pueden clasificarse según las coordenadas del Espacio Antropológico. Por «espacio antropológico» entendemos no sólo una construcción racional capaz de reorganizar los fenómenos de la experiencia social, política, cultural... de los seres humanos, sino el orden mismo implícito de esos fenómenos: si podemos reorganizar la materia (las acciones, operaciones, ceremonias, humanas) es por referencia a otras organizaciones previas que consideramos insuficientes o deficientes. En concreto: el espacio antropológico ejercitado en la concepción animista de Tylor consta de dos ejes: el que representa las ceremonias constitutivamente{6}

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