ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

MAQUIAVELO Y LA MODERNIDAD


Enviado por   •  29 de Marzo de 2015  •  2.524 Palabras (11 Páginas)  •  487 Visitas

Página 1 de 11

MAQUIAVELO PARA LA MODERNIDAD

La idea de modernidad está bastante enriquecida por un inmenso número de distintos autores, pero en lo pertinente al presente ensayo, tomaré la modernidad como un lugar común de la superación progresiva de la tradición, donde lo nuevo será mejor que lo anterior, que ha alcanzado ya su pico. Inicialmente para separarse de la antigüedad, la modernidad tiene como problema buscar un nuevo criterio de orientación, que efectivamente radica en la liberación de la razón, es esto lo que simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Dicha liberación se plasma en la separación del poder político y el poder de la iglesia, que va a brindar posibilidades de reflexión en las que la propia existencia se define a través de la razón. El inicio de esta nueva orientación es manifiesto en el Renacimiento, fruto de la difusión de las ideas del humanismo, cuya estrecha relación me induce a mencionar la acción de los mecenas, -y teniendo en cuenta que entre los mecenas más destacados sobresalen: la familia de los Médici de Florencia, Lorenzo de Médicis, llamado el Magnífico y su hermano Juliano de Médicis, los pontífices romanos Julio II y León X, Cristina de Suecia; es de gran trascendencia señalar al autor renacentista Nicolás Maquiavelo, quien dedica su obra “El Príncipe” al Magnifico Lorenzo de Médicis, como precursor en bruto de la teoría política moderna. Esta obra de Maquiavelo presenta una ruptura paradigmática respecto de la antigüedad y más exactamente se distingue de la política aristotélica en tres aspectos fundamentales: el realismo político, la reinterpretación de la virtud y la autonomía de la política. Inicialmente abordaré la distinción entre el deber ser y el ser en Aristóteles y Maquiavelo; seguido a esto trataré de complejizar el concepto de virtud para ambos autores y la manera en que Maquiavelo la reinterpreta; y como argumento final presentare lo respectivo la separación de la política de la moral y la religión.

En cuanto al primer elemento de ruptura, para Aristóteles es manifiesto un afán expositivo en dejar por sentado que la Polis como comunidad suprema, tiene un fin supremo, algo que debe ser su razón de existencia, ese objetivo hacia el que debe encaminarse cualquier acto dentro de ella y de ella misma. Dicho fin supremo es la felicidad. Pero no habla de la felicidad como lograda en vida, ni que el sentido de todo termina cuando se consigue. De hecho hace referencia a una búsqueda permanente por una vida feliz y buena como una actividad permanente en la existencia dentro de la Polis –como en ergon- ; como una obra acompañada de un plan para un tipo de vida, que es la vida buena. Aristóteles define la ciudad de la siguiente manera en función de la felicidad:

“… El fin de la ciudad, es, pues, el vivir bien… Una ciudad es la comunidad de familias y aldeas para una vida perfecta y autosuficiente, y esta es, según decimos, la vida feliz y buena.”

Entonces está hablando de una comunidad que no solo existe para la convivencia, sino que existe con el fin de las buenas acciones; esa vida perfecta que solo se da en función de la virtuosidad, que encamina a la razón para la vida feliz y buena, solo se logra en la Polis que es la que provee las condiciones necesarias para su consecución y que es a la vez el nivel más alto de autosuficiencia . De esta forma es que Aristóteles aborda el concepto de Polis desde un deber ser, en el sentido que indica el camino que deben seguir sus miembros, el soberano y ella misma para su realización. Equivale a un planteamiento utópico de la existencia misma del hombre en comunidad, el hombre político y el accionar político en función de la moral y ante todo, la existencia en la Polis, como subordinación de la comunidad a la búsqueda de la felicidad.

Ahora bien, Maquiavelo parte de un realismo político que lo aparta y le permite superar la tradición con novedad. En ese sentido, Rodrigo Borja respecto del político realista señala que “es el que percibe la realidad social como ella es y no como él quisiera que fuera. El que obra con los pies en la tierra. Que sabe que el hombre no tiene alas. Que se mueve en el escenario que es y no en el imaginario. Que da la misma importancia a la fealdad que a la belleza, a lo sucio que a lo limpio, a lo normal que a lo aberrante, porque todos ellos son elementos de la realidad social” . Desde esta apreciación, la cualidad esencial de un político realista es tener en cuenta la realidad, la objetividad, ante esto dice Borja, la política debe ser la ciencia y el arte de lo posible, de lo dado, de lo real. Así pues, se habla de realismo político. Sólo puede ser catalogado como un político realista, un aquel que tenga los pies bien puestos en la tierra, que desarrolle toda su capacidad de ver las cosas tal como son y no como él pretendiera que fueran. Es fácil identificar a Maquiavelo con esta definición. De gran importancia es esta distinción respecto de Aristóteles en cuanto a percibir las cosas como son, a lo que él se refiere:

“…Porque hay tanta diferencia entre como se vive y como se debería vivir, que aquel que deja lo que se hace por lo que debería hacerse, marcha a su ruina en vez de beneficiarse…”

Con esto no solo queda demostrado que es realista, sino que castiga también ese deber ser en el acto político, como causante de fracaso, a lo que él llama ruina. Entonces él parte de la manera como el príncipe debe asumir su función dentro del principado para garantizar la supervivencia y funcionamiento del Estado y también para que logre mantenerse exitosamente, como detentor del poder. No se dedica a pensar hacia donde deben encaminarse las acciones de ningunos de sus ciudadanos, ni del príncipe, ni mucho menos de hacerlo en función de la moral. Un primer aspecto de este realismo es que Maquiavelo concibe una naturaleza humana trágica, en la que el egoísmo, la ambición y la agresividad se transforman en elementos constitutivos del comportamiento humano. Pero explícitamente Maquiavelo declara que los hombres no son ni buenos ni malos, y esto permite decir que el ser humano posee características dicotómicas, en las que se despliega un constante conflicto entre la razón y la pasión. Un claro ejemplo de lo anterior se presenta cuando dice:

“… Porque de la generalidad de los hombres se puede decir esto: que son ingratos, volubles, simuladores, cobardes ante el peligro y ávidos de lucro… volviendo a la cuestión de ser amado o temido, concluyo que, como el amor depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (14.7 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com