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Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  2.395 Palabras (10 Páginas)  •  151 Visitas

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Definición

Como se ha visto, al conllevar la dependencia de los medios motorizados para la realización de movimientos, el transporte adquiere el valor de cambio, en lugar del valor de uso que tiene por excelencia (LEFEBVRE, 1970). Se definen así dos clases de transporte según la relación de propiedad que pueda tener el usuario con el medio:

El transporte privado, adquirido por personas particulares o empresas y cuyo uso queda restringido a sus dueños (el usuario es el dueño del vehículo utilizado). Y el transporte público, que utiliza medios cuyos pasajeros no son los propietarios de los mismos, siendo servidos por terceros. Los servicios de transporte público pueden ser suministrados tanto por empresas privadas como públicas.

El transporte público, como parte del conjunto de la movilidad urbana, queda por tanto definido como un sistema de medios (infraestructuras y vehículos) para llevar personas de un lugar a otro de la ciudad. Este sistema está caracterizado, según los criterios presentados por ILLICH y empleados en este trabajo, por la motorización (transporte) y por la colectividad (público).[3]

A continuación se exponen algunas de las ventajas y de los problemas del transporte público, respecto a estas dos características básicas, considerando por un lado las potencialidades y oportunidades que aporta su uso, y por otro los inconvenientes de su utilización, teniendo siempre en cuenta su papel en los procesos de ocupación del territorio.

3 Cuestiones Clave

El enfoque técnico actual incluye el transporte público dentro del conjunto de políticas propias de la movilidad sostenible en las ciudades, combinado su fomento con la promoción del caminar y del uso de la bicicleta y con las restricciones al uso del automóvil privado.

La movilidad, en sus distintas formas, está fundamentalmente determinada por la ordenación territorial y urbanística. Algunas realidades urbanas no serían posibles sin los sistemas de transporte conocidos y por otro lado se ha demostrado que la morfología de las ciudades determina las formas de moverse. La disposición sobre el territorio de la población, del empleo y demás actividades cotidianas, la densidad y la dispersión, la mayor o menor segregación social y de usos, las redes de conexión y el diseño urbano, son factores con una importante influencia sobre la movilidad urbana. «En definitiva, sientan las bases, difícilmente modificables a posteriori, de la distribución espacial de la demanda de desplazamientos y en gran medida, de la oferta de infraestructuras para resolverlos» (POZUETA, 2005: 62).

El modelo de ciudad dispersa y de baja densidad refuerza la dependencia de los vehículos motorizados y actualmente hace parecer imposible prescindir de ellos. «Las características de demanda urbana de movilidad están en gran medida condicionadas por la disposición de las actividades urbanas en el espacio y por el diseño concreto de la ciudad y de cada uno de sus elementos. En consecuencia, interviniendo sobre esta disposición y sobre su plasmación física en el ambiente construido, puede influirse decisivamente sobre la demanda de movilidad» (POZUETA, 2005:25).

No cabe en este texto detenerse en el análisis de nuevos modelos de ciudad, pero sí recordar que estas experiencias y propuestas existen y ganan fuerza día a día. Son tentativas de redirigir el diseño urbano hacia un modelo más compacto, denso y con mezcla de usos, bien sea en iniciativas de nueva construcción o bien aprovechando las posibilidades ofrecidas por el medio físico ya construido.

3.1 Fortalezas y oportunidades. La colectividad y el control del impacto

La crisis ecológica anunciada hace tiempo, que ahora vuelve a llamar la atención del conjunto de la sociedad civil y los respectivos gobiernos, pone en juego el actual modo de vida de las sociedades conocidas como desarrolladas. Frente a esta situación el fomento del transporte público se presenta como factor indispensable para la racionalización del consumo de energía y la reducción de emisiones de gases contaminantes, un cambio fundamental en el camino hacia una sociedad menos insostenible.

Los seres humanos integran su espacio vital y su limitación temporal por medio de las acciones, aplicando su energía a circunstancias concretas (ILLICH, 1974), como por ejemplo, al caminar. La voluntad de moverse por el territorio, reforzada y ampliada por una organización social del espacio regida por la industrialización y el desarrollo tecnológico, encuentra su satisfacción con el uso de los medios motorizados.

La equidad social en el acceso a estos medios es indispensable para que el valor de uso de los desplazamientos se mantenga igualitario y sea prioritario frente al valor de cambio, fortalecido por la relación de propiedad existente actualmente. Sólo el transporte ofrecido por el poder público puede dar respuesta a la demanda de movilidad de las clases sociales con ingresos inferiores al necesario para la adquisición y mantenimiento de un vehículo privado.

La homogenización de las velocidades, es otro factor que refuerza el carácter igualitario de esta categoría de transporte. En los autobuses, trenes del metro, y en otros vehículos similares, todos van a la misma velocidad y en las mismas condiciones de confort. En una sociedad altamente motorizada, la igualdad está directamente relacionada con un uso mayoritario del transporte público y colectivo.

La ocupación del suelo es también una cuestión clave en la relación movilidad-ordenación urbana, y por eso es interesante conocer el aprovechamiento de espacio que supone la utilización de los distintos medios de locomoción. La gran capacidad de los vehículos empleados para los medios públicos de transporte, maximiza el espacio ocupado por la gente en sus movimientos, siempre y cuando se garanticen umbrales mínimos e ocupación. Comparativamente, el vehículo privado es el más exigente en consumo de suelo. El desplazamiento en este medio de transporte ocupa seis veces seis más espacio que en autobús y quince veces más que en ferrocarril metropolitano (ESTEVAN, 1994). El suelo que se puede liberar en detrimento del transporte privado y a favor del público, tiene gran potencial económico y puede resultar en reordenaciones con aumento de la calidad del espacio urbano y reducción del impacto ambiental.

El uso maximizado del combustible y la reducción de las emisiones, son quizás las ventajas más obvias frente a la actual crisis ecológica y energética. La racionalización del uso de combustibles fósiles y el cambio a nuevas fuentes de energía renovables y menos contaminantes se pueden alcanzar con mayor rapidez y eficacia por medio de un sistema integrado de transporte público.

Las

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