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RESUMEN DEL LIBRO EL CRITERIO DE Jame Balmes Porrúa


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2011  •  1.770 Palabras (8 Páginas)  •  6.729 Visitas

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El pensamiento de Balmes oscila entre sus reflexiones en torno a conceptos clásicos de la teología occidental, como el bien, y las nociones científicas que aparecen a lo largo de su obra. Resulta sorprendente su voluntad de construir una teología positiva en diálogo con la ciencia más avanzada de su época.

Es de notar que aquí no hay imposibilidad metafísica o absoluta, porque no hay en la naturaleza de los caracteres una repugnancia esencial a colocarse de dicha manera, pues que un cajista, en breve rato, los dispondría así muy fácilmente; tampoco hay imposibilidad natural, porque ninguna ley de la Naturaleza obsta a que caigan por esta o aquella cara, ni el uno al lado del otro del modo conveniente al efecto; hay, pues, una imposibilidad de otro orden, que nada tiene de común con las otras dos y que tampoco se parece a la que se llama moral, por sólo estar fuera del curso regular de los acontecimientos.

La teoría de las probabilidades, auxiliada por la de las combinaciones pone de manifiesto esta imposibilidad, calculando, por decirlo así, la inmensa distancia en que este fenómeno se halla con respecto a la existencia. El Autor de la Naturaleza no ha querido que una convicción que nos es muy importante dependiese del raciocinio y, por consiguiente, careciesen de ella muchos hombres; así es que nos la ha dado a todos a manera de instinto, como lo ha hecho con otras que nos son igualmente necesarias.

Balmes comienza El Criterio, obra destinada a enseñar a ver bien o pensar de acuerdo con la verdad, con estas palabras:

El pensar bien consiste o en conocer la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte caemos en el error.

El amor de la verdad no es una simple cualidad filosófica, sino un verdadero deber moral; no es sólo un consejo del arte de pensar, es también un deber prescrito por la ley del bien obrar.

En este primer capítulo, el autor, Jaime Balmes, comienza haciendo una clara distinción entre lo que es la verdad y en qué consiste el pensar bien: “el pensar bien consiste o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella”.

La verdad es la realidad de las cosas. Si algo es real, existente, inmediatamente se convierte en verídico, sino caeríamos en un error. Todo esto lleva a que si conocemos la realidad de las cosas, o sea, la verdad, podremos pensar bien, de lo contrario no podríamos, ya que sería una pérdida de tiempo. Hay que conocer la verdad para pensar bien.

El pensamiento correcto es aquel que conoce bien la verdad y no el que, con aparente corrección, intenta hablar sobre ella.

Hay diferentes modos de conocer la verdad y el autor nos hace una distinción entre ellas. Dice que a veces la verdad la conocemos del modo que no lo es, y esto es debido a que la realidad que nosotros vemos no es la verdadera realidad. Aunque también podemos conocer la verdad perfectamente y cuando lo hacemos se asemeja a un espejo, en el que vemos las cosas tal y como son. En conclusión, hay muchos modos de conocer la verdad: la verdadera realidad y la verdad a medias.

CRITERIO es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas, en la realidad. La verdad en el entendimiento es conocer las cosas tal como son. La verdad en la voluntad es quererla como es debido, conforme a las reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es obrar por impulso de esta buena voluntad. La verdad en proponerse un fin es proponerse el fin conveniente y debido, según las circunstancias. La verdad en la elección de los medios es elegir los que son conformes a la moral y mejor conducen al fin. Hay verdades de muchas clases por que hay realidades de muchas clases; hay también muchos modos de conocer la verdad. No todas las cosas se han de mirar de la misma manera, sino, del modo que cada una de ellas se ve mejor. Al hombre le han sido dadas muchas facultades. Ninguna es inútil. Ninguna es intrínsecamente mala. La esterilidad o la malicia les vienen de nosotros, que las empleamos mal. Una buena lógica debiera comprender al hombre entero, porque la verdad esta en relación con todas las facultades del hombre. Cuidar de la una y no de la otra es a veces esterilizar la segunda y malograr la primera. El hombre es un mundo pequeño, sus facultades son muchas y muy diversas; necesita armonía, y no hay armonía sin atinada combinación, y no hay combinación atinada si cada cosa no esta en su lugar, sino ejerce sus funciones o las suspenden en el tiempo oportuno. Cuando el hombre deja sin acción alguna de sus facultades es un instrumento al que le faltan cuerdas; cuando la emplea mal es un instrumento destemplado. La razón es fría, pero ve claro; darle calor y no ofuscar su claridad; las pasiones son ciegas, pero dan fuerza; darles dirección y aprovecharse de su fuerza. El entendimiento sometido a la verdad, la voluntad sometida a la moral, las pasiones sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo ilustrado, dirigido, elevado por la religión: he aquí el hombre completo, el hombre por excelencia. En él la razón da luz, la imaginación pinta, el corazón vivifica, la religión diviniza.

Según

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