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Resumen Sétima Carta Pablo Freire


Enviado por   •  8 de Abril de 2013  •  1.096 Palabras (5 Páginas)  •  9.141 Visitas

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Carta 7

Del hablarle al educando a hablarle a él y con él; de oír al educando a ser oído por él

La Carta habla de la diferencia entre “hablarle al estudiante” y “hablar con el estudiante” e insta que haya un equilibrio entre ambas.

Cuando le habla le indica lo que debe ser hecho aisgnándole responsabilidades, de esta forma establece límites de permivisidad , pero estos momentos se alternan cuando habla con el estudiante.

La afirmación que la eduación es un acto político por mas obvia que sea sigue siendo rechazada, al no poseer neutralidad el educador debe asumir su indetidad política y ser coherente al actuar.

Pablo Freire también expone como en esponeísmo irónicamte termina trabajando con contra la libertad porque la permisvisidad refuerza actitudes autoritarias. Este mismo no se logra definir por la libertad si no por la autoridad ya que es delimitidado por la indecesión política. Hay que tener cuidado al administrar la autoridad y no llegar a ser autoritarios.

Freire realiza una clara diferenciación entre las distintas posiciones que pueden tomar las y los educadores en cuanto a su forma de relacionarse con sus estudiantes, tanto desde el diálogo como la escucha. La primera de ellas, la autoritarista, ubica al educador desde una posición de saber y verdad absoluta, por lo que siempre es ella o él quien habla, mientras que los estudiantes “son la incidencia de su discurso” (Freire, 2004, p. 97). Incluso afirma que en el momento que habla con el educando, se ubica igualmente desde un sitio de importancia y de poder en su voz, como si le estuviese haciendo un favor al estudiante.

En la posición espontaneísta, el educador no habla a ni con los educandos, abandonándolos así dentro del proceso, y no cambiando ninguna realidad.

Por su parte, tanto en el momento de hablar al educando y con el educando, la posición democrática se preocupa siempre por evaluar al educando, desde si le acompaña o no en el proceso. Asimismo, el educador democrático se destaca por un constante análisis crítico de su realidad y cotidianidad disminuyendo así la distancia entre su discurso y la práctica. Esa criticidad es la guía de los diálogos que mantiene con las y los estudiantes, dirigidos no sólo a abordar los contenidos previamente establecidos para enseñar, sino también hablar de la vida, de forma que se crea un ambiente abierto en su clase y que forma a ciudadanos y ciudadanas críticos y responsables.

De la misma manera, destaca que el habla y la escucha entre ambos actores (educadores y educandos) es un proceso dialéctico: “Es escuchándolo (…) como la maestra democrática se prepara cada vez más para ser oída por el educando. Y al aprender con el educando a hablar con él porque lo oyó, le enseña a escucharla también” (p. 98).

El autor es recurrente en el punto de saber marcar limitaciones tanto para lo que puede llegar a emitir coomo para sus estudiantes, insta al educador a tener límites éticos ya que es un modelo a serguir, pero no llegando al punto de silenciar su crítica.

Freire explica y exclama como es de preciso y hasta urgente que la escuela se vaya transformando en un espacio acogedor

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