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Una Crítica De Control Social Moderno Michel Foucault


Enviado por   •  23 de Marzo de 2012  •  1.902 Palabras (8 Páginas)  •  1.778 Visitas

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MICHEL FOUCAULT

Una crítica del control social moderno

Por Julian Sauquillo

Michel Foucault se preguntó a sí mismo ¿dónde está la ley?, y respondió en El pensamiento del afuera: hasta en los intersticios más invisibles. Puesto que regula todas las actividades, todos los movimientos, todas las conductas; puesto que las prevé, la ley es omnipresente. Incluso cuando no se expresa más que como sanción, es decir, más que como reacción ante la infracción, la ley está presente. La desobediencia no implica la desaparición, siquiera momentánea, de la ley, sino su reafirmación. Según Foucault, "pueden muy bien formarse complots, extenderse rumores de sabotaje; los incendios, los asesinatos, pueden muy bien ocupar el lugar del orden más ceremonioso; el orden de la ley no habrá sido jamás tan soberano, puesto que ahora abarca todo aquello que quiere derribarlo".

Así, el desobediente es también un agente de la ley, es un ejecutor de la legalidad burguesa. Sus actos contribuyen a potenciar los efectos de la ley. En palabras del propio Foucault, "las libertades no son capaces de interrumpirla; uno puede llegar a creer que se ha desentendido de ella, que observa desde fuera su aplicación; en el momento en que se cree estar leyendo de lejos los secretos válidos sólo para los demás, uno no puede estar más cerca de la ley".

No existe un afuera de la ley. En consecuencia, no podemos pensar en el afuera de la ley. Es imposible imaginar ese afuera porque nuestra imaginación es esencialmente imaginación jurídica. El poder no lo concentra la institucionalidad, por cuanto es gestionado desde la imaginación jurídica, y ésta nos condiciona a la hora de imaginar alternativas. Sencillamente estamos inmersos en la ley, al tiempo que la ley está inmersa en nosotros; define nuestra identidad; constituye una acabada articulación de significados a través de los cuales vivimos. Por esta razón no tiene sentido distinguir entre alta cultura jurídica y derecho pop.

Como bien lo anotaba Foucault, "el afuera de la ley es tan inaccesible que cuando se quiere superarlo y penetrar en él se está abocado, no ya al castigo que sería la ley finalmente violada, sino al afuera de ese afuera mismo -a un olvido más profundo que todos los demás".

Foucault anticipó así el análisis cultural del derecho. De acuerdo con éste, las cosas no pueden ser de otro modo. "Gane quien gane nosotros perdemos", en la conocida formulación de Paul Kahn. Es decir, la integridad del derecho (esa que guarda Hércules) nunca está en juego en los litigios particulares. La lógica de la ley permanece intacta, aún en los casos controvertidos; no se altera ni ante la enjundia de la jurisprudencia progresista.

En últimas, el derecho exige cualquier resultado. Por eso hay que abandonar el mito del progreso. A partir de ahora no puede insistirse en el potencial emancipatorio del derecho (contrario a lo proyectado por Boaventura de Sousa Santos desde Coimbra y Wisconsin, o García Villegas y Uprimny desde Bogotá). En este contexto, ¿quién puede anunciar el advenimiento de un nuevo derecho? ¿Quién puede atreverse a reivindicar la teoría del poder constituyente? ¿Quién está dispuesto a seguir defendiendo la argumentación jurídica si no hay en verdad conflictos de significación? ¿Qué sentido tiene buscar la legitimidad vía legalidad?

En contravía de Luhmann, Foucault plantea en El pensamiento del afuera que la ley no tiene entorno. La ley es el aire que respiramos. Es un cúmulo de creencias y deseos. Es preciso desechar entonces la sugerencia del análisis económico del derecho, de entender el Estado de derecho como el producto de un diseño racional destinado a producir resultados eficientes. Contrario a lo que pensaba Weber, el derecho no se racionaliza en la modernidad. La desacralización del derecho es pura ficción, como también lo es la teoría pura del derecho.

En síntesis, el Estado de derecho no tiene límites, por cuanto el derecho se ha procedimentalizado para reclamar la totalidad del yo. La juridificación de la sociedad, el malestar en la cultura, se ha completado. El Estado de derecho ha logrado contener la muchedumbre, ha transformado la multiplicidad en unidad.

Reconsiderando el papel del derecho en la sociedad disciplinaria

La genealogía del poder punitivo condujo a Foucault a negar lo dicho en El pensamiento del afuera. En Vigilar y castigar el historiador francés sostiene que la ley no logra penetrar los dispositivos disciplinarios donde se produce la subjetivación. En estos dispositivos opera un no-derecho, una especie de infra-derecho:

"Nuestras sociedades y los poderes que en ella se ejercen están situadas bajo el signo visible de la ley. Pero, de hecho, los mecanismos más numerosos, los más eficaces y persistentes operan en el intersticio de las leyes según modalidades distintas al derecho y en función de un objetivo que no es el respeto de la legalidad".

Como lo ha precisado el profesor Sauquillo:

"[...]el poder normalizante que se constituye a principios del siglo XIX, según este punto de vista, no interviene tanto por la ley como por la norma; se trata de un control social extrajurídico que se origina en los intersticios del derecho penal, contemporáneamente al auge de la teoría del 'control social' y de la división de poderes" (p. 273).

Y más adelante:

"La concepción jurídica del poder subraya la obligatoriedad de la ley, pero, en opinión de Foucault, ésta no regula la organización social. En la vinculatoriedad de las normas sólo se da el resultado más minúsculo del gobierno político. La estrategia del poder, para el escritor de Surveiller et punir, es más insidiosa que la puramente normativa: atraviesa el cuerpo social y lo produce, no tanto a través de la ley como

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