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Allen Ginsberg


Enviado por   •  11 de Junio de 2013  •  5.745 Palabras (23 Páginas)  •  630 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Al referirse a una revolución cultural, es necesario tener en cuenta no sólo las causas sino también el impacto que ésta puede generar sobre una sociedad determinada. Para algunos, el término revolución puede significar el simple acto de ir en contra de algún atraso o incongruencia respecto a las categorías sociales, económicas y políticas de una sociedad. Se debe partir de un conocimiento básico y previo de una cultura específica e identificar los puntos que deben ser corregidos, abolidos o cambiados, apelando en la mayoría de los casos a una idiosincrasia cuyos sentidos de libertad, tolerancia, igualdad son puestos en tela de juicio. En el caso de Estados Unidos en la época de la posguerra, se observa un apoderamiento de los asuntos nacionales e internacionales al verse libres de las devastaciones por parte de la Segunda Guerra Mundial. Las ideas de conservar y defender la estructura democrática y adoptar una postura fuerte frente al bloque oriental-comunista de la Unión Soviética durante la Guerra Fría se vuelven cada vez más atractivas, ya que el gobierno logró manejar cabalmente una visión de confianza dentro de esta estructura, garantizando un estado benefactor para la nación por parte de las propuestas planteadas anteriormente por el presidente Roosevelt en el New Deal (“Nuevo Trato”), en el que se esperaba una nueva dinamización del mercado estadounidense. Con este tipo de amparo asegurado, no existía otra opción más que confiar plenamente en dichos estados de riqueza y porvenir del país. Fue así como Estados Unidos se fue convirtiendo poco a poco en la primera potencia mundial y en el primer estado sobre el mundo capitalista, dominando a los demás países gracias a sus avances tecnológicos, proliferación de la agricultura, desarrollo de industrias y superioridad económica.

Es entonces en la década de los 50, debido a esta confianza en la sociedad, en el gobierno y sobre todo en las decisiones tomadas por éste para los ciudadanos, que se constituye un estado de bienestar llamado American way of life (“estilo de vida americano”), un estilo de vida en el que la sensación de conformismo y uniformidad se apodera de los ciudadanos, quienes aceptan y defienden su situación económica, sus roles dentro del núcleo familiar y su visión de una sociedad de consumo en ascenso. De igual manera, era necesario apoyar a toda costa la democracia y sus beneficios y sobre todo, demostrarselo y usarlo como influencia social y política en las naciones vecinas. La estructura familiar se vio alterada al incrementar la tasa de natalidad, fomentando así el crecimiento de las áreas urbanas y por ende dependiendo aún más de la producción acelerada y paralelamente, el consumo de lo creado. De esta manera, las ganancias industriales se enfocaban principalmente en aumentar y mantener el nivel de consumo, mejorando la capacidad adquisitiva de las clases medias y bajas, otorgándoles la oportunidad de acceder a automóviles (“moda para todos”), artículos para el hogar, prendas de alta costura y demás productos que anteriormente eran únicamente accesados por la clase alta. Es aquí donde nace el término “sociedad de consumo”. Dicha sociedad se encontraba constantemente estimulada y manejada por los medios de comunicación, encargados de difundir nuevas modas, nuevas oportunidades laborales, nuevos sistemas de producción y sobre todo, nuevos productos en el mercado familiar. La estabilidad familiar dependía no de una integración de los miembros fomentado por los valores culturales, la ética de cada individuo y su formación intelectual y espiritual,, sino por la cantidad de beneficios que brindaba dicho mercado y la cantidad de marcas de productos que se poseía, estructurando así un frenético anhelo de acceder a un mundo “ideal” enteramente materialista e impulsado por la difusión publicitaria y comercial. La importancia de tener un automóvil último modelo, una grandiosidad manifestada de las maneras más exageradas y un estilo de vida “populuxe” (mezcla entre “popular” y “lujoso”) generó la idea de que si se vestía de tal o cual manera, el estatus era éste o aquel. Como principal potencia mundial, Estados Unidos alcanzó una permanencia bajo la lupa por parte de los demás países, quienes moldeaban su estilo de vida de acuerdo a éste, creando una dependencia cultural y una influencia norteamericana que chocaba y alteraba notoriamente las demás culturas y tradiciones aparentemente inalterables. En el ámbito de la producción acelerada y su relación con las masas, la mano de obra se vio alterada gracias al impacto de la industria y al dominio inamovible de las corporaciones globales. Éstas se encargaron no sólo de controlar la difusión de productos, sino la aceleración en el cambio de las modas, logrando que la sociedad estadounidense se interesara aún más por los cambios y actualizaciones del mercado. Los valores alterados, mencionados previamente, giraban en torno a ese extremismo social y mercantil, en el que los espacios para la individualidad se veían comprometidos y casi eliminados, mientras que se le daba más importancia al consumo de la sociedad integrada.

Sin embargo, existían, como en todo tipo de sociedades, individuos cuya permanencia y participación en esta nueva vida estadounidense no generaba satisfacción ni comodidad, sino una desconfianza e inconformidad social vista poco a poco como actitud rebelde, antipatriota y comunista. Tras la captura de operativos pertenecientes a una red de espionaje británico-estadounidense que se encargaba de transferir a la Unión Soviética información sobre el desarrollo de la bomba atómica, el ministro de justicia J. Howard McGrath dio a conocer al resto del país la participación de comunistas estadounidenses, portadores de un supuesto “germen de la muerte para la sociedad”. Debido a estas alteraciones por parte de la influencia comunista, el senador republicano, Joseph R. McCarthy, inició su lucha contra el comunismo estadounidense, llamando la atención del país al revelar que tenía una lista de 205 comunistas conocidos por la Secretaría del Estado, que, según él, trabajaban en el Departamento de Estado. Estas estadísticas jamás fueron respaldadas ni comprobadas, pero sí alteradas, actitud que cual fue definiendo el término que más adelante se conocería como McCarthyism.

En 1952, tras obtener el control del Senado, el Partido Republicano se ve representado por McCarthy, quien encabezó un comité para llevar a cabo una especie de cruzada, en la que, a través de los tan empleados medios de comunicación, continuó exhaustivamente la búsqueda de traidores comunistas entre los funcionarios de segundo nivel en el gobierno de Eisenhower. De manera excesiva y retorcida, McCarthy desafió al ejército norteamericano

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