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America Latina


Enviado por   •  31 de Octubre de 2011  •  2.452 Palabras (10 Páginas)  •  434 Visitas

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1. EL POSITIVISMO EN AMERICA LATINA

En América Latina, con el fin de remplazar la herencia co¬lonial, se adoptaron las ideas positivistas de Comte para los proyectos de nación que estaban surgiendo en las nuevas repúblicas. Varios líderes de la región aceptaron la concepción del progreso siguiendo el ejemplo de los países industriales y capitalistas europeos, pues era vista como la única forma de entrar a hacer parte de la “civi¬lización”. Para ello dieron gran importancia a una nueva educación basada en los principios positivistas, para así superar el estado de “barbarie” de la sociedad americana, y propusieron una “mejora” de la raza a través de la inmi¬gración europea, principalmente de países del norte de Europa.

Bajo la idea del “orden y el progreso”, se planteó un gran esfuerzo por implantar en las nuevas repúblicas una for¬ma de pensar y una sangre que no era la suya, en otras palabras, la deslatinización por medio de la filosofía po-sitivista nacida en Europa, que implicaba una especie de sajonización que no era más que una forma autoim¬puesta de “civilización”. Algunas de las raíces de las ideas positivistas estuvieron presentes en importantes líderes latinoamericanos como Simón Bolívar, quienes sentían que la realidad surgida por la colonización era ajena a su proyecto de nación, pues implicaba un pasado servil a partir del cual estos hombres veían la negación de su propia identidad, lo que a su vez dificultaba la construc¬ción y el gobierno de una nueva sociedad. A esta proble¬mática se añadió luego el debate de la raza, con líderes como el argentino Domingo Faustino Sarmiento, que se preguntaba quiénes eran en realidad los criollos, pues no podían ser considerados igual al conquistador, ni al indígena, ni al mestizo.

El positivismo intentó ser en América Latina el fundamento filosófico necesario para el completamiento de la modernidad en esta región.

En conclusión, la base política de las ideas positivistas brindaron los elementos necesarios para el discurso que pretendía la estabilidad política necesaria para generar los cambios europeizantes, civilizadores y económicos deseados por los líderes de los nuevos estados nacio¬nales. Este proyecto se intentó consolidar mediante la inversión de capital extranjero, la inmigración europea y una mayor secularización; siguiendo el objetivo pri¬mordial de las elites nacionales de asegurar el orden en función del progreso.

2. EL IRRACIONALISMO EN LA AMERICA LATINA

Nuestra América formó parte de ese conjunto de naciones que, a ritmo desigual según los países, sucumbió a la expansión imperialista.

A inicios del siglo XX —con excepción de lo que el poderío norteño significaba respecto a Cuba y a algunos otros países de la zona del Caribe, ya supeditados a él—, la potencia imperialista más fuerte en América Latina era Inglaterra. Pero a lo largo de una continuada progresión, verificada sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, el impulso expansionista de los Estados Unidos a costa del resto del continente se acrecentó y llegó, en una primera etapa, a ser tan poderoso como el inglés. El fugaz equilibrio entre ambas potencias, ya escorado hacia Norteamérica, se modificó radicalmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando Europa, devastada por la guerra vio rotos sus lazos comerciales con América y perdió, en gran medida, este importante mercado para sus productos industriales. Los Estados Unidos quedaron entonces, predominando económica y políticamente sobre los países del Sur, sin posibles rivales. El imperialismo, como se sabe, no fue del todo un fenómeno nuevo, surgido con la centuria. Pero su fuerza dominadora y sustancialmente de retraso cuajó a principios del presente siglo; con lo que se obstaculizó de modo considerable el desarrollo económico de la América Latina, hasta quedar, en algunas zonas del continente, prácticamente paralizado. Las nacientes burguesías nativas quedaron con frecuencia frenadas en su avance. A partir de ese momento, atrapadas en una situación que las maniataba, se vieron envueltas en una contradicción insalvable: de una parte la pugna, indispensable a su afirmación clasista contra los sectores internos más reaccionarios y el imperialismo y, de otra parte, el miedo a desencadenar un movimiento popular que fuese más allá de sus intenciones, lo que paralizaba su acción

3. LA FILOSOFIA DE LA VIDA

Nombre que designa un movimiento filosófico bajo el que se agrupa un este término puede entenderse, por lo menos, de tres maneras diferentes:

1) como sinónimo de la filosofía de la vida,

2) como sinónimo de organicismo animista,

3) como corriente de pensamiento filosófico-biológica desarrollada desde mediados del siglo XIX y hasta comienzos del XX

En el primer sentido este término designa el pensamiento del conjunto de filósofos que situaron la vida como centro de sus reflexiones, aunque para agruparlos es mejor utilizar el término «filosofía de la vida »

Autores como Dilthey, introductor del vitalismo en la ciencias del espíritu, Simmel, Eucken o Troeltsch, representan una de las orientaciones de este vitalismo entendido como filosofía de la vida.

Otros autores, como Spengler o Klages, distorsionando algunas de las tesis de Nietzsche (que también es un pensador vitalista en este primer sentido), desarrollan una filosofía de la vida en sentido biologista.

Bergson elabora el concepto de vida a partir del vitalismo entendido en el tercer sentido, es decir, a partir de sus estudios sobre la evolución biológica. Para él la vida debe entenderse como un impulso universal que se expande en lucha contra la resistencia de la materia, y evoluciona de manera ascendente. La evolución misma es un proceso creador fruto de esta expansión del élan vital. También se sitúa a Ortega y Gasset en la corriente vitalista entendida en este primer sentido.

A veces se ha denominado vitalismo a esta corriente de la filosofía de la vida, aunque es mejor reservar el término «vitalismo» para designar una determinada corriente del pensamiento biológico (aunque algunos de los filósofos que hemos situado en la corriente de la filosofía de la vida son, además, vitalistas en este último sentido).

4. EL HISTORISISMO

El Historicismo es una tendencia filosófica, inspirada en las ideas de Benedetto Croce y Leopold von Ranke, que considera toda la realidad

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