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Enviado por   •  23 de Agosto de 2014  •  997 Palabras (4 Páginas)  •  266 Visitas

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Don Henry Clithering, ex comisionado de Scotland Yard, estaba hospedado en casa de sus amigos, los Bantry, cerca del pueblecito de St. Mary Mead.

El sábado por la mañana, cuando bajaba a desayunar a la agradable hora de las diez y cuarto, casi tropezó con su anfitriona, la señora Bantry, en la puerta del comedor. Salía de la habitación evidentemente presa de una gran excitación y contrariedad.

El coronel Bantry estaba sentado a la mesa con el rostro más enrojecido que de costumbre.

-Buenos días, Clithering -dijo-. Hermoso día, siéntese.

Don Henry obedeció y, al ocupar su sitio ante un plato de riñones con tocineta, su anfitrión continuó:

-Dolly está algo preocupada esta mañana.

-Sí... eso me ha parecido -dijo don Henry.

Y se preguntó a qué sería debido. Su anfitriona era una mujer de carácter apacible, poco dada a los cambios de humor y a la excitación. Que don Henry supiera, lo único que le preocupaba de verdad era su jardín.

-Sí -continuó el coronel Bantry-. La han trastornado las noticias que nos han llegado esta mañana. Una chica del pueblo, la hija de Emmott, el dueño del Blue Boar.

-Oh, sí, claro.

-Sí -dijo el coronel pensativo-. Una chica bonita que se metió en un lío. La historia de siempre. He estado discutiendo con Dolly sobre el asunto. Soy un tonto. Las mujeres carecen de sentido común. Dolly se ha puesto a defender a esa chica. Ya sabe cómo son las mujeres, dicen que los hombres somos unos brutos, etc., etc. Pero no es tan sencillo como esto, por lo menos hoy en día. Las chicas saben lo que hacen y el individuo que seduce a una joven no tiene que ser necesariamente un villano. El cincuenta por ciento de las veces no lo es. A mí me cae bastante bien el joven Sanford, un joven simplón, más bien que un donjuán.

-¿Es ese tal Sanford el que ha comprometido a la chica?

-Eso parece. Claro que yo no sé nada concreto -replicó el coronel-. Sólo son habladurías y chismorreos. ¡Ya sabe usted cómo es este pueblo! Como le digo, yo no sé nada. Y no soy como Dolly, que saca sus conclusiones y empieza a lanzar acusaciones a diestra y siniestra. Maldita sea, hay que tener cuidado con lo que se dice. Ya sabe, la encuesta judicial y lo demás...

-¿Encuesta?

El coronel Bantry lo miró.

-Sí. ¿No se lo he dicho? La chica se ha ahogado. Por eso se ha armado todo ese alboroto.

-Qué asunto más desagradable -dijo don Henry.

-Por supuesto, me repugna tan sólo pensarlo, pobrecilla. Su padre es un hombre duro en todos los aspectos e imagino que ella no se vio capaz de hacer frente a lo ocurrido.

Hizo una pausa.

-Eso es lo que ha trastornado tanto a Dolly.

-¿Dónde se ahogó?

-En el río. Debajo del molino la corriente es bastante fuerte. Hay un camino y un puente que lo cruza. Creen que se arrojó desde allí. Bueno, bueno, es mejor no pensarlo.

Y el coronel Bantry abrió el periódico, dispuesto a distraer sus pensamientos de esos penosos asuntos y absorberse en las nuevas iniquidades del gobierno.

Don Henry no se interesó especialmente por aquella tragedia local. Después del desayuno,

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