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Arquitectura Republicacna De Cartagena


Enviado por   •  24 de Octubre de 2012  •  2.608 Palabras (11 Páginas)  •  417 Visitas

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Arquitectura republicana de Cartagena

La arquitectura republicana es la manifestación plástica de un período muy importante de nuestra nacionalidad. Ella representa los ideales sociales y políticos de nuestro país en el momento de su formación. Es un patrimonio tan valioso como la arquitectura del período colonial. Protegerla y conservarla es preservar las bases de nuestra identidad cultural.

¿Por qué se llama arquitectura republicana?

Las primeras manifestaciones coinciden, en términos generales, con la etapa formativa de a república y vino a ser la expresión plástica de los ideales políticos y sociales de la naciente república.

La arquitectura republicana se desarrolla en un período comprendido entre 1835-1850 hasta 1930-1940, aunque estos límites cronológicos no son precisos, porque la arquitectura no se presenta en episodios aislados o repentinos. Fluye de modo muy continuado de un período a otro de la historia política, no coincidiendo a veces con ella. Cuando el período colonial termina, sus expresiones arquitectónicas continuaron dándose durante largos años.

Por otra parte, ya bien entrado el siglo XX, la arquitectura republicana sigue tan campante en campos y ciudades colombianas, cuando en Europa y Estados Unidos se está construyendo desde hace 50 años la arquitectura generada por el proceso político de la revolución industrial. No obstante, para facilitar las cosas se acepta como período de la arquitectura. republicana el comprendido entre 1835 y 1940.

Aspectos históricos de la arquitectura republicana

El fenómeno internacional más importante de la época es la Revolución industrial, de la que se ha dicho que cambió la apariencia del mundo mucho más que la Revolución francesa.

La Revolución industrial trae consigo la maquinaria industrial, los ferrocarriles y el telégrafo, y nuevos materiales de construcción como el hierro, el acero, el hormigón o concreto reforzado, llegados a Colombia a mediados del siglo pasado, y una serie de nuevas técnicas destinadas a cambiar el ámbito socioeconómico del desarrollo urbano y el rostro de la arquitectura.

Latinoamérica fue vista desde el proceso de emancipación política como un mercado potencial para la producción europea y norteamericana.

Se importaron con la misma facilidad locomotoras, armas, modas o decoración arquitectónica.

En Colombia se volvió la espalda a España para buscar la fuente de inspiración primero en Inglaterra y después en Francia. Junto con las mercancías francesas de toda índole vendrían los materiales, las técnicas y los arquitectos que harían la historia de la época republicana en Colombia.

Después vendrían influencias norteamericanas. A finales del siglo XIX los Estados Unidos poblaron las islas del Caribe de una arquitectura tropical basada en la que el imperio británico había establecido para sus dominios asiáticos y africanos, multiplicada gracias a la nueva tecnología.

Un claro ejemplo de gobernante combatiente e impulsador de la arquitectura, simultáneamente, es Tomás Cipriano de Mosquera. En su primer mandato se reabre la navegación por el río Magdalena, por el cual llegarán al interior del país las influencias, materiales y técnicas para la arquitectura del período. A partir de 1845 esa navegación hará revivir las aldeas ribereñas de origen colonial, transformándolas en pueblos o ciudades, y surgirán nuevas fundaciones republicanas.

No obstante su decreto de desamortización de bienes de manos muertas, uno de los actos más polémicos de su gobierno, mediante el cual los edificios de propiedad religiosa distintos de los templos parroquiales pasaron a propiedad del Estado, fue el causante de relegar, hasta bien entrado el siglo XX, la construcción de edificios públicos para albergar cuarteles, hospitales, asilos de locos, oficinas públicas, cárceles, bodegas, fábricas de licores, que ya habían desbordado la capacidad de los antiguos conventos coloniales. Resulta obvio deducir que la estrechez presupuestal republicana no permitía en aquel entonces emprender construcciones nuevas.

Por otra parte, se le debe abonar a Mosquera la construcción del Capitolio Nacional, ordenada en 1846. La obra fue terminada durante el gobierno de José Vicente Concha.

Uno de los acontecimientos históricos del cual se deriva en gran parte un género arquitectónico nuevo en la historia del país es la aparición del ferrocarril entre 1868 y 1876. Ese nuevo género lo constituyen las estaciones del tren, los hoteles de veraneo, bodegas, depósitos y arquitectura industrial adyacente a los rieles.

La figura más importante del siglo XX para la historia de la arquitectura republicana es, sin duda, el general Rafael Reyes. Durante su gobierno, entre 1904 y 1905, se crea el Ministerio de Obras Públicas; de esta manera comienzan a surgir en todo el país las gobernaciones departamentales, los edificios nacionales, los mercados públicos, las universidades estatales y muchas construcciones de responsabilidad del gobierno.

Cartagena en el período republicano

En los primeros años de vida independiente Cartagena era una ciudad en ruinas.

Su precaria situación económica fue el denominador común durante la mayor parte del siglo XIX. Varios factores contribuyeron al empobrecimiento de la ciudad, entre los cuales cabe destacar las guerras y conflictos que diezmaron su población, tres bloqueos militares entre 1831 y 1841, la prosperidad de Barranquilla como puerto fluvial aprovechando la rivalidad entre Santa Marta y Cartagena y la epidemia de cólera morbus de 1849, que redujo su población a una tercera parte.

Sólo sobrevivieron 9.896 habitantes.

Este panorama económico impidió un real florecimiento de la arquitectura y el urbanismo republicanos en el siglo XIX, a pesar de las acciones emprendidas por grupos de ciudadanos para conseguir que se aprobaran medidas gubernamentales para la recuperación de la ciudad, como el dragado y rectificación del canal del Dique y el ferrocarril hasta Calamar.

Algunos cartageneros consideraron que las viejas murallas de los siglos XVII y XVIII eran una barrera que impedía el proceso de expansión urbana característico de los nuevos tiempos y que por tanto debían ser demolidas.

En esa época no se tenía la conciencia que hoy existe sobre lo que significa la conservación de los monumentos antiguos. El cartagenero de entonces pensaba que eliminar las murallas, que se habían convertido en muladares y foco de enfermedades, era la única manera de permitir la expansión

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