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Colonialidad Del Poder, Eurocentrismo, America Latina


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2012  •  22.407 Palabras (90 Páginas)  •  1.500 Visitas

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Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina 1

Aníbal Quijano 2

L a globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proce- so que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colo- nial/moderno y eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial. Uno de los ejes fundamentales de ese patrón de poder es la clasificación social de la po- blación mundial sobre la idea de raza, una construcción mental que expresa la ex- periencia básica de la dominación colonial y que desde entonces permea las di- mensiones más importantes del poder mundial, incluyendo su racionalidad espe- cífica, el eurocentrismo. Dicho eje tiene, pues, origen y carácter colonial, pero ha probado ser más duradero y estable que el colonialismo en cuya matriz fue esta- blecido. Implica, en consecuencia, un elemento de colonialidad en el patrón de poder hoy mundialmente hegemónico. En lo que sigue, el propósito principal es abrir algunas de las cuestiones teóricamente necesarias acerca de las implicancias

de esa colonialidad del poder respecto de la historia de América Latina3.

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1. Quiero agradecer, principalmente, a Edgardo Lander y a Walter Mignolo, por su ayuda en la revisión de este ar- tículo. Y a un comentarista, cuyo nombre ignoro, por sus útiles críticas a una versión anterior. Ellos, por supuesto, no son responsables de los errores y limitaciones del texto.

2. Centro de Investigaciones sociales (CIES), Lima.

3. Sobre el concepto de colonialidad del poder, de Aníbal Quijano: “Colonialidad y modernidad/racionalidad”, en Perú Indígena, vol. 13, no. 29, Lima, 1992.

Aníbal Quijano

I. América y el nuevo patrón de poder mundial

América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como la primera id-entidad de la modernidad. Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la pro- ducción de dicho espacio/tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamen- tales del nuevo patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta di- ferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación natural de infe- rioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como el principal elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que la conquista imponía. Sobre esa base, en consecuencia, fue clasificada la pobla- ción de América, y del mundo después, en dicho nuevo patrón de poder”. De otra parte, la articulación de todas las formas históricas de control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, en torno del capital y del mercado mundial4.

Raza, una categoría mental de la modernidad

La idea de raza, en su sentido moderno, no tiene historia conocida antes de América5. Quizás se originó como referencia a las diferencias fenotípicas entre conquistadores y conquistados, pero lo que importa es que muy pronto fue cons- truida como referencia a supuestas estructuras biológicas diferenciales entre esos grupos.

La formación de relaciones sociales fundadas en dicha idea, produjo en Amé- rica identidades sociales históricamente nuevas: indios, negros y mestizos y rede- finió otras. Así términos como español y portugués, más tarde europeo, que has- ta entonces indicaban solamente procedencia geográfica o país de origen, desde entonces cobraron también, en referencia a las nuevas identidades, una connota- ción racial. Y en la medida en que las relaciones sociales que estaban configurán- dose eran relaciones de dominación, tales identidades fueron asociadas a las je- rarquías, lugares y roles sociales correspondientes, como constitutivas de ellas y, en consecuencia, al patrón de dominación colonial que se imponía. En otros tér- minos, raza e identidad racial fueron establecidas como instrumentos de clasifi- cación social básica de la población.

4. Ver de Aníbal Quijano e Immanuel Wallerstein: “Americanity as a Concept or the Americas in the Modern World- System”, en International Social Science Journal, no. 134, noviembre 1992, UNESCO, París. También “América, el capitalismo y la modernidad nacieron el mismo día”, entrevista a Aníbal Quijano, en ILLA, no. 10, Lima, enero 1991. Sobre el concepto de espacio/tiempo, ver de Immanuel Wallerstein: “El Espacio/Tiempo como base del cono- cimiento”, en Anuario Mariateguiano, vol. IX, no 9, Lima, 1997.

5. Sobre esta cuestión y sobre los posibles antecedentes de la idea de raza antes de América, remito a mi “‘Raza’, ‘etnia’y ‘nación’en Meriátegui: cuestiones abiertas”, en Roland Forgues(editor) José Carlos Mariátegui y Europa. La otra cara del descubrimiento , Editorial Amauta, Lima, 1992.

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Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina

Con el tiempo, los colonizadores codificaron como color los rasgos fenotípi- cos de los colonizados y lo asumieron como la característica emblemática de la categoría racial. Esa codificación fue inicialmente establecida, probablemente, en el área britano-americana. Los negros eran allí no solamente los explotados más importantes, pues la parte principal de la economía reposaba en su trabajo. Eran, sobre todo, la raza colonizada más importante, ya que los indios no formaban par- te de esa sociedad colonial. En consecuencia, los dominantes se llamaron a sí mismos blancos6.

En América, la idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relacio- nes de dominación impuestas por la conquista. La posterior constitución de Eu- ropa como nueva id-entidad después de América y la expansión del colonialismo europeo sobre el resto del mundo, llevaron a la elaboración de la perspectiva eu- rocéntrica de conocimiento y con ella a la elaboración teórica de la idea de raza como naturalización de esas relaciones coloniales de dominación entre europeos y no-europeos. Históricamente, eso significó una nueva manera de legitimar las ya antiguas ideas y prácticas de relaciones de superioridad/inferioridad entre do- minados y dominantes. Desde entonces ha demostrado ser el más eficaz y perdu- rable instrumento de dominación social universal, pues de él pasó a depender in- clusive otro igualmente universal, pero más antiguo, el inter-sexual o de género: los pueblos conquistados y dominados fueron situados en una posición natural

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