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Eticas En El Lideareo Polotico De Los Grupos Indigenas


Enviado por   •  15 de Marzo de 2012  •  2.063 Palabras (9 Páginas)  •  782 Visitas

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Los presidenciables y el discurso político del voto

EL DISCURSO POLÍTICO DEL VOTO

Guillermo Gómez Santibáñez

Los candidatos de los distintos partidos, que aspiraron a la presidencia de la República de Nicaragua, entraron seguramente esta semana en un tiempo de reflexión y autoevaluación sobre el resultado de las elecciones, revisando lo bueno y lo malo de su campaña y la fuerza y debilidad de sus discursos. Sus aspiraciones al poder político se definió, parcialmente, la noche del 6 de noviembre pasado, cuando el voto popular se expresó mayoritariamente en las urnas mediante el ejercicio ciudadano y democrático del sufragio universal de los nicaragüenses y cuyos resultados emitidos por el Consejo Supremo Electoral, señalaban ya una tendencia clara hacia el Comandante Daniel Ortega, candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Un análisis de contenido, en su nivel de superficie (descripción de la información), sobre la construcción del discurso político de algunos de los candidatos a presidente, nos permite ver lo verdadero y lo falso, las contradicciones y los reparos de última hora de los programas de gobierno, que apuntan al enamoramiento y a la conquista del voto del electorado nacional. Veamos algunas señales:

El respeto al voto popular.

Nicaragua es un país con una democracia joven, defectuosa, de tipo delegativa, que no ha podido todavía articular a plenitud un Estado de Derecho, donde los poderes ejecutivos, legislativos, judiciales y el Tribunal electoral encuentren el equilibrio y la autonomía suficiente y necesaria para desarrollarse y desempeñar su función. Nos batimos más bien, entre una democracia minimalista, eligiendo cada cinco años gobernantes; y una democracia elitista, que sirve para rotar y privilegiar a la élite gobernante. Este es un concepto de democracia restrictiva que implica que la única ciudadanía válida es la ciudadanía política, es decir, los únicos derechos propios de la democracia son los políticos, excluyendo otras dimensiones de la ciudadanía. Este concepto de democracia nos conduce a un círculo vicioso y maldito donde la democracia se define, en última instancia, a partir del principio de incertidumbre en los resultados electorales.

Pese a las reglas del juego impuestas; hay en la ciudadanía una conciencia del “voto ajeno” como algo sagrado. El respeto a la “voluntad del ciudadano” debe predominar a toda costa. Esto se da en tanto el elector se autocomprende como persona, con derechos políticos y sociales, cuya voluntad de decisión, en un proceso electoral, reside en la conciencia reflexiva, donde nada ni nadie más que el propio ciudadano puede intervenir.

El modelo político que se ha impuesto históricamente en Nicaragua responde a una matriz de dominación colonial y neocolonial, con escenarios propicios para la implantación del pensamiento liberal y neoliberal. Entre el año 79 y 90 del siglo XX, Nicaragua tuvo un punto de inflexión y de tendencia hacia la izquierda que reivindicó el derecho de los más pobres, el derecho a la tierra y el derecho a la educación. Los datos socioeconómicos del votante nicaragüense indican que el 80% del voto es pobre, lo que implica que es un voto de clase, que paga impuestos, muchas veces más del que le corresponde pagar al rico.

La forma en cómo los candidatos han definido su discurso político y la manera en que han construido su imagen y los símbolos de su campaña electoral, tiene una incidencia enorme sobre la conciencia de los votantes, tanto como la posibilidad de impacto sobre el segmento de los indiferentes y los indecisos. Sin embargo, no han sabido cómo conquistar el voto de los pobres, no conocen el mundo real de los pobres, les ha faltado creatividad, compromiso e inteligencia política en este horizonte.

La naturaleza del voto, aún con sus limitaciones de una democracia defectuosa, puede decidir el destino político de Nicaragua, en términos de un determinado modelo político y programa país. Respecto a esto vale mencionar que no es suficiente escribir un programa de gobierno para postularse a la presidencia. Al ciudadano nicaragüense le interesa mucho no sólo un programa bien articulado y aterrizado en la realidad, sino también quién es el que lo liderará y tendrá la capacidad de incidir en su cumplimiento. Pero más importante aún es que el programa tenga la fuerza y la estrategia política de transformar las desigualdades económicas y sociales de la sociedad. No se trata más de lo mismo, ni de defender los intereses de los que ostentan el poder económico, sino de romper con las injusticias y asimetrías de un modelo económico y social excluyente. En este sentido, cabe citar a Marx, cuando les reprochó a los filósofos de su tiempo, en la XI tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diversas manera; lo que importa, es transformarlo.

Los vientos políticos tempestuosos que en estos días soplan en Nicaragua son el claro indicio que el voto del “soberano” vale ante una carrera presidencial y legislativa. Por ella y por el voto, algunos son capaces hasta de brincar de un partido a otro, sin términos medios, otros, de traicionar su propia conciencia social y su ideario, sin importar que ayer fueron radicales revolucionarios y hoy ya no recuerdan su lucha ideológica y se han debilitado. Más allá de explicaciones cuantitativas o de formulas estadísticas, lo cierto es que un padrón de 3,4 millones de electores, mayores de 16 años, esperan para emitir su voto y decidir, en libertad de conciencia, por el programa de gobierno que de manera realista y concreta cambie, en algún grado, las tremenda desigualdades sociales y la exclusión en este país. Los candidatos serios y responsables, con clara vocación política y de servicio público saben muy bien que en Nicaragua el voto del pueblo vale y debe ser respetado, pues es él el que al fin de cuenta decide.

Verdades, medias verdades y falsedades del discurso político

Durante varios meses tuvimos la oportunidad de ver, especialmente por la televisión nacional, el empeño de los candidatos por convencer con un discurso político que incidiera en el voto ciudadano. Imágenes personales, viajes interdepartamentales, símbolos, canciones, disertaciones; que entre significados y significantes, forma y contenido, interlazan conceptos, ejes, claves, oposiciones binarias, que pueden

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