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Impacto De La Segunda Guerra Mundial En America Latina


Enviado por   •  29 de Octubre de 2014  •  6.327 Palabras (26 Páginas)  •  1.511 Visitas

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Impacto de la Segunda Guerra Mundial en América Latina

I. Introducción.

La Segunda Guerra Mundial superó claramente a la Primera, tanto por la duración y la intensidad de los combates como por las pérdidas humanas y los recursos que se utilizaron: participaron 72 Estados, fueron movilizados 110 millones de hombres, el coste económico de la guerra fue cuantiosísimo y hubo más de 40 millones de muertos.

El triunfo de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial no marcó sólo el fin de la mayor conflagración bélica que la historia haya registrado sino la más épica defensa de la causa general de la libertad.

La propaganda política aún juega un papel vital en la confrontación entre ideologías opuestas. En este sentido, los medios de comunicación y el mensaje que estos transmiten responden a los intereses de la clase social que los posee y por lo tanto le sirven de sostén ideológico.

Teniendo en cuenta que en la inmediata postguerra no se había producido aún el proceso de descolonización, la presencia de los Estados latinoamericanos en la conformación de la ONU resultó relevante para la conformación de un orden global, mientras la institucionalización posterior del sistema interamericano confirmó la inserción regional en Occidente a los inicios de la Guerra Fría. Pero la participación influyente en la propuesta de principios y normas de mayor beneficio regional –por ejemplo en el ámbito de las instituciones de Breton Woods- o que incrementaran la dimensión estratégica latinoamericana, se vio seriamente limitada. Su menor capacidad relativa no es la única explicación. Ésta debe completarse con la falta de concurso militar selectivo y/o colectivo al esfuerzo de guerra. Ello disminuyó nuestro peso en el sistema internacional, intensificó la percepción de nuestra debilidad material e incrementó nuestra marginalidad.

Motivos para que las implicancias en América Latina sean explicitadas con gran veracidad los residuos de la segunda guerra mundial

II. MARCO TEORICO

2.1. América, En el mundo de Postguerra

Era cierto que un orden nuevo comenzaba a emerger de las ruinas dejadas por la crisis y la guerra, los rasgos de ese orden nuevo no eran necesariamente los previstos entre 1930-45. Por ejemplo, la economía de los países centrales se reconstruyó más fácilmente de lo que se había pensado en un momento, y entraría en una fase ascendente de 25 años, conocida como “los años dorados del capitalismo”.

En cuanto a Latinoamérica, sus gobernantes creyeron que la coyuntura favorable que la guerra había creado para esta región se mantendría y consolidaría durante la postguerra. Los motivos para pensar esto radicaban en que ahora los países centrales estaban reabiertos al tráfico internacional y necesitaban lo que Latinoamérica podía ofrecerles (alimentos, materias primas).

Dado ese optimismo, las disidencias se daban sobre todo en torno al mejor modo de utilizar sus oportunidades, pero lo que las volvía explosivas era que cada uno de esos modos suponía una distinta distribución de las ventajas de la coyuntura. Las principales alternativas eran dos: 1) continuar con el proceso industrializador favorecido por la crisis y aún más por la guerra, o 2) retornar al modelo agroexportador y restaurar la unidad del sistema mercantil y financiero mundial mediante la liberalización económica. Mientras la primera alternativa era defendida por quienes, directa o indirectamente, se veían favorecidos por la industrialización (burguesías industriales, obreros urbanos), la segunda era apoyada por quienes se beneficiaban del modelo agroexportador (oligarquías terratenientes, clases medias rurales).

Con respecto a la industrialización, anteriormente habíamos dicho que ésta era frágil y tecnológicamente precaria. Ahora se daba una oportunidad de corregir esas fallas y seguir avanzando sobre bases más sólidas. Para ello se contaba con los saldos acumulados gracias al superávit comercial generado por la guerra. Además, se esperaba que una Europa en reconstrucción demandara nuevamente materias primas, lo que permitiría financiar el proceso de industrialización. En cambio, estaban quienes creían en que la industrialización de 1930-45 había sido una solución de emergencia impuesta por la crisis y el aislamiento de la guerra. Vuelta la normalidad, confiaban en el pleno aprovechamiento de las ventajas comparativas del sector primario.

De este modo, el sorprendente consenso que durante 1930-45 había existido en cuanto al avance del Estado en la economía y a la industrialización por sustitución de importaciones (ISI), ahora es reemplazado por un disenso profundo. No sólo se discute una distribución de recursos dentro de las economías latinoamericanas; también está en juego el perfil futuro de las sociedades latinoamericanas y la distribución dentro de ellas del poder político.

Los proyectos industrializadores, en general, prevalecieron por sobre los agroexportadores: no sólo eran sostenidos por el empresariado industrial, sino por otros grupos sociales. Este apoyo se explica en parte porque la industrialización estuvo acompañada de un conjunto más amplio de soluciones político-sociales, que mejoraban la situación de estos otros grupos sociales. Así, la industrialización debe avanzar manteniendo el entendimiento con la clase obrera industrial, lo que requiere moderar la explotación de la fuerza de trabajo, frente tradicional de acumulación e inversión en etapas de industrialización incipiente. Pero también supone considerar a las clases populares urbanas como consumidoras, lo que implica mejorar sus salarios reales y ampliar sus fuentes de trabajo más allá de lo que el crecimiento industrial puede asegurar por sí solo. Estos objetivos se cubrirán, en parte, por la iniciativa del Estado, que no sólo atenderá a estos objetivos, sino que extenderá sus actividades a campos muy variados de previsión y servicio social con vistas a mantener la lealtad de las mayorías electorales. Esta lealtad también es imprescindible para asegurar la continuidad del proyecto industrializador.

De esta manera, la viabilidad y supervivencia de la industrialización supone considerar todas estas precondiciones. Esto, a su vez, hace que los Estados presten más atención a cómo conservar la legitimidad de la industrialización que a la innovación tecnológica, que era la única que podía asegurar la industrialización a largo plazo. No se trataba tan sólo de modernizar la tecnología para efi0cientizar el sector industrial y ampliar la infraestructura. Más grave aún era que el costosísimo programa industrializador

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