Importancia De Los Frailes En La Nueva España

INTRODUCCION

Al momento en que Hernán Cortes dejo en claro sus intenciones de conquista, los habitantes de México se levantaron en armas en contra de sus opresores como era de esperarse al no querer admitir un cambio impuesto en sus costumbres, aun cuando sus armas eran inferiores que las españolas, los indígenas preferían morir antes de cambiar y servir a los españoles.

Es por esto que los frailes tuvieron una gran importancia en la conquista de la Nueva España, donde hubo tres congregaciones que tuvieron gran influencia, los franciscanos, dominicos y agustinos. Como una manera para ser aceptados ellos buscaron primero que nada aprender el idioma de los nativos al observar la poca intención de aprender Latín, aunado a los paradigmas elitistas que relacionaban el idioma con el clero; posteriormente buscaron fundar escuelas e ir inculcando la religión en base a imágenes del evangelio que podían ser correspondientes con algunas de sus creencias.

Como se mencionó hubo diferentes maneras de convencerlos, unas crueles principalmente impartidas en la Santa Inquisición, otras más tradicionales, sin embargo el motivo fue el mismo, doblegar las costumbres arraigadas por considerarlas anormales e incivilizadas, a través de lo cual solo se logró borrar la individualidad de las civilizaciones.

LA IMPORTANCIA DE LOS FRAILES EN LA NUEVA ESPAÑA

Hubo 3 principales misioneros en México. Los Franciscanos, Dominicos y Agustinos.

Los franciscanos fueron los primeros en ser enviados por el Emperador a la nueva España. Fray Juan de Tecto, fray Juan de Aora y el hermano Pedro de Gante fueron los primeros en llegar a México por orden del Emperador.

Estos 3 misioneros empezaron a predicar, sin saber el idioma, en plazas públicas. Hacían esto a base de señas, pero los indígenas, creyéndolos locos o hambrientos, los ignoraban.

La primera misión de evangelización dirigida por la iglesia fue encabezada por Fray Martin de Valencia acompañado de 12 hombres más.

En 1524, los Doce apóstoles franciscanos partieron de San Lúcar de Barrameda, el 25 de enero, alcanzaron Puerto Rico, se detuvieron seis semanas en Santo Domingo, y llegaron a San Juan de Ulúa, junto a Veracruz, puerta de México, el 13 de mayo.

Al principio se trato de evangelizar el nuevo mundo en latín, pero al ver la poca respuesta, se dio por fracasado el proyecto. Además de que algunas congregaciones no estaban de acuerdo con este proyecto, ya que no concebían que los indígenas estuvieran a la altura de los españoles estudiados.

Se creó un códice, el Libro de los coloquios y doctrina cristiana, compuesto en náhuatl y castellano donde se documentaron todas las pláticas, confabulaciones y sermones que hubo entre los religiosos y los caciques.

La manera humilde y sencilla de los franciscanos fue lo que les ayudo a acercarse a los indios, ya que comían lo que ellos, dormían como ellos y siempre los defendieron de los abusos de los españoles. Después de esto, su prioridad fue aprender el idioma, para lo que los niños indígenas fueron de gran ayuda.

Los franciscanos estaban convencidos de realizar una tarea evangelizadora en lengua náhuatl y por un medio que lograra conmover a los nativos: la representación en vivo de pasajes del Evangelio. Cada uno de esos elementos tenía un significado particular, que los indios relacionaban con sus antiguas creencias. Por tanto, la supuesta evangelización promovida por los franciscanos resultaba incompleta, lo cual condujo a los sincretismos o a la supervivencia de aspectos idolátricos.

Las tradiciones de la orden franciscana dieron forma, en el nuevo mundo, a políticas cada vez más específicas y a prácticas orientadas hacia el mejoramiento de la Iglesia, que enmarcaban la evangelización franciscana, no solo como un instrumento lingüístico de catequización sino también como base para una nueva nación cristiana.

Así pues, la orden franciscana:

• Adoptó formas flexibles.

• Fundó escuelas para indígenas.

• Creía que el conocimiento de las lenguas indígenas era de mayor importancia como instrumento de evangelización.

• Se entusiasma por el buen ingenio que demostraban los indios de sus escuelas.

Los frailes franciscanos administraran en un principio el sacramento del bautismo en forma masiva, reduciendo las ceremonias a lo estrictamente esencial. Esto fue muy criticado por otras órdenes religiosas.

Hacia fines del siglo XVII los franciscanos, con autorización de la Santa Sede, fundaron los colegios apostólicos de misioneros de Propaganda de Fide, pretendiendo con ello dar un nuevo impulso a la evangelización y preparando misioneros para redoblar esfuerzos en todo el territorio de la Nueva España.

Posteriormente, a la expulsión de los jesuitas del territorio nacional en 1767, permitió que los franciscanos se hicieran cargo de sus fundaciones establecidas en el norte.

Por otra parte Los Dominicos, a su llegada en la Nueva España (1526), se alojaron en el convento de los franciscanos. Después de un corto tiempo sólo quedaron tres de doce religiosos dominicos en territorio americano.

En 1528 llega la segunda expedición de dominicos, compuesta por 24 sacerdotes y presidida por Vicente de Santa María.

A un lado de los conventos se establecieron casas en las cuales se alfabetizaba, catequizaba y enseñaba oficios a los aborígenes, aunque se oponían a enseñarles latín.

Desde que llegaron a la Nueva España en el siglo XVI, los religiosos de la orden de Santo Domingo trataron de proteger a los indios de los abusos que cometían los encomenderos en su contra, y con ese fin procedieron al establecimiento de misiones en varias provincias de la colonia.

Al ordenarse la salida de los jesuitas, el padre Juan Pedro Iriarte y Laurnaga, en representación de los dominicos, solicitó en Madrid al propio soberano que les fueran concedidas algunas misiones al sur de la península, a lo cual accedió el monarca en 1768, y con la orden real a su favor, al frente de 26 religiosos, se embarcó Iriarte para la Nueva España a donde llegaron

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