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LOS ELEMENTOS COSMOGÓNICOS, COSMOLÓGICOS, ANTROPOLÓGICOS Y ÉTICA EN EL ESCENARIO POLÍTICO DE LOS MAYAS Y LOS AZTECAS.


Enviado por   •  29 de Abril de 2013  •  2.796 Palabras (12 Páginas)  •  11.381 Visitas

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LOS ELEMENTOS COSMOGÓNICOS, COSMOLÓGICOS, ANTROPOLÓGICOS Y ÉTICA EN EL ESCENARIO POLÍTICO DE LOS MAYAS Y LOS AZTECAS.

En toda Mesoamérica predomina la misma visión del cosmos y su relación con el hombre. El origen de la misma es desconocido y algunos autores lo atribuyen a los primeros Toltecas, fundadores de Teotihuacan. Para otros investigadores su origen sería mucho más antiguo y obra de los primeros y casi míticos Olmecas o “Cabezas Negras”, o traído por el Estrecho de Bering, o por barcas desde Asia o Polinesia.

La civilización maya, con una historia de aproximadamente 3.000 años, se extendió por una vasta región denominada Mesoamérica, en el territorio que en la actualidad forma parte de cinco estados del sureste de México (Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán); y en América Central, en los territorios presentes de Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. Los mayas no eran un pueblo uniforme, sino una serie de grupos étnicos y lingüísticos integrados, entre los que se contaban los huastecas, los tzental-maya y los tzotzil. Su imperio estuvo formado por un conjunto de ciudades que no estaban relacionadas o unificadas en un Estado central, ya que tenían instituciones y costumbres propias.

Entre sus principales obras literarias se encuentran el Rabinal Achí, el Popol Vuh (una narración mitológica sobre el origen del mundo) y los diversos libros del Chilam Balam (un conjunto de 18 obras). Los misioneros españoles, en su afán fanático por imponer y arraigar la religión católica entre los aborígenes, para acelerar el proceso de catequización, ordenaron la quema de todos los libros mayas poco después de la invasión y conquista europea. Sin embargo, su legado científico y astronómico es reconocido a nivel mundial; especialmente su calendario, uno de los más precisos de aquellos días, dividido en 18 periodos de 20 días y un periodo adicional de 5 días de mala suerte que se llamaba Uayeb (“sin nombre ”): 18x20=360+5=365 días. También poseían un calendario sagrado (Tzolkin) de doscientos sesenta días que incluía el cálculo exacto del año solar, de los eclipses, y de los ciclos de planetas y estrellas. El sistema matemático era también muy complejo, basado en 20 símbolos que incluían el cero.

La religión siempre estuvo presente en los ritos agrícolas, en las ceremonias públicas, en el arte y la cultura. Su importancia fue muy grande, fuertemente ligada al control político, a la ideología que sustentó su civilización y que, como las ciencias, estuvo también en manos de un grupo especializado, el de los sacerdotes. La religión maya tenía tres características fundamentales: 1) Era politeísta. Se adoraba a varios dioses a la vez. 2) Era panteísta. Tenía aspectos naturalistas, es decir, se concebía a los dioses como los elementos que integran la naturaleza, los fenómenos atmosféricos y los cuerpos celestes. 3) Era dualista: Partía del principio de que el bien y el mal son igualmente divinos.

Los dioses del bien estaban en constante lucha con los dioses del mal, pero eran tan inseparables uno del otro, como el día y la noche, el padre fecundante y la madre fecundada; la vida y la muerte. Los destinos de la humanidad se veían afectados siempre por esta lucha. Los dioses benévolos producían cosas positivas, como el trueno, el rayo, la lluvia, el maíz y la abundancia. Los dioses malévolos, en cambio, producían el hambre y la miseria, los huracanes, las sequías y la guerra. Un excelente ejemplo de esto es una representación en un códice en la que Chaac, dios de la lluvia, planta un árbol, mientras que, a su lado, Ah Puch, dios de la muerte, lo arranca y lo rompe en dos. Según los estudios realizados, Hunab Ku sería el único dios vivo y verdadero, siendo el mayor de los dioses de Yucatán; no tenía figura, porque decían que no podía figurarse por ser incorpóreo, también se le conoce con el nombre de kolop u wich k'in, que sugiere una deidad de la lluvia, uno de los nombres con el cual también se conoce a Itzamná, el dios maya de la creación, considerado el más importante de todos.

Los mayas creían en la existencia de tres planos del cosmos o universo, a saber: la tierra, el cielo y el inframundo. También concebían al cosmos formado por trece cielos, uno sobre otro, siendo la Tierra la capa más baja. Cada cielo era gobernado por trece dioses, llamados los Oxlahuntikú. Bajo la Tierra había otros nueve cielos, también en capas, dirigidos por los Bolontikú. El último de estos cielos era el Mitnal, el infierno maya, reino de Ah Puch, señor de la muerte. Creían que, antes que el suyo, habían existido otros mundos destruidos todos por un diluvio. El mundo actual era sostenido por cuatro hermanos guardianes llamados Bacabes, localizados en los cuatro puntos cardinales. En el centro del mundo maya se encontraba el Yaxché, o ceiba sagrada, cuyas ramas se elevaban a los cielos y cuyas raíces penetraban en el mundo situado bajo la tierra. Tal tipo de interpretación no desapareció con el dominio español.

Las oraciones formaban un elemento esencial del ritual maya. Mediante éstas se invocaba la ayuda de los dioses en toda clase de actividades: en los ritos de la pubertad y del matrimonio, para librarse de dificultades, para reprimir al demonio que las causaba, para conseguir la maternidad para una mujer sin hijos, para expulsar a los espíritus malignos antes de emprender cualquier ceremonia, para evitar la sequía y las plagas de langosta que producían el hambre, la enfermedad, el robo y la discordia y cambios dinásticos y jerárquicos que conducían a la guerra, y para tener éxito feliz en todo tipo de tareas, agricultura, caza, pesca, comercio. Consideraban que las enfermedades tenían tanto causas naturales como sobrenaturales. Los sacerdotes organizaban las ceremonias, la ornamentación de los templos y la presentación de las ofrendas. Había también juegos de pelota (pot-a tok), dramatizaciones, procesiones y otros festejos. Entre las ceremonias que aún se practican tenemos al Ch’a Chaak, encabezada por el H-men (especie de Chamán), para invocar a los Chaques, ayudantes del dios de la lluvia cuando la temporada de lluvias se retrasa; algo parecido a lo que se hace en Venezuela con el velorio de la Cruz de mayo y el baile de las Turas, típico del estado Falcón y que se celebra en el municipio Turén.

Según la religión maya, después de la muerte el alma empieza un camino a Xibalbá (Metnal, el mundo subterráneo), donde debe atravesar un río ayudado por un perro (el xoloitzcuintle), llevando una pieza de jade. El peregrinaje terminará en el sur adonde llega el alma (el inframundo para las culturas nahuas -entre ellos los aztecas o mexicas- se asocia con el norte y el color negro; para los mayas con el sur y el color amarillo). Sin embargo,

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