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La Manuelita


Enviado por   •  1 de Junio de 2013  •  2.162 Palabras (9 Páginas)  •  376 Visitas

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Con excepción de El desierto prodlqioso y prodiqio del desierto (1650 - 1673) publicada a partir de 1979, tal como vimos en la parte primera de este trabajo, no se conocen otras novelas colombianas de la Colonia. Tampoco se conocen novelas de la época de la Independencia: comenzaron a publicarse en la década de 1840, ya en la República. En consideración a sus méritos literarios y a su carácter auténticamente nacional, Manuela, escrita en 1856, es, sin duda, la obra más acabada y de mayor importancia de estos primeros años fundadores. Su autor, Eugenio Díaz Castro (Soacha 1803 - Bogotá 1865), escribió también cuentos y cuadros de costumbres1 y con José María Vergara y Vergara fundó el periódico cultural El Mosaico. En este órgano apareció Manuela en varias entregas a partir del 24 de diciembre de 1858, precedida de un prólogo de Vergara y Vergara. La segunda edición tuvo lugar en París, después de la muerte del autor (Garnier Hermanos, 1889, en dos volúmenes). Desde entonces se han publicado varias ediciones.

La aceptación de la obra, sin embargo, fue lenta. Como se ve por las fechas mencionadas, pasaron treinta años entre la primera y la segunda edición, siendo la primera en un periódico que, por las circunstancias de la época, tenia una circulación restringida. Jorge Isaacs tuvo conciencia de su importancia; afirmó, poco después de su primera edición, que Díaz es «el primero de nuestros escritores que después de haber vivido en intimidad con la clase pobre y desvalida (... ) la ha estudiado y descrito»2. Salvador Camacho Roldán, en el prólogo de la edición de 1889, resalta sus aspectos ideológicos, la crítica social implícita en las descripciones y los elementos políticos. Afirma que Díaz era conservador, detalle de importancia para comprender mejor el debate ideológico que comporta la novela. Con el paso de los años el prestigio de la novela se consolida y su aceptación se generaliza3

Es una obra típica postcolonial4: no olvida los tópicos, valores y estrategias de la tradición española, pues a ella pertenece, pero procura reformularlos y logra repudiar algunos o desplazarlos. Asi, su posición frente a España es híbrida y negociable. De alguna manera ataca el eurocentrismo, pero no puede superarlo, lo que se evidencia en el debate permanente alrededor de la religión católica y en la búsqueda de influencias europeas diferentes a las españolas. En el aspecto literario encontramos alusiones directas o veladas a El Quijote entre los clásicos, a Espronceda y Zorrilla entre los románticos. Es muy fuerte la influencia del género costumbrista, tan en boga en España y en América. Demóstenes, el protagonista, afirma que «los cuadros de costumbres son el suplemento de la historia de los pueblos» (p.314)5, se confiesa practicante del género y, con frecuencia, la trama se demora para dar cabida a su descripción. Pero acude a otras fuentes no españolas, como las novelas ivan hoe (Edimburgo, 1820) de Walter Scott (1771 - 1832) y los misterios de París (1 843) de Eugenio Sue (1 804 - 1857), mencionadas directamente en la trama, lo mismo que a las Cartas Persianas (1721) de Montesquieu que, como se sabe, tuvieron gran influencia en autores españoles como José Cadalso. Se cita Los viajes de Marco Polo y a «Jorge Juan», seguramente Jorge Juan Santacilla, famoso autor científico de finales del siglo XVIII. En el argumento encontramos ecos de Los novios (1 825 - 182 7) de Manzoni, tanto en la historia principal de Manuela y Dámaso como en una de las historias intercaladas, la protagonizada por Rosa y Celestino. Otra forma de validar un pensamiento propio, aunque incipiente, es la mención de periódicos nacionales de la época, como La Gaceta, El Tiempo y El Porvenir, estableciendo con ellos vías de intertextualidad y resaltando la vigencia de ciertas ideas debatidas por entonces en el país.

La trama

Los hechos de la trama ocurren entre el 5 de mayo y el 20 de julio de 1856; así, el tiempo de la narración coincide con el de la escritura, lo que le da un carácter testimonial. Demóstenes Bermudez, joven ilustrado de Bogotá, quien ha viajado por Estados Unidos y Francia y novio de Celia Jiménez, una muchacha distinguida de familia conservadora de la capital, pertenece políticamente a los «gólgotas», una de las facciones en que estaba dividido el partido liberal (la otra facción era la de los «draconianos» o «radicales»). Llega a una población de clima cálido que dista un día de viaje de Bogotá, en las estribaciones de la cordillera oriental, hacia el río Magdalena, cuyas tierras se dedican principalmente al cultivo y beneficio de a caña de azúcar (panela, mieles y guarapo) y fundada, según la novela, hacia 1750. Este pueblo no aparece con su nombre propio, sino aludido como «la parroquias, pero algunos críticos han identificado en él la población cundinamarquesa de Mesitas del Colegio, en la antigua provincia del Tequendama, bañada, como «la parroquias, por las aguas incontaminadas (en aquel tiempo) del río Funza o Bogotá. Por cortos espacios la trama se traslada a la sabana de Bogotá y a otro pueblo, Ambalema, famoso en aquella época como centro de la explotación y exportación del tabaco, localizado en el valle del Magdalena, a dos días de viaje desde la parroquia, por los caminos de entonces. Se mencionan otros pueblos como Guaduas, por su presidio y Cáquesa, por sus trapiches, v el camino utilizado para ir de Sogamoso a la región de Antioquia, por el nevado del Ruíz. Éstas y otras menciones dan a la novela realidad geográfica y espíritu realista y nacionalista, propios de una obra postcolonial.

Demóstenes se aloja en la casa de Manuiela, una joven carnpesina de 17 años, bella, inteligente y despierta, con quien sostiene extensos diálogos, a través de los cuales el lector conoce los antecedentes y circunstancias de muchos de los parroquianos. Ella está prometida a Dámaso Bernal, un joven que labora en Anbalema. Otro de los personajes centrales es Tadeo Forero, draconiano, quien mantiene a la población en estado de zozobra. Es un típico «tinterillo», que por ciertos manejos ha cobrado dominio sobre los jueces locales: falsifica documentos, acude a testigos falsos, calumnia e inicia procesos judiciales temerarios para hundir a las personas de bien que se interponen en su camino. Siguiendo órdenes secretas de la capital se apresta a manipular las próximas elecciones. Varias jóvenes han sido víctimas de sus abusos, principalmente Cecilia- ahora acosa a Manuela. Este acoso, mezclado con las intrigas políticas y la presencia de Demóstenes, hace que Manuela se convierta en el centro de la trama y que a su alrededor giren los demás personajes, justificándose así el titulo de la novela.

Otros personajes son el cura, que en política defiende ideas conservadoras, pero que alardea de sus conocimientos científicos y botánicos (p.32); los propietarios de haciendas s trapiches Eloy, Blas, Cosme, Matías, que representan el poder económico; Dimas y Elias expertos cazadores y baquianos de montería. La situación se complica en vísperas de las elecciones, porque las personas toman partido por uno u otro bando. La novela termina de manera trágica. Demóstenes ha viajado a la capital para reconciliarse con su novia, abandonando a Manuela a su suerte. Tadeo y sus secuaces incendian el templo, para evitar el matrimonio de Manuela y Dámaso. Muere la joven y la población es invadida por las tropas del gobierno que vienen a controlar «la revolución».

Demóstenes es caracterizado como «caballero» o «cachaco». Viaja acompañado por un criado de raza india, José Fititá, y por un perro fino, «Ayacucho». Un arriero trae sus pertenencias, consistentes en ropas y libros. Al comienzo no está claro cuál es el motivo de su viaje; quizá sea víctima de persecución política, teme algún atentado, o simplemente desea dedicarse a la observación científica del medio ambiente, la geografía y las personas. Más adelante se descubre su interés por obtener votos: ya cumplió como representante a la Cámara por su partido y ahora pretende ser Senador (p. 297). Sus maneras son «educadas», y trata a las campesinas como si fuesen grandes damas de la capital. Manuela, en especial, se burla de este trato, impropio de las circunstancias. Está descrito, además, como un idealista, que piensa que basta cambiar la Constitución para que reine la igualdad social. Dice luchar «por la soberanía de la mujer», no pierde oportunidad de ayudar a los humildes, mantiene un discurso erudito, de tendencia liberal, laica y humanitaria y se queja de que en la parroquia se malinterpreten las buenas intenciones de los legisladores. Asiste a reuniones y certámenes con el ánimo de documentarse para escribir sobre las costumbres y caracterizar las distintas razas y culturas. Colecciona y estudia la fauna y la flora y mantiene con el cura extensas conversaciones sobre los adelantos de la medicina, las propiedades saludables del tabaco y sobre el sistema óseo de los micos en comparación con el de ciertos humanos (pp.87, 190, 314). Se interesa también por unas piedras grabadas con caracteres indígenas (p.65). La aplicación de sus ideas lo lleva a cometer arbitrariedades: pretende impedirle a su novia Celia que practique el catolicismo, con grave deterioro de sus relaciones; no tolera ciertas costumbres, como la de «bailar al muerto», reclamándole al cabildo y al cura "mano dura en estos casos". Está convencido de poseer la "verdad" y pretende imponérsela .los demás. Sus ideas con tan excluyentes y autoritarias como ciertas formas de gobierno que pretende combatir. Este liberalismo utópico e intransigente, de ribetes ilustrados, científicos y socialistas, fue característico de algunos programas políticos de la Colombia del siglo pasado.

En realidad, el narrador, exagera la caracterización de Demóstenes llevándola hasta lo ridículo: se empeña en difundir su pensamiento "libresco" entre los campesinos, con términos técnicos y apreciaciones que sus oyentes no alcanzan a conprender. Se perciben entonces ecos de El Quijote: Demóstenes, como don Quijote, le predica a unos sanchos y éstos repiten sus palabras finas por juego o burla. Si dice "aberraciones" su criado repite "herraciones" (p.32). En una visita que le hace a Clotidle, la hija de don Blas, el rico propietario del trapiche "El Retiro", Demóstenes, a pesar de su maneras elegantes, torpemente unta con carbón las manos a Clotilde, mata sus guacharaca preferida, ensalza a la criada con el título de Señora, se presenta en el comedor con retraso y firma el cuaderno de la sal como sí fuese el libro de visitas de un castillo(p.121). En éste y otros pasajes, tales torpezas le dan un carácter irónico o caricaturesco, configurándose una crítica hacia la ideología liberal: es tan perfecta y sublime que no hay que pensar en aplicarla en este medio "primitivo". Al ridiculizar a su protagonista, Díaz ridiculiza a toda una clase social, sobre todo capitalina, y a toda una ideología política.

La burla, la v parodia y la caricatura van más allá: es paródico el diálogo entre Demóstenes y el cura sobre el género costumbrista (p.344), pues en él se perciben ecos entre serios y burlescos del diálogo que sostuvieron el Canónigo de Toledo y el género de caballerías. En un episodio de cacería, Demóstenes contrata los servicios del mejor cazador y montero de la parroquia, ñor Dimas, quien no sólo se extravía en el monte sino que termina ridículamente colgado de una soga que ha puesto como trampa otro cazador (cap.VII)

De otro lado, las relaciones entre Demóstenes y Manuela son de acercamiento y coqueteo. Ella admira su caballerosidad, su distinción,en el trato, su porte elegante, sus conocimiento y su dinero. El en ella su viveza, su belleza, su espontaneidad Los diálogos asumen un carácter cariñoso e intimo, situación que se facilita porque él vive en casa de ella, a modo de pensión A él le gusta verla caminar, porque ella «tenia gentileza en su andar, belleza en su cintura y formas, que a favor de su escasa ropa, se dejaban percibir como eran» (p.40). En una sesión de baile, Demóstenes le propicia caricias intimas; ella se queja de «cosquillas», pero no rechaza de manera tajante la situación (p.96). El narrador llega a utilizar frases aún más sugerentes «sus manos estrechaban con dulzura los miembros palpitante de (la) beldad» (p.99). En otra oportunidad ella desciende d un zarzo y «se fue dejando resbalar para que la cogiese do Demóstenes» (p. 1 71). A cada paso el lector espera una escena pasional entre Demóstenes y Manuela. Al final, Demóstenes se confiesa enamorado de ella y de inmediato se dice: «es preciso partir» (p.440) y, en efecto, abandona la parroquia. Sus relaciones con Manuela no pasaron de un filtreo ingenuo e inocente. La conciencia de clase y sus ambiciones políticas pudieron más que el deseo. Demóstenes regresa con Celia, su prometida, para efectuar posiblemente una unión de conveniencia, y desoye los dictados de su corazón. Al manejar de esta manera la trama amorosa, el autor no sólo se aparta del patrón romántico, sino que añade un elemento más de ironía y de crítica a este personaje «cachaco»: a pesar del humanismo que pregona y de su interés aparente por los humildes, privan en él las consideraciones económicas de carrera y de abolengo.

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