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Manulita Saenz


Enviado por   •  22 de Marzo de 2014  •  1.604 Palabras (7 Páginas)  •  407 Visitas

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MANUELITA SAENZ:

LA LIBERTADORA DEL LIBERTADOR.

Hoy, al ver tu foto me he devuelto en el tiempo y me encuentro 21 años atrás. Nuevamente y como siempre estoy pensando en ellos y principalmente en el Libertador: Simón Bolívar.

No se en que momento, habiendo tantos labios tuve que besar los que fueron castigo, me entregue a un amor poderosamente impulsado por la pasión, la sed de gloria y la ambición de señorío. Ahora sufro el dolor de la soledad, de la ingratitud y el olvido. Goce de los frutos de lo grande y lo maravilloso y saboree la hiel de las tristezas, del frió, del silencio y del abandono que padecen las más altas cimas.

En mi despliegue de soberbia, inteligencia, sagacidad, orgullo, valentía, desinterés y señorío; se escondía las lagrimas, la cobardía, los recuerdos que jamás se borran, las preguntas que pareciera no encontrar jamás respuesta, el tiempo y la distancia que aun no actúan para poder perdonar pero nunca olvidar.

Nací en Quito (Ecuador

27 de diciembre de 1797. Fui una niña bien nacida y mal nacida. Bien nacida pues mis padres, tanto madre como padre pertenecían a familias acaudaladas, de buena posición social y como tal, de buenas relaciones sociales y políticas. Mal nacida, porque fui el producto de un amor prohibido y permitido entre la misma sociedad “El Adulterio”. Y como siempre los padres no son suficientemente maduros para aceptar las consecuencias de sus actos y culpan a sus hijos para que sufran y asuman la inmadurez de ellos.

Mi padre Simón Sáenz se preocupo por comprar mi cariño o mejor pagar porque otras personas me dieran el cuidado que él no estaba en condición de brindarme. De un momento a otro él empezó a quedarse solo, pues mis tres hermanos están creciendo y piensa educarlos y hacer de ellos militares y comerciantes, pero en sus proyectos no tiene a su hija, no me incluye en su vida personal.

Mi madre María Joaquina Aizpuru ya no siente nada por mi padre, se van desapareciendo las ilusiones sentimentales hasta llegar a no entregarse a mi padre. Ya no lo ama, ni siente atracción por él, se ha extinguido la llama del amor y para siempre empieza a odiar poco a poco. En todos esos sentimientos que mi madre siente hacia mi padre yo participo, me empiezo a quejar que nunca tuve padre y permito poco a poco que en mi corazón brote y se alimente un sentimiento capaz de hundir y volver polvo a quien se ponga delante, hombre o mujer.

Me casé muy joven, con el medico ingles Thorne, un profesional que me doblaba la edad; en ese tiempo los matrimonios se arreglaban de familia a familia sin que rigiera el amor. Lo abandone para vivir con el Libertador cuando se encontraba en toda su gloria, en la cima de todo poder.

Antes de entrar a la pubertad me faltaba por vivir una experiencia que marcaría mi vida: LA REVOLUCION. Mi entusiasmo llegaba hasta el fanatismo. Mi vida se recopila en cuatro pilares: SER LIBRE en cuanto amar con delirio u odiar en el mismo grado, SER REBELDE y revolucionaria, ENTENDER la vida a lo grande y CONFRONTAR las ingratitudes, los desprendimientos y generosidades hasta la actitud mas elevada.

Entonces entre lucha y lucha, con esfuerzos para lograr la libertad donde reinada la tiranía; trabaje con desinterés abandonando mi fortuna y mi tranquilidad hasta lograr mi poder personal que me llego a hacerme temible en Bogotá, Lima y Quito. Entonces mi celo femenino, mi patriotismo, mis grandes amores y mis grandes odios que vibraban en mi alma comenzaron a actuar poderosamente. Fue difícil para los conspiradores luchar con una mujer de semejante carácter.

Con inteligencia sencilla y audaz, el 10 de agosto de 1828 le salve la vida al Libertador de una muerte segura. Poco tiempo después, el 25 de septiembre del mismo año; igualmente le salve la vida al Libertador, aunque me derribaron, me maltrataron, uno de los conspiradores golpeo mi frente con sus botas, diez puñales me amenazaron. Pero… con el odio en el alma y en los labios yo no cesaba de gritarles: Mátenme cobardes, maten a una mujer. Y desde ese momento llevo el nombre de MANUELITA SAENZ: LA LIBERTADORA DEL LIBERTADOR, y no porque en si yo haya conquistado o libertado el corazón de Bolívar sino por salvar de las garras de la malicia su vida.

Al correr del tiempo, yo conservaba mi modo burlón por las cosas mas serias. Se forjaba en mi espíritu femenino, endiosado por los triunfos, cierta vanidad y coquetería que comenzaba a ser censurada. Una mujer de fuego y caprichosa, tan sólo risa y desprecio. Quizás estas historietas de amor eran por no causar dolor, quizás moje mis labios con otros que supieran a miel, quizás calle

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