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Poblamiento De América: Teorías Científicas Y No Científicas


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  2.574 Palabras (11 Páginas)  •  6.093 Visitas

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Trabajo de Investigación:

El poblamiento de América: Teorías científicas y no científicas

Introducción

Inevitablemente se llega a la pregunta insoslayable: ¿Quiénes fueron los primitivos pobladores de América? La opinión general considera que los pobladores americanos originales eran de origen mongoloide, aunque entre ellos se perciben otras características australoides y melanesoides.

El origen de los elementos no mongoloides se había estudiado y analizado detalladamente elementos americanos, pero en su opinión, lo que había que hacer era definir las posibilidades amplias, los elementos raciales que existían en aquel entonces en Asia, tiempo de las migraciones tempranas por el estrecho de Bering. En éste punto se exponía el primer argumento: primero, las evidencias que se disponía indicaban que la raza mongoloide alcanzó su actual distribución geográfica mediante una expansión rapidísima. Segundo, es bien sabido que la presencia de cultivadores neolíticos alteró gravemente el modo de distribución de los recolectores y cazadores, con importantes repercusiones en la genética de los pobladores.

Si asumimos un potencial mucho mayor de aumento de la densidad de población con los agricultores, es posible que la aparición de la agricultura y la expansión de los mongoloides por Asia no fueran fenómenos separados, si no simultáneos.

Por esa razón, las poblaciones actuales de Asia no podrían ofrecer las pruebas necesarias para resolver el problema del origen racial de los americanos.

Desarrollo

Teorías científicas

Sobre el poblamiento de América se han tejido una serie de conjeturas, al igual que un número respetable de tesis, algunas de las cuales son, hoy por hoy, teorías para muchos cientistas y estudiosos y leyes para otros.

Está prácticamente aceptado que el paso a través del estrecho de Bering por parte de los primeros pobladores de América se realizó sin tener que recurrir a la navegación, en un momento en el que el descenso del nivel del mar se unió Siberia con Alaska.

Durante los momentos más fríos de la última glaciación, la cantidad de agua retenida en forma de hielo sobre los continentes fue tan grande que el nivel del mar descendió una media de 100 metros respecto a su altura actual.

Una regresión marina de esta magnitud es suficiente para dejar al descubierto la plataforma de cientos de kilómetros cuadrados de extensión denominada Beringia, que habría unido ambos continentes en éstas etapas frías. En las pulsaciones más templadas Beringia se reduciría o desaparecería.

Los estudios palo ambientales han demostrado que aunque este puente de tierra estaba libre de hielos en los estadiales, su clima era extremadamente frío y el medio ambiente que predominaba en ella es equivalente a la tundra actual. Al sur de Alaska, sin embargo, dos enormes glaciares continentales cubrían casi dos tercios de América del norte: el Laurentino, que llegaría desde la había de Hudson hasta in frente que uniría los Grandes Lagos, con el Saskatchewan, y éste a su vez con el Mackenzie, y el Cordillera, que descendía a ambos lados de las Rocosas.

Esto impediría eventualmente el paso hacia el sur de los recién llegados, aunque existen evidencias de que ambos glaciares no llegaron a unirse en ningún momento durante la última glaciación.

De ser así, habría siempre un pasillo libre de hielo entre Alaska y la Gran Llanura Meridional, que junto a su equivalente de la costa pacífica, hoy en día sumergido, constituiría la vía seguida por los primeros habitantes de América en su expansión hacia las regiones más meridionales.

Otra posibilidad es que las primeras migraciones se limitasen a la ocupación del territorio del noroeste y que sólo cuando los glaciares empezaron a retroceder, se colonizó el resto del continente.

También los estudios de antropología física confirman de hipótesis del origen asiático para los primeros ocupantes de América: aunque los amerindios están bastante diversificados, todos ellos presentan afinidades anatómicas con los pueblos del noroeste de Asia.

Algo parecido revelan los estudios lingüísticos, que han permitido agrupar las lenguas de los indígenas americanos en tres grandes familias: Una principalmente amerindia, que reúne a todas las lenguas habladas en América del sur y parte del norte; otra que sería la de los indios atapascanos, y los terceros que incluirían los dialectos aleutiano-esquimales. El grado de diversificación de cada una de éstas familias, así como su extensión geográfica, indican que la primera es la más antigua de todas y que la tercera es relativamente la más moderna.

Si se unen estas evidencias antropológicas a los hallazgos arqueológicos, parece fuera de toda duda que el poblamiento americano comenzó con una migración, que fue la que originó todos los pueblos indígenas del sur de Canadá, con excepción de los atapascanos meridionales (apaches y comanches). Todavía es difícil determinar en que momento aparecen los antecesores de éste segundo grupo y cuales son las relaciones que mantienen los aleutianos y esquimales.

Esto nos deja reducido al origen de los atapascanos en dos opciones: Una que niega la posibilidad de que utilizasen la navegación en su viaje hacia Alaska, situaría su llegada en el Wisconsin; otra, en cambio, atribuye su aparición a un momento más tardío y los vincularía con nuevos sistemas de explotación de los recursos costeros.

Cuando se comparan a los nativos americanos con otras razas vivas, podemos encontrar que son muy similares a los pueblos mongoloides de Asia. Los caracteres físicos visibles, que éstos grupos comparten, son el cabello negro, lacio y grueso, rostro y cuerpo lampiños, piel marrón clara, ojos marrones, pliegues epicánticos en los ojos (sólo excepcionalmente presentes en las poblaciones americanas), pómulos altos y alta frecuencia de incisivos en forma de pala.

Tanto en Asia como en América, los niños desarrollan a veces una coloración purpúrea de la piel a la altura del sacro, conocida como “mancha mongólica”.

Los patrones de distribución de rasgos invisibles, genéticamente determinados, ofrecen una evidencia menos clara de semejanzas. En América, el grupo sanguíneo de tipo O es predominante; en las poblaciones de Sudamérica y Centroamérica no hay otro tipo de grupo sanguíneo, en cambio, las poblaciones asiáticas se caracterizan por tener más alta frecuencia del mundo sanguíneo del tipo B (11-25 por 100).

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