Reseña La Franja Amarilla

La Franja Amarilla

“William Ospina”

En esta ocasión, William Ospina hace una reflexión acerca de la problemática socio política que se vive a nivel nacional, haciendo énfasis también en un concepto psicológico que nos hace pensar cada vez más en el beneficio particular, haciendo posible únicamente el desarrollo personal -“cuando se consigue”- a costa de otros generalmente con menos poder.

Ospina parece impulsado por la impotencia y el dolor de patria, al ver como los altos mandos del país, desde la política en adelante y pasando por todos los niveles, demuestran un alto grado de indiferencia ante la situación de los menos favorecidos, generando una cultura de indiferencia social que es trasmitida generación a generación.

Pero más allá de la crítica y del reconocimiento de la injusta, la inmoralidad, la desigualdad, el alto índice de pobreza, desempleo y mendicidad, Ospina nos lleva a reflexionar acerca de la posición del pueblo ante esta deprimente situación, donde nos venden la idea del conformismo y el pueblo la compra de inmediato.

Según el punto de vista del autor, es inaudito y doloroso ver como nuestro pueblo es sometido a una serie de injusticias sociales, y nadie reacciona, nadie se queja, nadie exige y lo peor…nadie dice nada!

Una de las cosas más densas es el reconocimiento de la mendicidad en la ciudadanía, a esto me refiero con que no solo los mendigos están en las calles, si no también entre nosotros, la clase obrera, los q trabajamos día a día esperando que de repente algo cambie la realidad de este país y el gobierno se encarga de alimentar cada vez más esta mendicidad dando el mismo ejemplo.

El gobierno es un mendigo también, la diferencia de su mendicidad radica en que lo son por corruptos mientras que el pueblo lo es por costumbre. Así es, la mendicidad del gobierno se manifiesta cuando han terminado de robarse los recursos que supuestamente estaban asignados al pueblo y posteriormente acuden a la empresa privada para pedir ayuda y darle a la gente lo que deberían. Aquí se agudiza aún más el problema, el pueblo termina agradeciendo algo que por derecho le corresponde. Es así como la cadena de mendicidad no tiene fin. Comienza desde arriba y no desde el mendigo callejero como podría creerse.

En lo personal, esta es una situación que recuerdo desde que era un niño. Colombia no es un pueblo en decrecimiento, somos simplemente el mismo pueblo de siempre. Pobre, resignado, conformista y corrupto. Basta con darle una ojeada a los desfalcos que se presentan cada año. Tal vez no todos salen a la luz pública pero, alguna vez nos hemos preguntado; como sería la situación de esta nación si los dineros que deberían estar destinados al pueblo, llegaran al pueblo?

Pero aún más

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