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Situación Politica De Norteamerica


Enviado por   •  27 de Marzo de 2013  •  2.184 Palabras (9 Páginas)  •  1.141 Visitas

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Situación política en Norteamérica

Existe hoy una nueva situación política en Estados Unidos y en el mundo. Aunque la abrumadora victoria presidencial de Barack Obama no era inesperada, ahora que ya ha ocurrido, la forma en que demostró al mundo que algo grande ha cambiado en la clase obrera de los Estados Unidos, es tan sorprendente que muchas personas aún lo encuentran difícil de creer.

La larga historia de racismo en Estados Unidos parecía imposibilitar en un futuro cercano la elección de un presidente africano-americano. El desplome de Wall Street y la crisis capitalista más grave en 75 años detuvieron la intolerancia que pudo haber impedido la victoria de Obama.

Un número récord de votantes africana-americanas, latinas y una ola de votantes jóvenes—incluyendo a decenas de millones de trabajadoras blancas de Virginia y Carolina del Norte, Indiana, Ohio y Pennsylvania—solidificaron la coalición multinacional electoral que hizo historia.

Por supuesto, la clase dominante de Estados Unidos está todavía firmemente al mando. La lealtad al imperialismo estadounidense de los dos partidos políticos gobernantes, incluyendo al presidente electo, todavía está intacta.

Es cierto que muchas en la clase dominante de Estados Unidos concluyeron que Obama podría ser el cambio radical que su gobierno necesitaba para bregar con la crisis que se avecina. Pero este hecho no puede negar el papel de las masas en este fenómeno ni sus sentimientos.

En las comunidades africana-americanas desde Chicago hasta Harlem incluyendo la zona devastada por Katrina en Nueva Orleáns, hay júbilo por el resultado de estas elecciones, y aún mayor, un sentimiento de liberación del racismo nacido de la esclavitud y después convertido en estatus no oficial de segunda clase, forzado por el terror a manos de la policía, las prisiones y del KKK.

De hecho, cientos de miles de personas por todas partes, espontáneamente en su mayoría, se lanzaron a las calles después de que Obama fuera declarado ganador y el primer presidente africano-americano de un país construido por el trabajo de esclavas africanas.

Y la celebración no fue exclusivamente de la comunidad africana-americana. Por todas partes, tanto dentro como por fuera de las fronteras de los Estados Unidos, la gente de todas las razas y nacionalidades llenaron las calles llorando, gritando y abrazando a extraños como si una ocupación larga, terrible, reaccionaria y sofocante, representada por el régimen de Bush, finalmente había terminado.

¿Restaurarán estas elecciones la fe del pueblo en el sistema capitalista y el gobierno en el momento en que la exposición del sistema y del gobierno es tan crítica para forjar la lucha masiva en contra del capitalismo? Quizás por un tiempo, pero no durará mucho.

En los próximos días y meses, el sufrimiento masivo impuesto por la profundización de la crisis económica capitalista mundial y la realidad de la continuación de las guerras de Estados Unidos en Irak, Afganistán y en otras partes, dejará ver la verdad de lo que ha cambiado o no como resultado de las elecciones presidenciales.

El inevitable descubrimiento de qué cambio el gobierno entrante representa, y cómo las masas de obreras y oprimidas en Estados Unidos y en todas partes del mundo reaccionen a esta revelación, proveerá en gran parte el contenido de la lucha mundial en contra del imperialismo estadounidense en el próximo período.

En lugar de esa revelación, podemos decir que algo ya ha cambiado. Sólo el tiempo nos dirá cuán profundo y significativo es ese cambio. El pueblo, en decenas de millones, ha despertado y tiene expectativas desesperadas. El pueblo quiere que el gobierno capitalista de los EEUU acabe con las guerras en el exterior, que ponga un alto a los despidos y las ejecuciones hipotecarias de viviendas, que proporcione cuidado de salud y educación.

¿Terminará las guerras el nuevo gobierno? O ¿sacará las tropas de Irak sólo para desplegarlas hacia Afganistán?

¿Va el nuevo gobierno, con una amplia mayoría en el Congreso, a rescatar a las trabajadoras que están perdiendo sus empleos y sus casas? ¿Se pondrá del lado de las trabajadoras y en contra del capital?

Una de las cuestiones que probablemente surgirá ante el nuevo gobierno del Partido Demócrata es una simple propuesta de ley que hace tiempo está pendiente requiriendo que una mayoría de las trabajadoras en un lugar de trabajo firme tarjetas de afiliación a un sindicato para ser reconocidas como pertenecientes a un sindicato. El movimiento sindical ha estado esperando a que pase esa ley. ¿Pasará y se firmará esa propuesta de ley?

El pueblo quiere que el gobierno le rescate y no a Wall Street. Es peligroso despertar al pueblo y despertar esperanzas.

Ahora que el pueblo ha despertado podría organizarse y luchar para ganar lo que quiere y lo que necesita. Más que nada, es este potencial lo que indica una nueva situación política en los EEUU y en el mundo.

El sentimiento en las calles de ciudades grandes y pequeñas a través de los EEUU en la noche de la votación era que ahora todo es posible, y esto es cierto.

El 11 de mayo de 1831 arribaban a la isla de Manhattan, Nueva York, Alexis de Tocqueville y Gustave de Beaumont. Permanecerían en América nueve meses aproximadamente, período durante el cual recorrieron diversas ciudades fabriles del norte hasta llegar a Québec, y también del sur, como Tennessee, Alabama, Georgia y Nueva Orleáns. Por una serie de contratiempos no atravesaron el río Mississippi, aunque se percataron de la lenta marcha del pueblo norteamericano hacia el Océano Pacífico.

Durante su travesía por la Unión ambos viajeros observaron el funcionamiento de la democracia, admirándose a cada paso de la poderosa influencia que ejercía el principio de igualdad de condiciones sobre las leyes y costumbres que regulaban la vida de los angloamericanos. Así, según cuenta Tocqueville en uno de los capítulos iníciales de La Democracia en América, “a pesar de encontrarse en vigencia la ley de representación no fue nunca aplicada en las comunas”. Los asuntos locales se resolvían diariamente en la plaza pública, al mejor estilo ateniense.

Este gusto natural de los estadounidenses por el autogobierno, sumado a las impensadas consecuencias que trajo la aplicación de la ley de sucesiones, desempeñaron para el escritor francés un papel determinante en la construcción del estado social profundamente igualitario que ostentaban los norteamericanos a comienzos del siglo XIX. En este sentido, la obligación impuesta a las familias de repartir por igual los bienes del padre entre todos sus hijos derivó en una verdadera revolución de la propiedad:

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