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CUADRO COMPARATIVO DE LAS CONSTITUCIONES DE 1886 Y 1991


Enviado por   •  26 de Mayo de 2012  •  1.926 Palabras (8 Páginas)  •  2.425 Visitas

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCION 4

Cuadro comparativo 7

Bibliografía 9

INTRODUCCION

Uno de los grandes aciertos de la Constitución de 1991 fue su tentativa por superar un orden normativo, que era homogeneizante y excluyente, a fin de construir una sociedad plural, diversa y más incluyente. Veámoslo. La Carta de 1886 señalaba que la nación colombiana se reconstituía como una república unitaria, y que la religión católica era un elemento esencial del orden social, de suerte que sólo eran aceptados los cultos y prácticas que no fueran contrarios a la moral cristiana. Además, a partir del plebiscito de 1957, que dio origen al Frente Nacional, los cargos públicos eran repartidos entre los partidos liberal y conservador. En cambio, la Constitución de 1991 proclama que nuestro país es una república pluralista, que reconoce la autonomía de las entidades territoriales y protege la diversidad étnica y cultural como bases de la nación colombiana. Estas pocas normas marcan uno de los cambios más importantes que introdujo el proceso constituyente de 1991: el paso de la idea de que la construcción del orden nacional sólo podía hacerse por la imposición de valores homogéneos, como la religión católica, desde un centro de poder (la capital), a la tentativa de elaborar colectivamente una identidad nacional, a partir del reconocimiento de nuestra enorme diversidad cultural, étnica y regional. Esta diferencia de enfoque se explica en parte por la diversidad de los procesos constituyentes. Así, a pesar de las reformas modernizantes de 1910 y 1936, la Constitución de 1886 conservó muchos rasgos autoritarios derivados de los procesos excluyentes que le dieron origen. Por ejemplo, en la asamblea de delegatarios de 1886, Miguel Antonio Caro, quien al parecer nunca conoció el mar, representó a la provincia de Panamá. (¿Podemos extrañarnos de la secesión de Panamá?) Estos gramáticos santafareños se sentían entonces capaces de legislar para un país, que poco conocían y que en cierta forma despreciaban. En cambio, a pesar de sus limitaciones, la Asamblea Constituyente de 1991 fue bastante pluralista, para los estándares colombianos, pues no sólo incluyó guerrilleros desmovilizados (AD-M 19) sino también representantes de minorías étnicas y religiosas.

No es pues de extrañar que los destinatarios de estas dos constituciones sean también distintos. Así, la idea de ciudadano que subyace a la Carta de 1886 era la de un hombre, blanco, católico, hijo legítimo, que vivía preferiblemente en la capital, que pertenecía a alguno de los partidos tradicionales, y que obviamente no se había divorciado ni tenía ninguna inclinación homosexual. En cambio, los rasgos del ciudadano de la Constitución de 1991 no están tan claramente delimitados, precisamente porque esta Carta busca incluir 2

la diversidad y confiere a las propias personas la responsabilidad de definir su identidad y su destino. Sabemos que este ciudadano es un colombiano mayor de edad y que goza de derechos y tiene también ciertas obligaciones; pero puede ser hombre, mujer o incluso hermafrodita; puede ser blanco, negro, indígena, mestizo, mulato, etc; sus preferencias sexuales no pueden ser motivo de discriminación; y obviamente no tiene por qué hacer parte de un determinado partido o de una religión en particular para poder participar en política o gozar plenamente de sus derechos. En pocas palabras, si el ordenamiento de 1886 pretendía instituir un orden centralista, homogéneo y homogeneizante, el proyecto que subyace a la Constitución de 1991 es diferente: construir una identidad nacional plural, que no ve en las diferencias una amenaza a la paz social sino riquezas culturales y potencialidades de desarrollo democrático, que deben entonces ser reconocidas y protegidas. La Carta de 1991 es entonces la constitución de la diversidad, pues no sólo reconoce y ampara las diferencias sino que constituye e instituye mecanismos jurídicos y políticos para potenciarlas, como la jurisdicción indígena, las acciones en favor de grupos discriminados, o las circunscripciones electorales para minorías. Ahora bien, esta tentativa por promover la diversidad ha sido relativamente exitosa pues ha permitido que se expresen voces que habían sido silenciadas y que se manifiesten identidades que habían sido invisibilizadas. Colombia ya no es un régimen confesional, consagrado al sagrado corazón, sino que es un Estado laico, que reconoce la igualdad de todas las confesiones, con lo cual, muchos no católicos son hoy ciudadanos con plenos derechos. Los indígenas han logrado recuperar derechos históricos sobre sus territorios y sus formas de administrar justicia. Los homosexuales han ganado espacios jurídicos y sociales impensables algunos años atrás. Muchas discriminaciones contra las mujeres han sido eliminadas. Pero obviamente este proceso ha tenido también limitaciones. Por ejemplo, es claro que la Constitución no reconoce a las negritudes derechos iguales a los indígenas, sin que sean muy claras las razones de esa diferencia de trato. Además,

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