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Cesare Beccaria Ensayo De Los Delitos Y De Las Penas


Enviado por   •  1 de Febrero de 2012  •  1.900 Palabras (8 Páginas)  •  2.346 Visitas

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A cada delito su pena, y según la gravedad de este también la rigidez de la condena, no puede ser castigado un asesinato de la misma forma en que se castiga un robo o una estafa, y es por eso que debe existir un margen que determine cuál sería la gravedad de cada delito, considerando que son más graves aquello delitos que afecten a la comunidad.

Sin lugar a dudas, en la antigüedad se tomaba muy en cuenta la religión para atacar los delitos, y más que delitos contra la sociedad, eran condenados aquellos que atacaran a la iglesia y sus representantes, eran más tomados en cuenta los pecados religiosos que los delitos terrenales, ya que los primeros iban en contra de la “voluntad divina”, mientras que los segundos los consideraban “interés personal”, irónicamente ya que las autoridades y los representantes de la iglesia eran los que se llevaban las mayores ganancias personales de los inhumanos juicios que se realizaban.

En esta propuesta o “código” realizado por Cesare Beccaria se dividen por primera vez los delitos, dependiendo de quién se vea afectado por las acciones de los hombres; delitos contra la sociedad, contra las personas y contra la inmoralidad.

Dentro de los delitos contra las personas encontramos aquellos que afectan el honor de una y que como resultado de este se generan los duelos, encuentros entre hombres para defender sus familias, su patrimonio o su honor, otorgando para esto muchas veces sus vidas, pero el autor promueve un nuevo sistema en el cual se castiga al instigador por haber sido que causara el conflicto, no al que ha tenido que defenderse. Esto es una acción que demuestra claramente que no se apoya ni se promueve la violencia, sino que se busca civilizar las acciones de los particulares entre ellos. Es un avance que costó mucho aceptar, y que incluso hasta el sol de hoy, no se ha finalizado.

Entre los delitos contra la sociedad, están encuadradas esas conductas que afectan la vida en común, que perturban la tranquilidad pública, y respecto a esto se consideró que se debía implementar un sistema de vigilancia en las calles para regular el comportamiento de los hombres para con los hombres. A pesar de que en los lugares menos desarrollados el crimen es demasiado para tener sobre este un control adecuado por los organismos públicos, para la época de Beccaria el nacimiento de la policía como un órgano promovedor de seguridad y de estabilidad social era algo que, implementado de la forma correcta, sería todo un éxito, pero tomó mucho tiempo poder crear una organización que realmente funcionara, y mucho más tiempo tomó el educarlos para que no fuesen ellos mismos quienes aplastasen a su prójimo. Lamentablemente, hoy en día la policía sigue siendo objeto de burlas en muchos lugares, y en otros como en nuestro país, un órgano en el cual los propios ciudadanos no logran confiar debido al alto nivel de corrupción habido dentro de ésta.

En la época medieval, ser acusado era una vía segura a torturas, tratos inhumanos, despojos, maltratos y muerte. Comenzando por el hecho de que el acusado no conocería los rostros de sus acusadores, y muchas veces tampoco conocería su crimen, pero que aún así, lo obliguen a confesar que lo cometió a base de torturas ¿Cómo puede un hombre luchar contra ello? Exactamente así se llevaban a cabo los juicios, cuando un hombre era visto como amenaza para la autoridad su vida era acabada por la mano de los jueces, de la forma más horrorosa según el crimen cometido (recordemos que los crímenes religiosos eran más importantes que los civiles), y sin la más mínima posibilidad de evitarlo, porque incluso el pueblo mismo donde este individuo se desarrolló visualizaban estos actos como entretenimiento, de una forma sádica y enfermiza, al mismo tiempo de horrorizados de ser los próximos; es por eso que el autor promueve un juicio justo, donde el reo pueda tener un defensor, conocer de la información que tienen en su contra y alegar sus motivos. La justicia se manejaba solo esparciendo el miedo, y no respeto, pero eso solo creaba entre hombres el deseo de retar a la legislación para verse salir ilesos de ella. Además Beccaria explica acertadamente que con la condena el Estado debía rehabilitar a los hombres, no suprimirlos.

Según los estudios del autor cuando eran confiscados los bienes del reo era una doble sanción por un solo delito, y por eso era necesario determinar que acciones requerían la privativa de la libertad del hombre y cuales requerían un pago (multa) con el patrimonio de la persona. Otra pena secundaria, o mejor dicho, castigo que adquirían los reos sin necesidad de ser empleados por los jueces, era la infamia que traía consigo el hecho de haber sido enjuiciados, puesto que el resto de la sociedad los veían como eternas plagas o amenazas para sus familiares y amigos, los excluían de la comunidad y a veces incluso, agredían para incitarles a exiliarse. Pero peor aún era cuando el mismo estado agregaba el exilio a la condena, así como el cambio de apellidos, ya que consideraban irrespetuoso utilizar el mismo que a quien acababan de condenar, amenazándolos de tomar las mismas medidas hacia sus familiares si volvían a usar el apellido.

También existían conductas que como pago o sanción requerían el trabajo del reo a servicio y mejora del Estado, de esta forma saldaba su deuda con la sociedad proporcionándole algún beneficio con sus propias manos. Se considera que de todas las formas de penalizar conductas, esta es la más efectiva, productiva y correcta, puesto que promueve el esfuerzo individual de los delincuentes para poder formarse como ciudadanos útiles a la sociedad a la que pertenecen. Este tipo de sanción era aplicada para delincuentes como los ladrones que no utilizaban violencia hacia sus víctimas, sino que solamente tomaban

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