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Enviado por   •  26 de Agosto de 2011  •  3.658 Palabras (15 Páginas)  •  1.915 Visitas

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ESCUELA DE FRANKFURT

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Información General | Decoración

El lujo intelectual

La tendencia que vino a desplazar al minimalismo: diseño inteligente, fusión excéntrica de objetos y tecnología glamorosa.

Por Cecilia Tosi

En la cosmopolita Buenos Aires, la elite de vanguardia entiende la decoración como algo más que una mera expresión estética: para los fanáticos del diseño, los ambientes son un espejo de la personalidad de quien los habita y los objetos poseen el don de crear experiencias y escenarios.

Bajo estas premisas surge el lujo intelectual, un concepto inspirado en capitales tan refinadas como Nueva York y Paris y reservado a un mercado local de gustos exquisitos.

Esta original consigna abandona el minimalismo más despojado, cuyos postulados fueron la simpleza en las formas y la uniformidad en los colores, para imponer un eclecticismo que combina elementos de distintas épocas y estilos, con un criterio glamoroso y excéntrico.

La clave de esta tendencia es el diseño de autor. Los objetos adquieren un protagonismo fundamental: son considerados (y pagados) como obras de arte, aunque tengan producción industrial. Así se imponen los must: artículos fetiche que hay que tener para estar a la moda.

Para encontrar un referente de esta corriente hay que pensar en el polifacético diseñador francés Philippe Starck. El listado de su obra incluye desde la decoración de los hoteles Royalton y Paramount en Nueva York hasta los dorados salones del Elíseo donde François Mitterrand le dio, hace 15 años, el desafío de actualizar -sin destrozar- el interior del domicilio presidencial.

En la Argentina el lujo intelectual llegó de la mano de Alan Faena: su exclusivo hotel de Puerto Madero fue diseñado, justamente, por el mismísimo Starck. Entre otros logros, Faena supo transformar el diseño glamoroso en un concepto cultural, que hoy es consumido por los porteños de gustos sofisticados. Con menos exhuberancia, Eduardo Costantini es otro exponente de esta tendencia.

Si los noventa fueron del minimalismo, el nuevo siglo parece ser del lujo intelectual. "El minimalismo como concepto de decoración transforma los espacios en lugares no aptos para vivir. La vida está llena de objetos que tienen un valor emotivo, de recuerdos e identidad. En todos los órdenes se fusiona lo antiguo con lo contemporáneo", explica a NOTICIAS la arquitecta Julia Cabral.

¿Cómo reconocer un ambiente típico de esta tendencia? Aquel que exhiba un collage (que no llega a ser recargado), donde elementos antiguos se resignifican para transformarse en artículos exclusivos de uso cotidiano, capaces de convivir con objetos de materiales ultra modernos y con tecnología de avanzada. Por ejemplo: un living decorado con una mesa de corian negro (un mármol sintético de vanguardia) combinada con auténticas sillas venecianas del siglo XVIII. Puro lujo intelectual.

Los objetos también se piensan bajo el mandato de juego temporal. Así, es posible reciclar una araña o un candelabro antiguo cambiando su tecnología: las lamparitas son reemplazadas por los más modernos focos de luz digital.

High tech. La tecnología es un aspecto esencial del lujo intelectual. "Gran parte de nuestra vida es digital", afirma Cabral. Por eso, propone integrar estéticamente la tecnología con el diseño. Los televisores de plasma se ubican en nichos dentro de la pared, especialmente pensada para sostenerlos. Lo más vanguardista es tener, por ejemplo, las nuevas heladeras que vienen con un plasma incorporado en la puerta. Ideal para los que miran televisión en la cocina.

Según esta corriente, un buen diseñador es un artista de campo amplio e ilimitado y por eso su obra se cotizada en valores propios del mercado de arte. Starck incursiona en el mundo de la moda (diseñó una colección de zapatillas para Puma y modelos de relojes y joyería de Fossil) mientras Armani vende muebles y accesorios de decoración.

"Cada producto cuenta su propia historia. Hay piezas únicas y eso le da exclusividad al que las posee", cuenta la arquitecta y curadora Mónica Cohen. Los fetiches de la temporada son el sillón Placentero, inspirado en el útero materno (ver foto), del diseñador argentino Batti para Brion Experimental, con un valor de 2.500 dólares. Algo más barroco y sofisticado, el sillón Boa, de los hermanos brasileños Humberto y Fernando Campana, cuesta 10.000 dólares. Otro objeto de deseo (mucho más accesible) es la mesa Tri-ratona, de tres patas y formas redondas, creada por Federico Churba (primo de Martín Churba) y Patricio Lix-Klett, a 250 dólares.

Aunque con evidentes desventajas económicas respecto de sus colegas extranjeros por un tema de costos, los diseñadores argentinos surgieron con fuerza a partir de la crisis del 2001, según detalló Cohen. Los más reconocidos siguen siendo los italianos.

"El diseñador se cotiza como una marca propia", reconoce la arquitecta Paula de Elia. Es tan cierto, que hoy tener un mueble creado por Starck equivale a calzar unos zapatos de Manolo Blahnik.

Choque de estilos. El arquitecto Martín Zanotti y la paisajista Matilde Oyharzabal decoran casas y departamentos de edificios ubicados en las zonas de la Recoleta, Plaza San Martín, Plaza Alemania y San Isidro bajo el concepto de lujo intelectual. Zanotti da algunos tips: "Para que la combinación sea realmente lujosa, el objeto antiguo debe ser original, nunca una réplica, y el objeto moderno debe tener una perfecta calidad de terminación".

Obra de estos dos profesionales, los jardines verticales son la tendencia para los ambientes al aire libre. No usan macetas sino una estructura de micromalla que contiene un sustrato nutritivo (en lugar de tierra común) donde se sujetan las raíces que se alinean en forma vertical. Crea un efecto de pared verde con plantas como terrazas.

Según Cabral, esta tendencia se impone en la actualidad porque, a diferencia de décadas pasadas, "la venta de inmuebles hoy está dirigida a la mujer: ella es la que decide y ella es la gran consumidora de glamour".

En cuanto a las cortinas, la experta recomienda la tela cálida para el interior con efecto black out hacia el exterior; con una paleta cromática sin alto impacto, como los pasteles o el tiza.

Las alfombras pueden ser de lana pura en estilo autóctono (como las de llama andina, de Kalpakian) o con diseños diversos: dibujos de los años sesenta

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