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Contexto Escolar


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  1.866 Palabras (8 Páginas)  •  522 Visitas

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EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN”

Mantengo seis sirvientes honestos

(Ellos me enseñaron todo lo que sé);

Sus nombres son Qué y Por qué y Cuándo

y Cómo y Dónde y Quién.

Rudyard Kipling

“La educación está en ruinas, pero uno puede encontrar tesoros entre las

ruinas.” Este comentario hecho por un estudiante hace unos diez años capta

con nitidez la paradoja de la educación moderna: es al mismo tiempo

inapreciable y decepcionante. Las grandes esperanzas de aquellas sociedades

avanzadas que en el siglo XIX establecieron una educación básica universal,

obligatoria y gratuita para sus pueblos no se han cumplido por completo. Más

bien, dado que muchos jóvenes nos informan que odian la escuela,1 no logran

aprender los elementos básicos de la lectoescritura y las matemáticas que les

permitan encontrar empleo, sabotean sus clases, juegan a escaparse de la

escuela o practican “la ausencia intelectual”.

No obstante, nadie que se haya beneficiado con una buena educación

duda de su valor. Aprender es una fuente de salud, prosperidad y felicidad. La

educación es un camino para la buena vida. Aprender reditúa y aprender

otorga poder. El aprendizaje efectivo, que empieza al nacer y continúa en la

vejez, concede a cada individuo la mejor esperanza de una vida exitosa. La

primera prioridad de la orden del día del nuevo aprendizaje se sintetiza en la

frase “educación para todos durante toda la vida”. Esta frase demuestra cuánto

han cambiado en años recientes las ideas sobre el aprendizaje y las actitudes

hacia la educación. Y siguen cambiando, en igual medida, en lo que se refiere

a la importancia que la sociedades les asignan. Durante la segunda mitad del

siglo XX, la educación dejó de ser un elemento de poco interés para los

gobernantes y sus electorados hasta convertirse en un tema de mayor

importancia en todo el mundo y en la prioridad número uno actual para

muchas naciones.

1 Véase: www.pisa.oecd.org y OCDE-Santillana (2002). Conocimientos y aptitudes para la vida. Resultados de PISA

2000, Cuadros 4.1 y 4.2, pp. 289 – 290.

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1.1. Por qué y Quién

Las sociedades tienden a desarrollarse a través de tres fases: la aristocrática, la

meritocrática y la democrática. La primera respeta el privilegio, la segunda el

mérito y la tercera la humanidad. Hoy queda poco de la sociedad privilegiada

del pasado. El privilegio es obsoleto. Nadie sostiene con seriedad que la mejor

gente se encuentra en las “mejores familias ni que a tal élite debería dársele la

mejor educación y ofrecérsele los mejores trabajos. El hecho de que esto

todavía parezca suceder se debe a que (de forma inesperada pero no

realmente sorprendente) la sociedad meritocrática también se orienta para

favorecer a los privilegiados.2 Pero la clase, la raza, la religión, el sexo y la

edad son, cada uno a su manera, bases inapropiadas para la discriminación

educativa en una sociedad meritocrática o democrática.

1. El principio meritocrático otorga poder e influencia a aquellos

que pueden demostrar la capacidad más alta. En una meritocracia

una de las principales funciones de la educación es seleccionar a

la gente por “habilidades y aptitudes”. Las aristocracias saben

quiénes son las mejores personas y las recompensan de acuerdo

con ello. Las meritocracias buscan las mejores personas y luego

las recompensan con generosidad. En cada caso, la educación y

las oportunidades para aprender más allá del nivel básico están

limitadas y se ofrecen sólo a los mejores.3

Desde luego, ambas sociedades, la aristocrática y la meritocrática,

justifican sus sistemas educativos selectivos refiriéndose a otros tres factores

relevantes: necesidades de empleo, el rango de la inteligencia y la presunción

de que las personas capaces aprenden mejor si se les segrega de las menos

capaces. La economía del siglo XIX requería grandes cantidades de marineros,

mano de obra para la industria y sirvientes domésticos, y relativamente pocos

administradores, consultores o profesores. Hoy, lo contrario es cierto. Tal

como podemos observar, el siglo XXI necesitará más trabajadores

intelectuales que nunca antes y menos a los que no tengamos nada que ofrecer

además de la fuerza física. En los países desarrollados sólo unos cuantos

empleos pueden prescindir del alfabetismo al menos hasta el nivel requerido

para leer los periódicos tabloides. El trabajo del tipo no intelectual desaparece

2 Ibídem. Cuadros 6.1 (a, b, c), 6.2 y 6.3 , pp. 307 – 311, Cuadro 6.7, p.

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