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Didáctica De La Historia


Enviado por   •  10 de Mayo de 2013  •  4.603 Palabras (19 Páginas)  •  405 Visitas

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CONCEPTO DE HISTORIA EN EL MARCO DE LAS CATEGORÍAS DE LAS CIENCIAS SOCIALES.

Por Carlos Rojas Galarza

En el mundo de hoy, siglo XXI, los graves problemas económicos, sociales, políticos, ecológicos, morales y culturales, no sólo no se han resuelto sino se han agravado. Y se pretende justificar esta situación como el resultado de una nueva cruzada religiosa contemporánea. La lucha entre el mal (terrorismo) diseminado en el mundo a partir de los tres ejes del Oriente y el bien (progreso y orden) a cargo de EE.UU. como el guardián del mundo. “Cuatro de cada diez estaunidenses creen que para conocer la historia del origen del hombre no es necesario irse por muchos rodeos: paleontología, antropología o la genética evolutiva; basta irse directo a la Biblia: el Génesis, que allí está todo” . Entonces cabe preguntarse ¿Cómo explicar el mundo hoy?

La explicación de los procesos tanto naturales como sociales tiene su fuente en la ciencia. Sin embargo, el capitalismo neoliberal con su filosofía pragmática procura manipular el desarrollo de la ciencia justamente en aras de darle una excusa religiosa a los problemas causados por su control del dominio mundial.

Recordemos que los últimos acontecimientos de estos cinco años han puesto en evidencia que la teoría biologista de Fukuyama del “fin de la historia” no era más que un vano esfuerzo anticientífico de querer explicar y validar la vieja ideología liberal con el velo de la “lógica de la ciencia natural moderna (que) parece dictar una evolución universal en dirección al capitalismo” . Frente a al fracaso de la tesis cientificista fukuyamista y la agudización de las contradicciones sociales en el mundo, los voceros neoliberales se refugian ahora en el oscurantismo religioso de la lucha entre el bien y el mal. Y lo más delicado es que esta tendencia está llegando a las escuelas norteamericanas donde está cobrando fuerza la enseñanza de la historia sobre bases bíblicas, como por ejemplo, la aparición y evolución del hombre, desechándose las explicaciones de la teoría de Darwin y toda explicación científica de la evolución social. Veamos lo que dice la revista española CAPITAL “La cruzada contra Darwin va viento en popa. Amparadas por unos supuestos argumentos científicos, las nuevas generaciones de creacionistas intentan dinamitar los cimientos de la Teoría de la Evolución para imponer lo que han bautizado como ciencia de la creación, que explica las adaptaciones y la diversidad de los organismos terrestres mediante una intervención de un Creador sabio. Principalmente en Estados Unidos y Australia, aunque también en Brasil, Italia, Turquía y otros países desarrollados, los antievolucionistas tratan de sembrar en la opinión pública dudas sobre la validez científica de la evolución, de hacer creer que la creación divina es una teoría alternativa a la planteada por Darwin y que, por consiguiente, debe ser explicada en las clases de ciencias e incluida en los libros de texto; y de pleitear en los tribunales para que el Gobierno imponga a los maestros de ciencias de las escuelas públicas la enseñanza de los nuevos postulados creacionistas.” El prestigioso escritor Tomás Eloy Martínez ha escrito recientemente: “La democracia republicana de los Estados Unidos está convirtiéndose poco a poco en una democracia teocrática. O, por lo menos, está convirtiéndose en tejido de ideas que permite a la religión infiltrarse dentro del cuerpo del Estado, pese a la separación que establecen las leyes. A diferencia de las grandes revoluciones, la revolución religiosa del presidente George Bush –no menos grande, no menos difícil de revertir- no es sangrienta ni tan siquiera popular. Sólo es fundamentalista, en el sentido de que lo bueno para él es lo mejor para todos los demás. Desde los comienzos de la década de los ’90 se ha ido formando un frente de evangélicos y católicos que asesoran al presidente. Uno de ellos, el padre Richard John Neuhaus, pastor luterano hasta 1998 y sacerdote católico desde 1991, es una figura tan cercana al propio Bush que, según la revista semanal Time, “Nadie lo ayuda tanto a articular sus ideas religiosas”. La preocupación central de Neuhaus – quien dirige el semanario ultraconservador First Things (Primeras Cosas)- es cómo enderezar una nación de apóstatas, cuya cultura ha sido corrompida durante más de un siglo. La respuesta es simple: hay que gobernarla moralmente aun a contracorriente de sus propios designios. La ciencia debe basarse en la fe y no a la inversa: ésa es la bandera de la nueva revolución” .El asunto no es simple entonces. La ciencia tiene frente a sí, una ardua lucha. En primer lugar, tiene que desembarazarse de la manipulación política de los grandes intereses de las transnacionales y su poder político; y en segundo lugar, la batalla tiene que darse en la escuela de enseñanza básica. Y esta es nuestra preocupación.

La historia es una ciencia social que estudia la evolución dialéctica de las sociedades. Entendiendo por sociedad al conjunto organizado de personas que se relacionan de manera multiactiva sobre la base de determinadas relaciones económicas; y que se diferencian por la situación en que se encuentran en la estructura económica-social, en tiempos y espacios definidos y reconocidos por componentes jurídicos y políticos. El objeto de su estudio es el pasado humano (que puede ser lejano o cercano). La sociedad es parte de la naturaleza planetaria y a su vez ésta es parte de la naturaleza universal. Y la ciencia ha demostrado que la realidad universal existe materialmente; materia que en su desarrollo adquiere diversas e infinitas formas. Y ha demostrado asimismo que este mundo material se desarrolla –evoluciona- por el impulso de un conjunto de leyes generales y particulares inherentes al carácter material de la naturaleza y por lo tanto de toda sociedad.

Detengámonos un momento en el objeto de estudio de la ciencia de la historia. Marc Bloch dijo en cierto momento señaló:

“Se ha dicho alguna vez: la Historia es la ciencia del pasado”. Me parece una forma impropia de hablar. Porque en primer lugar, es absurda la idea de que el pasado, considerado como tal, pueda ser objeto de la ciencia. Porque ¿cómo puede ser objeto de un conocimient racional, sin una delimitación previa, una serie de fenómenos que no tiene otro carácter común que el no ser nuestros contemporáneos? ¿Cabe imaginar en forma semejante una ciencia total del Universo en su estado actual?” .

Sin duda, referirse simplemente al pasado, no se está diciendo nada y todo, por tanto es un absurdo; pero cuando se dice que el objeto de estudio histórico es el pasado

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