El futurismo

El futurismo fue un movimiento artístico, fundamentalmente italiano, del siglo XX, que se destacó por ser el movimiento inicial de las corrientes de vanguardia artística. Además apoyó la iniciación de la Primera Guerra Mundial y fue el único movimiento que no persiguió la ideología izquierdista. Fue instituida en Milán, Italia, por Filippo Tommaso Marinetti, quien recopiló las bases doctrinales, y las editó en Manifeste du Futurisme, publicado el 20 de febrero de 1909, en el diario Le Figaro de París. Al año siguiente, los artistas italianos Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini rubricaron el Manifiesto de los pintores futuristas.

El futurismo fue llamado así por su designio de romper absolutamente con el arte del pasado, con el arte tradicional (el llamado Pasadismo) y los signos convencionales de la historia del arte. Nada del pasado merece la pena ser atesorado. Reprueban a los museos ya que los que considera como cementerios. El futurismo contradijo la estética tradicional, basándose en sus dos temas dominantes: la máquina junto con lo moderno (y sus virtudes, la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento) y el dinamismo, lo que lleva a mostrar la velocidad y el movimiento. Se acudía, de este modo, a cualquier medio expresivo (artes plásticas, arquitectura, urbanismo, publicidad, moda, cine, música, poesía) capacitado para crear un verdadero arte de acción, con el propósito de vigorizar y cimentar de nuevo la faz del mundo.

Esta corriente se destaca por sus ideas revolucionarias: no anhelaban ceñirse al arte, sino que, como otros movimientos de la época, procuraban transfigurar la vida entera del hombre y reconstruirla, junto con el mundo entero. Por lo que recurrieron a cualquier medio expresivo, como las artes plásticas, la arquitectura, el urbanismo, la publicidad, el cine, la música, la poesía, etc., para fundar un verdadero arte de acción.

El futurismo celebró la violencia, el nacionalismo revolucionario y la guerra, incitando, en caso de algunos de sus integrantes, la adhesión al fascismo. Argumenta su apoyo a la guerra, como la fórmula para sanar y cambiar a nuestro universo caótico. Entre otras cosas, la estética futurista transmite una ética, de raíz esencialmente machista y misógina. Se busca el escándalo, se admira la velocidad y la tecnología que son las señas de identidad del mundo moderno. Así, el peligro, el valor, la energía o la agresividad son, en suma, puntos fundamentales de la acción futurista. Sin embargo, entreverada con otras características ideológicas como la glorificación de la guerra, el militarismo, el gesto destructor de los libertarios o anárquicos, el anuncio del desprecio hacia la mujer y del feminismo, como derivación del mismo, resultó ser la más controvertida.

El hecho es que el futurismo fue un paso

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