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EL FEUDALISMO


Enviado por   •  18 de Enero de 2012  •  7.923 Palabras (32 Páginas)  •  1.112 Visitas

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INTRODUCCION

El objetivo del presente trabajo, es dar una visión general; que más allá de una investigación, es marcar el camino de reflexión sobre la importancia de todos estos acontecimientos de Feudalismo y la Comuna de Paris para abordar el Socialismo del Siglo XXI. Nos encontramos entonces frente a un proceso de transformación.

El camino es largo y lleno de dificultades, a veces por extraviar la ruta hay que retroceder; otras por caminar demasiado aprisa nos separan de las masas; en ocasiones por hacerlo lentamente sentimos el aliento cercano de los que nos pisan los talones. Se corre el peligro que los arboles impidan ver el bosque, persiguiendo la realidad del Socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo.

En realidad en esta investigación queremos expresar la experiencia de las más grandes revoluciones proletarias, (La Comuna de Paris 1871), el camino es largo y desconocido en parte; conocemos nuestras limitaciones. Haremos el Hombre del Siglo XXI, nosotros mismos. Como lo dice la Doctrina de Marx, es omnipotente porque es la verdad. Es completa y armónica, y brinda a los hombres una concepción integral del Mundo, intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la represión burguesa.

FEUDALISMO, LA COMUNA DE PARIS Y SU CONSECUENCIA

SOCIAL Y DEMOCRATICA

FEUDALISMO

Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa Occidental durante la alta media; el Feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo), a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Hacemos aquí un pequeño preámbulo para poder comprender, como influyo el Feudalismo en la Filosofía del Marxismo.

A lo largo de toda la historia moderna de Europa y en especial en Francia, a fines del Siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el Feudalismo en las instituciones y en las ideas; el materialismo se mostró como la única Filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseña las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocritica, etc. Por eso los enemigos de la Democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de “refutar”, minar, difamar el materialismo y salieron en las diversas formas del idealismo filosófico que se reduce siempre, de una u otra forma a la defensa o al apoyo de la religión.

Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significa toda desviación de esa base. Pero Marx no se detuvo en el materialismo del Siglo XVIII, sino que desarrollo la filosofía llevándolo a un nivel superior. La enriqueció con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, el que a su vez había conducido al materialismo de Feverbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir la doctrina del desarrollo en forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia del perpetuo desarrollo.

Al caos y la arbitrariedad que impera hasta entonces en los puntos de vista sobre la Historia y política, sucedió una teoría científica, asombramiento completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas de un sistema de vida social surge otro más elevado, como el Feudalismo por ejemplo, nace el Capitalismo.

Así el conocimiento del hombre refleja la naturaleza (es decir, la materia en desarrollo), que existe independientemente de él, o si el conocimiento social del hombre, refleja el régimen económico de la sociedad. Las instituciones políticas son las superestructuras que se alzan sobre la base económica. Así vemos por ejemplo, que las diversas formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para reforzar la dominación de la burguesía sobre el proletariado. La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber.

Cuando fue derrocado el Feudalismo y surgió en el mundo “libre” la sociedad capitalista, enseguida se puso de manifiesto que esa libertad representaba un nuevo sistema de opresión y explotación del pueblo trabajador; como reflejo de esa opresión y como protesta contra ella, aparecieron inmediatamente diversas doctrinas socialistas, sin embargo el socialismo primitivo era un socialismo utópico, criticaba a la sociedad capitalista, la condenaba, la maldecía, soñaba su destrucción, imaginaba un régimen superior y se esforzaba por hacer que los ricos se convencieran de la inmortalidad de la explotación.

Pero el socialismo utópico no podía indicar una solución real, la verdadera naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, no podía descubrir las leyes de desarrollo capitalista, ni señalar que fuerza social está en condiciones de convertirse en creadora de una nueva sociedad. Entretanto, las tormentosas revoluciones en toda Europa y especialmente en Francia, acompañaron la caída del Feudalismo, de la servidumbre, revelaban en forma cada vez más palpable que la base de todo desarrollo y su fuerza motriz de la lucha de clases. Ni una sola victoria de la política sobre la clase feudal se logró sin una desesperada resistencia. Ni un solo país capitalista se formó sobre una base más o menos libre o democrática, sin una lucha a muerte entre diversas clases de la sociedad capitalista.

El genio de Marx consistió en haber sido el primero en deducir de ello la conclusión que enseña la historia del mundo y en aplicar consecuentemente esas lecciones. La conclusión a la que llego fue la lucha de clases.

LA COMUNA DE PARIS 1871

Es sabido que algunos meses antes de la Comuna, en el otoño de 1870, Marx previno a los obreros de París; demostrándoles que la tentativa de derribar el gobierno sería un disparate dictado por la desesperación. Pero cuando en marzo de 1871 se impuso a los obreros el combate decisivo y ellos lo aceptaron, cuando la insurrección fue un hecho, Marx saludó la revolución proletaria con el más grande entusiasmo, a pesar de todos los malos augurios. Marx no se aferró a la condena pedantesca de un movimiento "extemporáneo", como el tristemente célebre

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