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EL TRANSPORTE DE CARGA POR FERROCARRIL CHILE


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2011  •  2.229 Palabras (9 Páginas)  •  1.245 Visitas

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Para el sector forestal:

EL TRANSPORTE DE CARGA POR FERROCARRIL

* En Chile, más del 90% de este tipo de transporte se realiza por carreteras y sólo un 7% a través de las vías férreas, lo que va en contra de las tendencias mundiales.

Por Nabil Kuncar, Gerente General Transap S.A.

El transporte de carga es una etapa clave en las actividades del sector forestal y de la mayoría de las industrias, representando un costo relevante. Los centros productivos requieren de materias primas e insumos para manufacturar los bienes que producen, los que a su vez deben ser transportados a sus destinos, ya sea para nuevos procesos productivos, como para entregarlos a los consumidores. En un mundo globalizado, el transporte de carga se hecho cada vez más importante y es el instrumento mediante el cual se transfieren físicamente ventajas comparativas y competitivas desde un punto a otro del planeta. En los últimos años hemos apreciado enormes avances en la globalización y transferencia de producciones desde zonas sin ventajas comparativas a otras que si las tienen, lo que ha implicado también cambios importantes en las escalas de las diversas industrias. En el caso forestal, han crecido las fábricas de celulosa, aserraderos y fábricas de paneles, entre otras y se han localizado en países como Chile, donde justamente esta industria tiene mayores ventajas y eficiencias de costos.

Las eficiencias logradas en la producción de bienes tienen que mantenerse a lo largo de la cadena productiva, de manera tal que las ventajas de costos puedan llegar hasta su destino final. Aquí los procesos de transporte de carga y logística juegan un rol preponderante y las compañías generadoras de carga tienen que elegir cuidadosamente, con sentido estratégico, el modo mediante el cual van a transportar sus productos. El país, a su vez, tiene que asegurar que los distintos modos de transporte operen con sus mayores eficiencias, corrigiendo oportunamente aquellos elementos que distorsionan temporalmente las ventajas de un modo de transporte sobre otro y que con ello perjudican la competitividad tanto nacional como de los distintos sectores de la economía.

Los temas ambientales, sociales y organizacionales están cobrando una relevancia mayor, por lo que estos factores deben ser tomados en consideración a la hora de decidir cómo se van a transportar las cargas. Será cada vez más difícil usar modos de transporte que generen costos sociales y ambientales más allá de lo que las comunidades, en el origen y destino de los productos, están dispuestas a tolerar, por ejemplo, en accidentes, ruidos, contaminación, alteración de la belleza escénica, congestión de carreteras o emisiones de dióxido de carbono, por nombrar algunos. También sabemos que la trazabilidad en el transporte es una variable que ha llegado para quedarse, transformándose en un parámetro de importancia en la comercialización de los productos.

Los distintos modos de transporte de carga tienen sus áreas de mayor competitividad bastante bien definidas: los barcos en los transportes de grandes volúmenes que tienen

que ser enviados a largas distancias, los oleoductos y gasoductos para el movimiento de fluidos, los trenes para el transporte de cargas a distancias medias y largas, grandes volúmenes con orígenes y destinos bien definidos, cargas sucias, contaminantes y riesgosas y los camiones, para distancias cortas y medias, en procesos de distribución y en los que es imprescindible la flexibilidad para salir de distintos orígenes y llegar a distintos destinos con lotes pequeños de carga.

Chile, desde muy temprano, desarrolló la conectividad terrestre de la carga y de las personas a través del ferrocarril. Luego, desde la década de los setenta se le dio preferencia a la conectividad vial, ello por las ventajas de un petróleo barato y de tecnología que permitió la construcción a gran escala de camiones y también de carreteras, que más tarde iniciaron procesos de privatización. Lamentablemente este modelo de conectividad dejó atrás al tren, desincentivó su desarrollo y el país perdió en gran medida las enormes ventajas del transporte ferroviario. Todo ello ha traído consecuencias negativas que se deben revertir, como congestión en ciudades y puertos, contaminación, mayor número de accidentes y enormes gastos en construcción y mantención de carreteras, entre otros. En este sentido, el transporte ferroviario es una gran oportunidad para mejorar la competitividad del país en el transporte de carga y debe ser tratado con equidad respecto a otros modos para que estas potencialidades se manifiesten en beneficio de la sociedad entera y de los agentes económicos en particular.

Sin embargo, en las últimas décadas no han existido políticas públicas que consideren los trenes como uno de los ejes claves y estructurantes del transporte de carga terrestre y los ferrocarriles, en lugar de evolucionar a la par de los otros modos, como ha ocurrido en muchas otras partes del mundo, aumentando capacidad de carga, longitud, velocidad, altura de los carros, tecnología en las locomotoras, es decir, invirtiendo al nivel que corresponde al desarrollo chileno, se han mantenido compitiendo en un estado precario y que requiere con urgencia que se realicen las inversiones no efectuadas en los últimos 30 ó 40 años y que ahora se necesitan para mantener la competitividad del país y su potencial exportador.

No hay duda alguna que el tren es la mejor alternativa en distancias terrestres medianas y largas, en grandes volúmenes localizados, aún cuando en este caso las distancias sean cortas y en el transporte de cargas peligrosas, sucias o con riesgos de contaminación. Chile, a nivel comparativo está muy lejos de lo que están haciendo otros países y ya es hora de recuperar decididamente el tren para mejorar la competitividad del país y ahorrar los enormes costos que hoy día está asumiendo el Estado y la comunidad entera.

El tren, además de tarifas competitivas, ofrece múltiples beneficios como, por ejemplo, reduce el consumo de combustible a la cuarta parte de un camión, acortando en cuatro veces la emisión de dióxido de carbono. Además, contribuye a reducir drásticamente la tasa de accidentes y la pérdida de vidas humanas. Este medio de transporte facilita la descongestión de ciudades y puertos, pues ingresa encapsulado y en orden a estos lugares. Asimismo, trabaja en pos de la mantención de los niveles de ruido en sus límites normales. De esta forma y analizando lo anterior, los puertos podrían aumentar

significativamente sus capacidades si una mayor parte de la carga la recepcionaran a través del ferrocarril. Con estas enormes ventajas, el país no puede darse el lujo de seguir transportando en tren tan

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