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Economia Ispana Romana


Enviado por   •  20 de Febrero de 2014  •  3.379 Palabras (14 Páginas)  •  183 Visitas

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La economía de Hispania experimentó una fuerte evolución durante y tras la conquista del territorio peninsular por parte de Roma, de tal forma que, de un terreno prometedor aunque ignoto, pasó a convertirse en una de las más valiosas adquisiciones de la República y el Imperio y en un puntal básico de la economía que sustentaba el auge de Roma.

Índice [ocultar]

1 La economía prerromana

1.1 La estrategia económica de la conquista romana

2 La economía de la Hispania romanizada

2.1 La circulación monetaria

2.2 Minería

2.3 Agricultura

2.3.1 El olivar y el comercio de aceite

2.3.2 El cultivo de la vid y el comercio de vinos

2.3.3 Los tratados de Columela

2.4 El comercio de las salazones

3 Véase también

4 Bibliografía relacionada

5 Enlaces externos

La economía prerromana[editar]

Anteriormente a la entrada de Roma en Iberia, la práctica totalidad de la península se basaba en una economía rural de subsistencia con poco o muy escaso tráfico comercial, excepción hecha de los mayores núcleos urbanos, ubicados sobre todo en la costa mediterránea, que sí mantenían un contacto regular con el comercio griego y fenicio.

La estrategia económica de la conquista romana[editar]

Para más información sobre este periodo histórico véase: Conquista de Hispania.

Tradicionalmente habían circulado por todo el Mediterráneo las leyendas fenicias sobre las infinitas riquezas de Tartesos, y sobre cómo las expediciones comerciales regresaban de la costa hispana cargadas de plata. Indudablemente, estas historias contribuían a incrementar el interés de las potencias mediterráneas por la Península Ibérica.

Tras la derrota en la Primera Guerra Púnica, Cartago se vio agobiada por la pérdida de importantes mercados y por el tributo que debía pagar a Roma como compensación por la guerra. Con el fin de paliar esta situación, decidieron expandirse por la costa de Iberia, que hasta entonces quedaba fuera del área de influencia romana. Cartago, interesada sobre todo en obtener el beneficio rápido, explotó las minas de plata de Carthago Nova y del litoral andaluz, extrayendo importantes cantidades de este metal con el que se financiaría en gran parte la Segunda Guerra Púnica y la campaña italiana de Aníbal.

Por este motivo entre otros, uno de los primeros objetivos estratégicos de Roma al invadir la península fue arrebatar a Cartago las minas de Carthago Nova. En parte debido a la pérdida de estos recursos, y en gran parte debido al aislamiento en que había quedado, Aníbal tuvo que renunciar a la guerra en Italia en 206 a. C.

"Con la plata de las minas de Cartagena pagaron ellos sus mercenarios, y, cuando por la toma de ésta en 209 a.C. Carthago perdió estos tesoros, Aníbal ya no fue capaz de resistir a los romanos, de manera que la toma de Cartagena decidió también la guerra de Aníbal." SCHULTEN A. "Fontes Hispaniae Antiquae"

Tras la expulsión de Cartago, parte de los pueblos indígenas de Hispania quedaron obligados a pagar tributos a Roma a través de una intrincada red de alianzas y vasallajes. A pesar de ello, a lo largo de los siglos II a. C. y I a. C., Roma tuvo a los territorios de la Hispania aún no conquistada como un lugar propicio para el saqueo y la rapiña, rompiendo con frecuencia los tratados de paz que, como los acordados en tiempos de Sempronio Graco, habían permitido periodos prolongados de paz. El levantamiento de los pueblos celtíberos y lusitanos sólo sirvió para aumentar los ingresos de Roma a través de los inmensos botines de guerra obtenidos en campañas como las de Catón el Viejo.

Esta política de obtención de riquezas por la fuerza tuvo su continuidad en las campañas de Pompeyo y posteriormente de Julio César, de quien cuentan las crónicas que acudió no sólo a luchar contra Pompeyo, sino a lucrarse de la conquista para pagar a sus acreedores.

Mientras tanto, la costa mediterránea hispana, que había sido conquistada durante la guerra contra Cartago y rápidamente romanizada, comenzaba su expansión económica y comercial que pronto haría famosa a Hispania en el mundo romano.

La economía de la Hispania romanizada[editar]

Además de la explotación de los recursos minerales, Roma obtuvo con la conquista de Hispania el acceso a las que probablemente fueran las mejores tierras de labor de todo el territorio romanizado. Por lo tanto, se hacía necesario poner aquellas tierras en explotación cuanto antes. Durante toda la dominación romana, la economía productiva hispana experimentó una gran expansión, favorecida además por unas infraestructuras viarias y unas rutas comerciales que le abrían los mercados del resto del imperio.

La circulación monetaria[editar]

Uno de los más indudables símbolos de civilización que las culturas foráneas aportaron a Hispania fue la acuñación de moneda con el fin de facilitar las transacciones comerciales. Hasta entonces, los pueblos peninsulares basaban su economía en el trueque de productos, pero a principios del siglo III a. C., colonias griegas como Ampurias comenzaron la acuñación de monedas, aunque sin influencia más allá de sus límites territoriales.

Posteriormente, Cartago introduciría de forma más generalizada el uso de la moneda como forma de pago a sus tropas, antes durante la invasión romana; pero serían finalmente los romanos los que impondrían el uso de la moneda en todo el territorio hispánico, y no sólo de aquella moneda cuyo valor se basaba en el metal de la misma, sino de otras que, siendo de inferior valor que su aleación, estaban avaladas por el tesoro romano. De la abundancia de monedas halladas, sobre todo de aquellas de valor más pequeño, se extrae la conclusión de que el uso monetario estuvo ampliamente extendido a nivel cotidiano. Durante el periodo expansivo de Roma en Hispania, muchos pueblos de la Península acuñaron sus propias monedas con el fin de facilitar el pago de tributos y el comercio con el área bajo dominio romano.

Durante todo el periodo republicano, era el senado romano el que controlaba por completo la emisión de moneda a través de las magistraturas monetarias, aunque posteriormente,

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