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Educacion En Mexico Del Siglo XX


Enviado por   •  9 de Enero de 2013  •  10.301 Palabras (42 Páginas)  •  797 Visitas

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LA REFUNDACION DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL

Aunque la universidad había sido un proyecto creado e impulsado por Justo Sierra desde 1881, no sería sino en el marco del Centenario de la Independencia que se concretaría su fundación. Sería una suma de las escuelas ya existentes, pero en el caso de la de Altos Estudios, cuya misión era coronar a la ciencia mexicana, ni siquiera contaba con un edificio propio. Apenas dos meses después de su inauguración, estalló el movimiento revolucionario que cuestionaba la existencia de estas instituciones porfiristas, debido al gasto que representaban para el Estado. La nueva generación de universitarios, pertenecientes a una emergente clase media, se identificó con la Revolución, merced a lo cual la universidad pudo transformarse y sobrevivir.

El proyecto de universidad de Justo Sierra. 1881-1910

En México durante la época colonial se había fundado una universidad real, es decir, el rey era su patrono. Sin embargo, los embates de la

Independencia y la creación de una nueva nación implicaron que la universidad fuera cerrada en varias ocasiones, hasta que en 1865 fue suprimida por Maximiliano y dos años después el gobierno juarista ratificó esa clausura. El edificio antiguo se descuidó y finalmente se demolió.

En los siguientes años habrá modificaciones a la educación, se crearon nuevas escuelas que se instalaron en los antiguos colegios, pero la universidad seguiría suprimida, hasta que el 10 de febrero de 1881, en El Centinela y en La libertad, Justo Sierra3, diputado por Sinaloa, publicó un proyecto de la universidad. Este nuevo proyecto una Escuela de Altos Estudios, donde se desarrollaría la investigación del país. Unos días después,

Sierra lo presentó ante la Cámara de Diputados. En él el pensador y político creaba también el concepto de universidad nacional, la universidad contemporánea aparecía, al menos, en papel.

Las ideas del proyecto representaban un avance en el ámbito de la educación superior y, a decir de algunos historiadores, respondían al resurgimiento de la necesidad de una universidad. En el proyecto, las escuelas nacionales se incorporarían a la universidad: la Nacional

Preparatoria, la Secundaria de mujeres, la de Bellas Artes, la de Comercio, la de Ingenieros, la de Medicina, la de Jurisprudencia y la nueva Escuela Normal de Altos Estudios.

Sin embargo, el contenido del proyecto generó diversas polémicas.

Entre las más importantes se encuentran la relativa a la autonomía que, según Sierra, sería únicamente académica. Se proponía que el poder ejecutivo debía subvencionar y vigilar a la universidad, pero que ésta sería «libre para adquirir bienes, objetos y valores de todo género». Además se señalaba que la Escuela Normal de Altos Estudios sería un espacio en el que se formaría a profesores y especialistas que produjeran conocimientos científicos y literarios de primer orden. El proyecto incluía la creación de un internado para las escuelas universitarias secundarias.

Todos estos elementos del proyecto de Sierra serían tema de polémicas que se discutían en los periódicos. Por ejemplo, el pedagogo Luis E. Ruiz cuestionaba el hecho de que el proyecto no incluyera la educación primaria, una escuela de agricultura y una de artes y oficios. Al respecto y a través de la prensa, Sierra explicaba que la educación primaria era la formadora de ciudadanos y que esa tarea debía realizarla el Estado, pues el objetivo de la universidad era formar «hombres instruidos», mientras que la primaria debía ofrecer las bases de esa formación. En relación a la ausencia de escuelas de agricultura, y artes y oficios, el diputado afirmaba que estas eran escuelas especiales que podían preparar a sus estudiantes al interior de las mismas. Sobre el internado también Luis E. Ruiz cuestionaba al diputado, quien argumentó que sería mejor que los jóvenes que vinieran a la capital a estudiar, pudiesen vivir en un internado con mejores condiciones que en las casas de huéspedes.

Por otro lado, el estudiante Enrique M. de los Ríos presentó algunas observaciones al proyecto de Sierra, en particular, estaba en desacuerdo con la intervención del Estado en la educación superior, ya que la consideraba nociva, pues aunque pensaba que en términos generales era posible la existencia de universidades autónomas, opinaba que en este caso no era una empresa que no podía concretarse. Sierra respondió que si bien conocía los «peligros accidentales» de esa intervención, que la instrucción pública era de tal trascendencia en el «progreso social» que era imposible que el Estado no se interesara en ella y calificaba ese interés como «la parte más noble de sus funciones dinámicas». Además de que Sierra apuntaba que crear una universidad sin fondos era «un sueño». Así la discusión se centraba entonces en la relación universidad – Estado.

Las críticas y debates sobre el proyecto de Sierra se dieron en un contexto donde continuaba vigente la rivalidad entre liberales y positivistas situación que explica, según Lourdes Alvarado, «la reprobación y todo aquello que recordara el concepto universidad». Por su parte, Javier García diego apunta que la universidad no podría haberse concretado en los años ochenta del siglo XIX, debido al estado precario de la educación primaria y secundaria, este historiador también señala que estos eran años de reconciliación política y que el hecho de crear una universidad reavivaría conflictos ideológicos.

Finalmente, habría que tomar en cuenta que el país se encontraba en un proceso de construcción del Estado, a partir de un gobierno omnipresente, y la autonomía aunque sólo fuera académica de la universidad contradecía el objetivo de ese proceso. Además, Sierra aún no era un político influyente, pero es justo el ascenso de su carrera uno de los factores que permitieron la permanencia, maduración y conclusión de su proyecto.

En 1901 Justo Sierra es nombrado subsecretario de Instrucción

Pública, aparece entonces el periodo propiamente oficial del político como reformador de la educación nacional. Desde este nuevo cargo, hizo cambios entre los funcionarios, como por ejemplo, destituyó a Luis E.

Ruiz, aquel estudiante que en 1881 le había cuestionado su proyecto y que era director de Instrucción Primaria.

En 1902, en la inauguración del Consejo Superior de Educación

Pública, que era un cuerpo colegiado, Sierra pronuncia un discurso en el que anunciaba su «Plan de la Escuela Mexicana», en éste se incluía su proyecto para crear la universidad. El consejo estaba conformado por directores de las principales instituciones educativas y los consejeros propietarios y suplentes, considerados por el Ejecutivo como los intelectuales más idóneos para este fin. Entre los consejeros encontramos a Enrique Rébsamen, Ezequiel A. Chávez y Leopoldo Kiel.

En 1905, el mismo Sierra funda la Secretaría de Instrucción Pública, que antes sólo era una sección de la de Justicia, lo que representó una posibilidad mucho más concreta para llevar a cabo su proyecto.

Dos años después, se crea La Comisión Nacional del Centenario que quedó instalada el 6 de abril de 1907, por acuerdo del gobierno de Porfirio Díaz y el encargado de ponerla en práctica fue Ramón Corral, entonces Secretario de Gobernación y vicepresidente de la República.

LA CREACIÓN DE LA SEP Y EL PROYECTO DE JOSÉ VASCONCELOS

En la segunda década del siglo veinte, el país aún se encontraba entre los dimes y diretes de la política, y fue justamente en estos años cuando se inició el proceso de institucionalización. Prueba de ello fue la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que vino a sustituir a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. “La nueva Secretaría sustituyó la vieja fórmula positivista de instrucción por el concepto de educación”, realzó el concepto revolucionario de “educar”, es decir, pretendió “moldear el alma del educando para desarrollar en él todas sus potencialidades”.

Con Álvaro Obregón en la presidencia se iniciaron las reformas estructurales del gobierno revolucionario. José Vasconcelos fue nombrado rector de la Universidad Nacional de México en 1920 y en octubre de ese mismo año publicó su Proyecto de Ley para la creación de la SEP con su respectiva reforma constitucional, con el fin de darle coherencia a la educación en sus distintos niveles.

En febrero de 1921 la Cámara de Diputados discutió el proyecto presentado por Vasconcelos para la creación de la SEP, dicha propuesta pretendía institucionalizar la educación federal en México, lo que trajo acaloradas discusiones en el Congreso de la Unión. Los diputados pensaban que la propuesta vasconceliana tenía que ser estudiada ampliamente debido a que se requería reformar la fracción XVII del artículo 73 constitucional para crear la nueva secretaría de Estado. Existían diputados que no estaban de acuerdo con dicha modificación y pedían atención de la Cámara antes de ser promulgado, porque consideraban que “no era necesario crear una nueva secretaría encargada del ramo educativo, porque ésta seguramente fracasaría como la extinta Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes.”

Una vez aprobada la creación de la SEP por parte de los diputados, en septiembre de 1921 llegó al senado la propuesta y firmó el decreto el presidente Álvaro Obregón. El 22 de octubre del mismo año, José Vasconcelos llegó como secretario de educación.

Creada la SEP y con Vasconcelos al mando, se iniciaron las actividades institucionales apoyadas en todo momento por Obregón. Se dio la lucha contra el analfabetismo, se impulsó la escuela rural, se implementó la difusión de las bibliotecas, se cultivaron las bellas artes, se impulsó la educación media, se editaron libros de texto gratuitos y se repartieron desayunos escolares entre la población infantil.

José Vasconcelos tenía muy claras las actividades que realizaría en la Secretaría. “Para él, el proceso educativo era algo totalmente articulado, de manera que la actividad en ese sentido estuviera dirigida a todos los sectores de la sociedad”. Las ideas educativas de Vasconcelos provienen de sus experiencias personales, su estancia en el Ateneo de la Juventud, así como de los pensamientos de Platón, Nietzsche, Benedetto Croce y Máximo Gorki, entre otros. Su fin era proporcionar por medio de la educación, todos los elementos necesarios que requerían los nuevos mexicanos surgidos de la Revolución, con el fin de llevar a cabo el “ideal democrático” por el que se había luchado.

Vasconcelos decía que la formación integral del individuo requería vínculos estrechos entre “las actividades estéticas y la moral”, es decir, que se pretendía que los alumnos encontraran la emoción por medio del “placer desinteresado” más que por el razonamiento.

De ahí que Vasconcelos pidiera que los Talleres Gráficos de la Nación pasaran a depender de la SEP y se entregaran más prensas al Departamento Editorial. “El plan vasconcelista era publicar cien obras fundamentales de la cultura universal, y al mismo tiempo, libros de índole técnica que sirviesen de auxiliares docentes y elementos de auto aprendizaje”. Los clásicos que se imprimieron de la literatura universal fueron: La Ilíada, La Odisea, Las tragedias de Sófocles, los Diálogos de Platón, la Divina Comedia, el Quijote y muchos más.

Los cambios educativos que implementó Vasconcelos se vieron también reflejados en la cultura. Recuperó el edificio del Colegio de San Pedro y San Pablo, para tenerlo como sede de la Secretaría, la restauración estuvo a cargo de Roberto Montenegro y parte de los artistas que se integraron al movimiento vasconcelista fueron José Clemente Orozco y Diego Rivera.

Vasconcelos fue un hombre de ideales que consiguió darle un gran impulso a la institucionalización educativa, pero las cuestiones políticas imperantes en el país hicieron que renunciara en 1924, dejando la Secretaría de Educación Pública con nuevos proyectos que se fueron consolidando en los siguientes años y que hoy día seguimos disfrutando y reformando.

CASAS DE PUEBLO SIGLO XX.

Las Casas del Pueblo socialistas constituyen, sin duda, uno de los espacios de sociabilidad obrera por excelencia, siendo una especie de “Sociedad de sociedades” y, a la vez, lugar de formación del “obrero consciente”, así como receptáculo de buena parte de su actuación sindical y política. Poseen la peculiaridad, además, con respecto a otros ámbitos formales de reunión -los “Mechanics' Institutes” del área británica, los Ateneos libertarios, las Universidades Populares…- e informales -centros religiosos, tabernas, paseos, recintos de ocio y espectáculos de todo tipo, escuelas, cuarteles, recintos carcelarios…- también compartidos por la clase obrera, de su absoluta especificidad para tal fin exclusivo y el hecho de que, mayoritariamente, fueron creados y regidos por la propia clase que los llegó a ocupar en su día. Tales rasgos son los que han captado la atención de politólogos, sociólogos, historiadores y hasta historiadores del arte que, desde sus distintas disciplinas, se han asomado a este peculiar fenómeno que se extendió, sobre todo, por Europa Occidental y que tuvo su edad dorada en el primer tercio del siglo XX. Sin embargo, se han pasado por alto, o minusvalorado al menos, todas las implicaciones geográficas que acompañan al mismo y que contribuyen a entender mucho mejor tal hecho histórico, habida cuenta de que las Casas del Pueblo fueron mucho más que unos edificios de mayor o menor calidad en los que tuvieron lugar determinados acontecimientos relacionados con la historia del movimiento obrero.

llegar al mayo número de poblados de la manera más económica. Al finalizar 1924 existían 1,089 establecimientos con 65,000 alumnos atendidos por 1,146 maestros e impulsados por 102 misioneros.

La Casa del Pueblo conjuntó los esfuerzos de la comunidad y del gobierno: aquélla ponía su entusiasmo, buena voluntad, el terreno, los materiales para construir la Casa; a veces, un animal, un estante, los alumnos llevaban sus propios bancos; el gobierno ponía en ocasiones el material escolar y el salario del profesor. Tenían apiario, gallinero, hortaliza o talleres, eran más o menos ricas según participaba el vecindario; desarrollaban prácticas de agricultura -selección de semillas, abonos o exterminación de plagas-; pequeñas industrias -objetos de barro, ixtle o mimbre-; de oficios -carpintería, curtiduría-; para las amas de casa economía doméstica. "Por las noches la casa era escenario de conferencias didácticas sobre temas misceláneos, Al menos una vez al mes, el maestro comía con los padres de familia y les leía textos instructivos o patrióticos. Los sábados en la mañana se ponía a disposición de los vecinos para consultas o ayuda personales o grupales y encabezaba días de campo comunitarios. También se esperaba de él la función de liderazgo de las brigadas de trabajo voluntario para obras de beneficio material, así como la organización de los festivales cívicos. Estos recuperaron la tradición de rendir homenaje a los héroes de la Independencia y la Reforma pero ahora se exaltaba además al mexicano ordinario: al campesino, al obrero que había peleado en la revolución, se revivían canciones y danzas vernáculas y otras muestras de arte popular"

En 1926 John Dewey escribió, después de conocer la escuela rural mexicana: "...no hay en el mundo movimiento educativo que presente mayor espíritu de unión íntima entre las actividades escolares y la comunidad que el que se encuentra en la nueva escuela rural mexicana"

Figura 8. Casa del Pueblo de Mieres, años 20 (MPA)

LA ESCUELA RURAL MEXICANA

La Escuela Rural Mexicana se concibe como un servicio a la comunidad entera. A la escuela corresponde organizar, orientar y encauzar las actividades comunales con niños, jóvenes y adultos en todas las manifestaciones de la vida social.

A esta institución educativa se unen, como complementarias, las Misiones Culturales. Se crean para propiciar el desarrollo integral y armónico de las comunidades rurales. Son instancias de educación no formal comunitaria. Están constituidas por grupos interdisciplinarios –un maestro, un agrónomo, un conocedor de pequeñas industrias, un profesor de educación física y una trabajadora social– y se establecen en una comunidad durante un periodo limitado de tiempo (dos o tres años en promedio). Se integra a ellas la función de ofrecer educación continua a los maestros empíricos de las Escuelas Rurales.

La Escuela Rural Mexicana y las Misiones Culturales no sólo definieron un impulso inicial decidido de política educativa por hacer llegar educación básica de calidad, relevancia y utilidad a los sectores mayoritarios de la población, sino que lo hicieron con una entrega y una mística y espíritu de servicio tales, que sus resultados aún perduran. Juntas diseñaron un modelo de educación rural orientado a toda la comunidad, diseñado para mejorar el estado económico de los habitantes del pueblo, basado en la participación de la comunidad, flexible y capaz de adaptarse a las necesidades de cada poblado. La educación se concebía como un medio de mejorar la condición física, intelectual y moral de la comunidad. Como indica Meneses (1986: 331), "el país había encontrado la forma de educar e integrar en su seno a las dos terceras partes de su población. Hasta entonces prácticamente abandonadas a su suerte."

La Escuela Rural Mexicana, con su complemento esencial de las Misiones Culturales, persistió como mancuerna durante más de una década. El avance que se logró como consecuencia de la entrega y del entusiasmo en el trabajo de los maestros rurales fue enorme, si bien insuficiente para asegurar el acceso universal a la educación primaria. Para 1924, se habían establecido 2,001 escuelas rurales que atendían a 65,379 alumnos.

Siguieron años en los que la escuela primaria siguió extendiéndose, aunque lentamente, a las zonas rurales. Importantes esfuerzos de planeación educativa (el Plan de Once Años es el más notable) dimensionan las desigualdades y planean la aceleración de la expansión. No obstante, durante esta época la escuela rural tiende a emular, si bien pobremente, la escuela urbana.

En 1971 se crea el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) cuyo objetivo es obtener recursos adicionales para poder llevar la educación escolar básica a comunidades que, por sus dimensiones, no ameritan la instalación de una escuela convencional. Durante este régimen se desarrolla un modelo de educación primaria –denominado Cursos Comunitarios– especialmente diseñado para comunidades dispersas, con una población en edad escolar inferior a los 30 niños.

El modelo consiste en lo siguiente:

1. La constitución a nivel estatal de un Patronato de Fomento Educativo, que obtiene recursos para sostener becas de muchachos y muchachas egresados de secundaria que funjan como docentes en las pequeñas comunidades dispersas y a la vez estudien mediante sistemas abiertos, un bachillerato tecnológico.

2. La firma de un convenio con la comunidad que será objeto del servicio mediante el cual ésta se compromete a construir un aula y un cuarto para el maestro, y a alimentarlo durante su estancia ahí.

3. El diseño de un sistema de capacitación destinado a estos para profesionales becados.

4. La elaboración, por parte de un grupo de investigadores educativos de alto nivel y prestigio, de un modelo de escuela unitaria que aprovecha como recurso

educativo la heterogeneidad de los grupos de alumnos y que plantea una enseñanza con temas comunes y distintos niveles de profundidad2, entre otras estrategias. Esta propuesta se plasma en un Manual del Instructor Comunitario, que introduce al docente de manera ágil y sencilla al manejo de los textos gratuitos y de los programas escolares, adaptándose a la realidad multigrado y al medio rural pauperizado y disperso.

La educación rural en México

Sin embargo, y a pesar de las importantes innovaciones que en materia de educación rural ha desarrollado el país, las zonas rurales e indígenas siempre han estado a la zaga en relación con los indicadores tradicionales de desarrollo educativo. Desde los años sesenta, cuando empiezan a realizarse estudios diagnósticos sobre la realidad educativa en México, esta desigualdad se comienza a desenmascarar. De acuerdo con el diagnóstico más completo realizado durante esos años (Latapí et al., 1964), en esas fechas el 50% de la población nacional vivía en comunidades menores de 2,500 habitantes. Y sin embargo, tres cuartas partes de los niños que se quedaban sin escuela vivían en el campo. Sólo uno de cada diez niños rurales lograba terminar su educación primaria seis años después de haberla iniciado, en parte debido al hecho de que cuatro de cada cinco escuelas rurales eran incompletas. Sólo uno de cada cuatro maestros titulados trabajaba en el medio rural. El estudio calculaba un retraso de 27 años de la escuela rural respecto de la urbana.

Una década después de reportadas las cifras que acabamos de mencionar, y habiendo mediado importantes esfuerzos de planeación orientados a la universalización de la educación primaria y de una efectiva expansión de la misma, la desigualdad permanecía. De esta forma, entre 1968 y 1972 egresaron de la primaria 1.8 millones de alumnos. De éstos, 1.5 millones se encontraba en el medio urbano, y sólo el 18% en el medio rural.

Un estudio realizado en el estado de Puebla en la década de los noventas (Schmelkes, 1998) muestra, al respecto, resultados alarmantes. Se constata la pobreza material comparativa de la oferta educativa en zonas rurales respecto de zonas urbanas, pero sobre todo la relación sinérgica perversa que se da entre las condiciones de la demanda y la forma de operar de la escuela. Así, entre más pobre es la demanda, más pobremente opera la escuela en su accionar cotidiano. Ante estas circunstancias, no sorprende, aunque sí preocupa, la enorme diferencia que encontramos en los resultados de aprendizaje entre zonas rurales y urbanas marginales y zonas urbanas de clase media que, ante la falta de mecanismos nacionales y estatales de evaluación, había permanecido oculta. Estas diferencias llegan a ser tan grandes que un sexto grado en una escuela rural puede llegar a equivaler a bastante menos que un cuarto grado en una escuela urbana de clase media. En promedio, las escuelas de nuestra muestra no mostraron tener la capacidad de lograr que los egresados de sexto grado pudieran ser considerados alfabetos funcionales. La situación que al respecto guardan las escuelas rurales, junto con las marginales urbanas, es de clara desventaja respecto de las urbanas de clase media.

Los investigadores de la educación encontraron explicaciones, pero nunca justificaciones, a esta realidad. Fue la clase media urbana la que históricamente y a nivel mundial dio origen a la escuela básica. No fue distinto en el caso de México. Desde entonces, la escuela primaria en México ha sufrido relativamente pocos cambios en su estructura básica: la educación se ofrecen en seis grados: cada grado puede tener uno o varios grupos; cada grupo está a cargo de un maestro que recibió formación específica como docente. Al frente de la escuela está un director, quien se hace responsable de la adecuada marcha cotidiana de la misma. El contacto y vía de comunicación de la escuela con el sistema educativo es el supervisor de zona, quien supuestamente debe cumplir funciones de supervisión académica. Existe un currículo nacional y libros de texto gratuito para alumnos y docentes. El calendario escolar es de 200 días y todas las escuelas deben cumplirlo. La escuela primaria opera con un horario diario de cuatro horas y media, de las cuales media hora se ocupa en actividades de recreo.

Con las notables excepciones que ya hemos mencionado, la expansión de la educación primaria, a la que gradualmente fueron entrando grupos poblacionales antes desatendidos, se hizo con el mismo modelo que acabamos de describir. Sin embargo, la población ya no responde a las características de aquella que le dio origen a dicho modelo. Como resultado, el modelo se fue empobreciendo. Así por ejemplo, en lugar de contar con un maestro por grupo, en las pequeñas comunidades rurales un solo maestro tiene que atender a dos, tres y hasta seis grados, pero de acuerdo con el mismo diseño curricular y la misma estrategia de enseñanza que opera en las escuelas de organización completa. Además, tiene que atender las funciones que en estas escuelas cumple el director. A menudo es problemático conseguir que los maestros profesionales deseen irse a trabajar a estas comunidades aisladas y de difícil acceso. El sistema, preocupado por atender a la demanda, contrata egresados de bachillerato, y a veces incluso de secundaria, y después de un rápido entrenamiento, a lo más un mes, los envía a cumplir funciones de docente frente a alumnos de varios grados.

Entonces se entiende que en las comunidades más pobres –justamente donde los requerimientos de una educación de calidad son mayores, pues se opera en un medio "adverso"– se cuenta con un remedo de escuela urbana que es prácticamente irreconocible. No es de extrañar que los resultados de este tipo de educación sean pobres: esta escuela no siempre es capaz de atraer a toda la demanda potencial, y menos aún de retenerla el tiempo necesario para que termine la primaria. Según el conteo de población y vivienda de 1995, 1,500,000 menores, entre los 6 y los 14 años de edad, no asistían a la escuela. Se calcula que para estas fechas esta cifra se ha reducido en 200,000 niños, pero aún representa poco más del 8% de la población en edad escolar. No obstante, la cifra resulta abrumadora, sobre todo si consideramos que estamos hablando del grupo de edad correspondiente solamente a la educación primaria, y que este país ya decretó la obligatoriedad de tres años de secundaria. Ahora bien, la inmensa mayoría de estos niños se encuentran en zonas rurales. El mismo conteo censal de 1995 señala la existencia de más de 200,000 localidades, 151,000 de las cuales albergan menos de 100 habitantes. Se trata de poblaciones aisladas y de difícil acceso en grandes extensiones desérticas o en zonas montañosas o selváticas (Secretaría de Educación Pública, 1997). Ya hemos visto que el CONAFE, la institución que atiende a pequeñas comunidades dispersas, atiende a 22,000 de estas localidades. Por tanto es probable que una buena parte de la demanda no atendida se ubique en comunidades pequeñas y dispersas. Por otra parte, existe en México un importante sector poblacional de campesinos poseedores de tierras de infra subsistencia y de campesinos sin tierra que venden su mano de obra de manera estacional movilizándose con toda su familia a las regiones de agricultura comercial en tiempos de cosecha. La movilidad de estas familias es tal que difícilmente permanecen en un mismo sitio durante más de dos meses. En sus comunidades de origen permanecen alrededor de cinco meses, pero desgraciadamente, por los calendarios agrícolas las vacaciones escolares de verano caen dentro de estos cinco meses. No se sabe con certeza cuántos niños en edad escolar se encuentran en estas condiciones, pero los cálculos más conservadores indican que se trata de al menos 400,000. Así, a los problemas ya mencionados de falta de eficiencia, relevancia y calidad de la educación rural, debemos añadir uno básico: el de la falta de cobertura. Es en las zonas rurales e indígenas donde se presenta el impedimento a la universalización de la educación primaria.

LA CREACIÓN DE NORMALES RURALES

Originalmente planteadas como Escuelas Rurales Regionales o Centrales Agrícolas, forman parte del principal proyecto de reforma educativa propiciado por los gobiernos posrevolucionarios en México cuyo principio sigue siendo la socialización de la educación en el ámbito rural mexicano así como propiciar la concientización y participación social de quienes se forman en estos planteles que desde sus inicios adoptaron el esquema de la defensa de la educación pública como un derecho popular y sobre todo como un derecho de los más pobres, empleando la educación como una herramienta fundamental para el entendimiento de la realidad social y la posibilidad de su transformación.

Atendiendo las necesidades educativas de las comunidades más marginales del país (principalmente la necesidad de maestros para la enseñanza primaria en las regiones más pobres) se priorizó la formación de maestros campesinos que a su vez pudieran educar a los hijos de los campesinos.

Desde su primera instalación en 1922, las Escuelas Normales Rurales no fueron ajenas a las condiciones sociales y económicas particulares de cada lugar, y por ello los planes y programas de estudio fueron adecuados a la realidad asumiendo un papel de compromiso y solidaridad con los más necesitados. El principal requisito para ingresar a estudiar en una normal rural es no contar con los recursos suficientes como para aspirar a una educación en las universidades oficiales o estatales, en pocas palabras “ser pobre”. Así, estas escuelas también se caracterizan por formar maestros rurales con vocación de apoyo; un maestro rural es entre otras cosas, agricultor, médico y amigo del pueblo.

Las normales rurales fortalecieron su carácter politizada estimulando el proceso de transformación social a través de la enseñanza, adoptando el modelo de educación socialista propuesto por el gobierno de Cárdenas con la reforma al artículo 3 constitucional en el año de 1934. Dicha reforma trajo consigo la inconformidad de los sectores conservadores mexicanos ya que replantea firmemente la exclusión de la religión en la educación, cuestión muy arraigada en algunas zonas rurales; generando desconfianza hacia el proyecto de educación campesina se les comenzó a tratar con severa hostilidad producto del fanatismo religioso que descalificó la enseñanza socialista y a las normales rurales llamándolas “escuelas del diablo” derivando incluso en ataques y atentados contra la vida de los maestros rurales.

Es pertinente señalar que durante los inicios de las normales rurales (hablamos de las décadas de los 20’s y los 30’s), muchos aspectos de la realidad nacional aún se encontraban en reconstrucción tras la revolución mexicana, la intención de cada gobierno en turno era insertar a México en los proyectos “modernizadores” que le permitieran comenzar a desarrollarse y para esto el carácter de la educación que ofrecería el Estado era un aspecto crucial aun en definición.

La decisión oscilaba entre las políticas conservadoras que visualizaban a la educación como un medio disciplinario y de control social, o una postura intelectual que concebía a la escuela como un espacio propicio para el despertar de la conciencia popular. La SEP, en sus inicios en los años 20’s optó por la primera postura, y el reflejo de la defensa de las estructuras sociales porfiristas aún se podía encontrar en los planes de estudio de algunas escuelas rurales aisladas.

El proceso educativo de cualquier país tiene una estrecha relación con las estructuras sociales imperantes. Este incluso puede darse desde dos perspectivas, la integradora que propone adentrar a la sociedad en el proceso social de consolidación capitalista y los preceptos educativos que le son funcionales “mediante la inculcación de la ideología dominante”; o la transformadora que propone una visión congruente de la realidad abandonando el papel del maestro como poseedor de la verdad absoluta para que brinde herramientas para la concientización y la transformación de la sociedad. Retomando este planteamiento la estructura de la Escuela Rural en México evolucionó de manera diversa obedeciendo fundamentalmente a la perspectiva integradora.

Mural en Normal Rural Ayotzinapa.

La creación de las llamadas Casas del Pueblo permitió que se pudiera llevar el conocimiento a los indígenas propiciando la unidad, la convivencia y la enseñanza colectiva a través de misioneros más que maestros.

También se creó el proyecto de las Misiones Culturales emprendido por José Vasconcelos con el propósito de alfabetizar a los indígenas. Sin embargo, este fue uno de los proyectos con una visión mucho más integradora al proceso de estructuración capitalista en México. Conocida también como Cruzada contra la ignorancia, Vasconcelos buscaba “incorporar a los indígenas y a los campesinos al proyecto de una nación civilizada, terminar con el fanatismo religioso y los hábitos viciosos” (Jonatan Gamboa Herrera)

También estaban las Escuelas Artículo 123 obligatorias para los hijos de trabajadores de empresas agrícolas e industriales. Por la vía de los hechos estas escuelas fungieron como centros formadores de conciencias revolucionarias así como un aglutinador del descontento y contra los abusos de terratenientes y caciques.

Y por último están las aún sobrevivientes Escuelas Normales Rurales en las que además de aprender las labores del campo, los estudiantes asisten a la escuela para aprender a luchar por una sociedad diferente.

Este proyecto de educación campesina nació, creció y se ha desarrollado a contracorriente de todas las limitaciones económicas y sociales generadas por la incapacidad de los gobiernos posrevolucionarios para atender un proyecto de tal envergadura, aunada a la generación de la desconfianza social hacia el modelo de educación socialista. Por otro lado han tenido que enfrentarse a los obstáculos impuestos a partir de la derogación de la educación socialista en 1944 con el gobierno de Ávila Camacho, periodo tras el cual se dio la reducción del presupuesto y el cierre de por lo menos 30 de los 46 planteles que se instalaron por todo el país. El último de ellos, el Mexe en el Estado de Hidalgo, fue cerrado en el año 2008 durante la actual gestión de Felipe Calderón. Algunos de estos planteles fueron transformados en escuelas secundarias adoptando los planes de estudio contemporáneos.

Cohesionar las ideas entre el proyecto educativo y el surgimiento de la FECSM.

Así las Normales Rurales retoman el principio de educación socialista que durante el gobierno de Cárdenas propuso una perspectiva transformadora, y posteriormente hubo la necesidad de asumir una lucha abierta contra el Estado que desde un inicio les puso fecha de caducidad. La defensa de la educación pública para los campesinos, así como los derechos de los trabajadores son considerados conquistas históricas y un ejemplo a seguir, es por ello que los planes de estudio e incluso los materiales didácticos de las normales destacan la necesidad de la organización estudiantil campesina para resistir a los abusos y arrebatos de las autoridades.

Por ello se fue perfilando la estructura política organizativa que aglutina a los estudiantes campesinos para garantizar la existencia del normalismo rural. “Es durante el gobierno del Gral. Cárdenas en que más se facilita la organización de las masas campesinas, obreras y estudiantiles de las escuelas normales rurales, naciendo así la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), el 18 de junio de 1935, en la Central Campesina de El Roque, Guanajuato, constituida por todos los estudiantes de las escuelas normales rurales del país...”

La FECSM se constituyó como una organización independiente a las centrales campesinas oficiales y los aparatos sindicales de la época, además de ser una de las organizaciones estudiantiles más antigua, mejor estructurada y con mayor tradición de lucha en México. Su fortaleza radica en sus integrantes (todos estudiantes y egresados de las Normales Rurales), su convicción de lucha por la defensa de la educación pública y gratuita, la disciplina practicada a través de una militancia comprometida, así como la formación de maestros rurales conscientes de los problemas sociales y convencidos de que un cambio social es posible.

Actualmente, siguen en pie 16 Escuelas Normales Rurales en donde aun se mantiene el esquema de educación socialista. Los estudiantes se forman en diversos ejes como el académico que obedece al plan de estudios oficial de la Secretaría de Educación Pública; el de Módulos de producción que los capacita para la actividad agropecuaria productiva; el cultural donde se aprende música popular, danza regional y otros oficios; el deportivo en el que se practican algunas disciplinas básicas y el político que se representa por un comité estudiantil en cada plantel y desde el cual se estudia el “marxismo-leninismo” y se analiza la realidad política y social del país. (Normales Rurales, Escuelas en resistencia)

La labor de concientización en estos centros educativos se ha dado a través de una educación política anticapitalista, la herencia teórica del marxismo-leninismo es la base de esta tarea. Es claro que un modelo de educación socialista no podía triunfar en un país apresto a integrarse al incipiente capitalismo del siglo XX, pero las normales rurales desde sus inicios hasta la actualidad han sido un espacio abierto para la formación política de sus estudiantes quienes adquieren una consciencia de clase y reivindican los procesos históricos fundamentales como la lucha de clases y la capacidad transformadora del proletariado, por ello la oposición encarnizada que la burguesía ostenta en contra de los normalistas no es extraña, siendo que a través de generaciones han demostrado su carácter combativo y la fortaleza de los campesinos mexicanos que aunque pobres, asisten a los más necesitados llevando la enseñanza a los rincones más apartados del país. De la costa hasta la sierra, los maestros rurales demuestran su compromiso con la educación científica, la conciencia política y la transformación social.

Debido a la participación política tan activa de sus estudiantes y a la relación de sus egresados con los movimientos campesinos, las normales rurales se enfrentan también a la descalificación mediática y el aislamiento político que ha sido impulsado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) propiciado por Elba Esther Gordillo y sus antecesores.

Es a través de la FECSM que se aglutina el descontento y se exigen las demandas que cada año permiten a las normales rurales seguir existiendo. Ahora conseguir los recursos para su subsistencia sólo es posible con la lucha de los normalistas por lo que es necesaria la movilización para garantizar el nuevo ingreso cada ciclo escolar, así como el sostenimiento del comedor, el internado, las becas estudiantiles y el apoyo para los egresados.

Los integrantes de la FECSM están acostumbrados a su dinámica combativa y movilizadora. Su capacidad de convocatoria a los sectores más conscientes de la juventud mexicana aún sigue siendo la más importante en el país después de movimientos como el del CNH en 1968.

Igual que otros movimientos estudiantiles, se han enfrentado a la represión en todas sus magnitudes, siendo el más reciente enfrentamiento del 12 de diciembre en Chilpancingo entre estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y fuerzas de la policía estatal y federal, una muestra más de la lucha que el estado ha emprendido por la desaparición de estos centros educativos.

LAS MISIONES CULTURALES

Antecedentes Históricos

Hablar de las Misiones Culturales Mexicanas es tomar un hilo conductor que atraviesa varias décadas de labor educativa en este país. Su relación con la educación de adultos, como proyecto que se ha ido construyendo históricamente, tiene significado en tanto ha sido una fuente de inspiración teórica y práctica para modelos, que si bien no toman el carácter propiamente de las Misiones Culturales, sí retornan su espíritu y su sabiduría. Misiones Culturales es una labor educativa, fruto de la historia de la formación del México del siglo XX, de ahí su especificidad y originalidad.

La denominación de Misiones Culturales se relaciona con la función que desempeñaban en el siglo XV los misioneros evangelizadores españoles tales como Vasco de Quiroga, Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, Fray Toribio de Benavente (Motolinía) quienes fueron enviados por los reyes de España a México con la misión de evangelizar a los indios. En 1569, Pedro de Gante fue uno de los primeros misioneros que se ocupó de enseñar y capacitar a los niños en las primeras letras y oficios; actividad que empieza a dar forma a los fundamentos al trabajo de estas instituciones educativas.

Una vez que empieza la capacitación, surge la necesidad de adiestrar a los primeros profesores rurales en oficios y se retoma la idea de que las Misiones Culturales podrían realizar tal tarea, proporcionando en primera instancia los conocimientos necesarios en relación con las características y necesidades de la región y más adelante los oficios en sí.

El año de 1921 marca un momento muy importante en la historia de México: terminaba la revolución armada que se inició en 1910 en contra del dictador Porfirio Díaz, y el país se echaba a cuestas la reconstrucción nacional, se anunciaba el nacimiento de una nueva sociedad. La Revolución puso en libertad energías largo tiempo contenidas y provocó un renacimiento político, social, económico e intelectual. Cuando la larga lucha terminó, en 1920, la demanda popular de escuelas estaba tan profundamente arraigada que el Gobierno se sintió obligado a hacer algo por la educación. El primer Secretario de Educación Pública de México fue don José Vasconcelos (1921). En su trabajo en favor de la educación del país inició la primera campaña contra el analfabetismo, instaló las escuelas rurales y nombró los primeros misioneros. El campo mexicano se encontraba abandonado, la lucha armada había diezmado a la población, y la guerra terminó con la infraestructura económica. Para entonces los ideales revolucionarios del reparto agrario y la justicia social estaban lejos de hacerse realidad. Abandono, tristeza y hambre eran comunes en las comunidades rurales, mestizas e indígenas. Situación poco propicia para fundar escuelas y encontrar maestros que ayudaran a la gran labor de reconstrucción y a mejorar las condiciones de vida de miles de campesinos pobres en todo el país. El primer problema con que hubieran de enfrentárselos encargados de la educación en el período pos revolucionario fue el de la selección y formación de maestros rurales, y el segundo, íntimamente relacionado con aquél, fue decidir qué era lo que habían de enseñar. Para resolver ambos problemas y poder llevar la educación a las regiones rurales se redactó el programa de las misiones culturales.

EL MISIONERO Y SU MISIÓN

Las primeras actividades misioneras en 1921 fueron ambulantes y llevadas a cabo por seis misioneros; 1922 iniciaba con sólo 77de ellos y 100 maestros, cuando las necesidades del país demandaban elevar el número de misioneros a 300 y se requerían 20 000 maestros, recursos humanos muy numerosos que era necesario destinar para lo que en ese entonces se empezaba a considerar como un problema social prioritario: la educación. El misionero fue un tipo de maestro cuya primera labor era visitar los centros rurales y en forma especial las comunidades indígenas, de estas visitas rendían informes a las autoridades educativas y trataba de reclutar maestros rurales para destinarlos a las poblaciones más necesitadas.

Las Misiones Culturales fueron fundadas oficialmente en octubre de 1923, por el Presidente General Álvaro Obregón (Sierra,1973 y Gámez, 1993), siendo el primer Jefe de Misión el distinguido profesor Rafael Ramírez.

En aquel entonces se estimó que un maestro misionero debería tener conocimientos amplios sobre las condiciones de vida de la población, dominar el idioma nativo de la región y tener conocimientos pedagógicos suficientes para capacitar y entrenar adecuadamente a los maestros que reclutaran la escuela rural no podrá llenar su misión educativa si los maestros no basan su enseñanza en los trabajos manuales, tales como el cultivo de la tierra y las variadas pequeñas industrias y ocupaciones que se derivan de la agricultura; si los maestros no aprovechan las aptitudes de los niños, encauzándolas convenientemente para procurar hábitos de cooperación y de trabajo, y si los maestros no llegan a entender cuál es la verdadera misión de la escuela de los campos y aldeas, que no es otra que la de conseguir para la vida rural un ambiente de mayor comodidad y de mayor progreso (Lucas Ortiz. Conclusiones de la reunión de maestros federales).

En 1923, siendo presidente Álvaro Obregón y primer Secretario de Educación Pública Don José Vasconcelos; se cristaliza el envío de los Misioneros Culturales, quienes empleaban en un principio métodos rústicos de la enseñanza, lo cual apremiaba la labor eminentemente constructiva de ambos que como precursores de la educación rural se supieron interesar e involucrar con un conjunto de gente de tipo militarista quienes en su momento dieron las bases de tipo cultural para tal proyecto, dando origen a éstas agencias de educación extraescolar que promueven el mejoramiento económico, cultural y social en las comunidades rurales con el propósito de fomentar e impulsar el desarrollo individual y colectivo.

En 1923, El poblado de Zacualtipán, en el Estado de Hidalgo, es seleccionado para que funcione la primera Misión Cultural y por ser un acontecimiento que reviste especial trascendencia, el propio Oficial Mayor de la Secretaría de Educación Pública, el Ing. Roberto Medellín, jefatura ese grupo de la primera experiencia; una vez instalada esta escuela, el Ing. Medellín vuelve a sus funciones y deja al mando al Prof. Rafael Ramírez Castañeda, quien con todo su empeño deja huella dentro de esa labor.

EL CAMINAR DE LAS MISIONES

Don Lucas Ortiz Benítez, primer Director del CREFAL, anotó en su informe sobre las Misiones Culturales: «La historia de las Misiones Culturales está ligada a la historia de la Escuela Rural Mexicana» (1952). En efecto, el Programa de Misiones Culturales vino a sumarse al extraordinario desarrollo que tuvo la escuela rural en México, como lo muestra el formidable crecimiento en el número de escuelas, maestros y alumnos entre los años de1923 a 1938.

El número de Misiones Culturales aumentó de 1 a 18; el de misioneros de 7 a 150; el de maestros rurales de 876 a 17 047; el de alumnos matriculados, de 50 000 a 623 432 y el de personas que asistieron a las escuelas normales patrocinadas por las misiones culturales, de 147 a más de 4 000. Cabe mencionar que esto se debió en buena parte a los esfuerzos de los misioneros quienes, en general, sólo contaban con su salario, bastante magro por cierto, y el apoyo que pudieran lograr de las comunidades con las que trabajaban.

En 1923 las autoridades educativas y el Gobierno determinan que cada escuela debe ser dotada de un huerto escolar y se establece la acción como base para el trabajo. Es en este tiempo cuando surge la llamada «casa del pueblo» y el 17 de octubre de ese año se expide el «Plan de las Misiones Federales de Educación como una respuesta a la necesidad de reunir los elementos dispersos que venían trabajando por mejorar las condiciones de la educación para el pueblo. Casa del pueblo, como tipo de Escuela Rural, quiere decir: la escuela para la comunidad y la comunidad para la escuela, es decir, una fusión de intereses educativos y sociales. La casa del pueblo era construida por los vecinos a iniciativa de los misioneros, y se dejaba al maestro rural que la haría vivir en armonía con el

Vecindario.

En ese mismo año se reunieron 147 maestros bajo la dirección de la primera misión cultural en Zacualtipán, estado de Hidalgo. «Los maestros recibieron clases de Educación Rural, Jabonería, Curtiduría, Agricultura, Canciones y Educación Física». Pero la comunidad no quiso quedar fuera de estos cursos que los misioneros impartieron, por lo que sin haberlo contemplado previamente, se le asignó a la misión la atención directa a la comunidad.

El segundo ensayo, de la puesta en practica de una institución de este tipo, se lleva a cabo en mayo de 1924, en Cuernavaca, Morelos, teniendo como jefe nuevamente al Prof. Rafael Ramírez, que en conjunto con su personal superan los resultados esperados.

La presencia de los misioneros en las pláticas y demostraciones para los hombres y las familias del campo fue de gran importancia, no solo por el estímulo y la ayuda que representaban, sino por que tomaban conciencia de la gravedad de su problemática educativa y social.

En 1925 la Secretaría de Educación Pública declaraba: Se ha dado el nombre de Misión Cultural a un cuerpo docente de carácter transitorio que desarrolla una labor educativa en cursos breves para maestros y particulares. Cada misión será una escuela ambulante que se instalará temporalmente en los centros de población en que predominen los indígenas, ocupándose en el mejoramiento profesional de los maestros, en ejercer influencia civilizadora sobre los habitantes de la región, despertando interés por el trabajo, creando capacidad necesaria para explotar oficios y artes industriales que mejoren su situación, enseñando a utilizar los recursos locales e incorporándoles lenta pero firmemente a nuestra civilización. Los maestros formados a través de las Misiones Cultural es carecían frecuentemente de base profesional, pero la suplieron con su ardiente celo por transformar sus comunidades mediante el trabajo y la acción. Fue por esta razón que se organizaron frecuentemente los llamados «Institutos».

La operatividad y el éxito de estas instituciones hizo posible que en febrero de 1926, las autoridades de la Secretaría de Educación crearan la Dirección de Misiones Culturales y nombraron como directora a la Profesora Elena Torres, experta en trabajo social y educación rural; la cual instruye que cada Misión debía de instalarse en poblados en donde las autoridades estatales de educación se encargaban de concentrar a los maestros de la región. Los cursos se daban en la mañana, en la tarde y en la noche, durante tres semanas. Principio fundamental para que el reloj de la revolución educativa empezara a funcionar.

1926 señala la iniciación del florecimiento de las Misiones Culturales, pues en esa época se establece la Dirección de Misiones, y al año siguiente se realizaron los primeros cursos de perfeccionamiento especiales para misioneros. Para cada grupo hubo clases determinadas.

Al concluir estos cursos recibieron los misioneros un pliego de instrucciones entre las cuales había un párrafo destinado a señalar cómo emplear la biblioteca ambulante y los equipos de carpintería e industrias. El instructivo fijaba, asimismo, 21 días de duración para las reuniones de los maestros rurales. Desde entonces se llamó Institutos a las concentraciones de maestros dirigidas por las misiones.

Llevar a cabo un instituto requería varios trabajos previos, que incluían actividades de investigación sobre la situación, las necesidades y problemas de todos los maestros. Por otra parte, un inspector se encargaba de hacer una minuciosa exploración de los problemas de orden social, económico y material que afectaba a la región, con la finalidad de que los misioneros fueran en sus actividades más eficaces y acertadas.

Comenta Ortiz, en el mismo documento, que durante las concentraciones de maestros los misioneros habrán de investigar por todos los medios posibles las necesidades de las escuelas y de los poblados de la región donde vaya a operar cada maestro al frente de su escuela. Los misioneros normaban su labor de acuerdo con una serie de sugerencias encaminadas a favorecer que se establecieran nexos con las comunidades para que la actividad social del misionero procurara allanar las diferencias que perjudicaran el interés colectivo.

Estos lineamientos también buscaban que las escuelas atendidas por las misiones fueran provistas, en lo posible, de lo necesario en cuanto a obras y equipamiento, así como del mejoramiento y cooperación pedagógica, a fin de fomentar la cultura de los maestros.

Los misioneros organizaban, en algunas ocasiones, festivales y concursos que tenían la finalidad de mostrar a las comunidades y maestros los avances en las actividades de la misión. Labor importante que se señalaba a los miembros de la misión era la de atender también al mejoramiento de las comunidades, dando preferencia a las condiciones de salubridad y a los problemas económicos y procurando promover la solución.

Las seis Misiones de 1926 establecieron 42 institutos en 42 aldeas diferentes y mejoraron los conocimientos de 2,327 maestros en servicio, que indudablemente, resolvieron muchas inquietudes y esperanzas que sembraron en el contexto de aquel entonces.

En 1927, la Dirección de Misiones Culturales advierte la necesidad e importancia de organizar un curso de perfeccionamiento para misioneros y se lleva a cabo en la Escuela de Verano de la Cd. de México, del 7 de febrero al 19 de marzo reciben orientaciones de: principios de educación urbana y rural, organización y administración escolar; psicología educativa, economía rural y literatura infantil, sociología mexicana, técnica de la enseñanza, higiene y salubridad.

Una Misión Cultural era un grupo de expertos que en conjunto con los maestros que capacitaban, como segunda tarea, efectuaban una indagación sobre el vecindario para saber las características de la gente, que pensaba, como vivía y cuáles eran sus problemas. Esta investigación preliminar, complementada con ciertos principios generales, les daba la base para formular el programa de trabajos que desarrollaban durante las tres semanas subsecuentes; las actividades se organizaban en equipo y consistían en instruir además, de los profesores, a niños de la escuela del lugar, jóvenes, madres de familia, y campesinos en general. Para realizar la clausura de actividades se exhibían los trabajos realizados, se inauguraban las obras materiales y se hacia una gran fiesta en que participaban todos los pueblos de los alrededores. El inspector de la zona, el maestro o maestra del lugar, las organizaciones comunales, promovidas por la Misión, se encargaban de continuar la obra iniciada por esta.

En el gobierno del Presidente López Mateos (1958-1964) se les dio un gran impulso y es en aquel entonces cuando el maestro Manuel Ávila Garibay, Director General de Alfabetización y Educación Extraescolar, apoyó grandemente las acciones de estas.

Al cabo del tiempo las Misiones Culturales han ido consolidando sus objetivos y revisando las bases de su organización y funcionamiento; para lo cual se precisa que se debe tener una zona intensiva y otra extensiva, según las condiciones geográficas y de los recursos de que se disponga, además del establecimiento de los consejos técnicos y de un Comité Pro desarrollo Comunitario. Alfonso Fabila describía así a las Misiones Culturales: Son escuelas sin muros, cuyos límites están marcados por las comunidades de un distrito y sus habitantes, cuyos lugares de ‘formación son los campos mismos, los talleres y los hogares (lugares todos donde existen problemas humanos), y que se hallan situados preferentemente entre quienes más necesitan de ellas y el propósito que persiguen no es crear profesionales ni trabajadores expertos, sino ciudadanos capaces de mejorar las condiciones de vida en sus hogares y en la sociedad.

El propósito que persiguen no es crear profesionales ni trabajadores expertos, sino ciudadanos capaces de mejorar las condiciones de vida en sus hogares y en la sociedad. Los gobiernos emanados de la Revolución consideraban que el asunto educativo no se agotaba en dotar al país de escuelas donde se enseñaran las primeras letras, concepción que había sido utilizada por el régimen que la Revolución había derrotado. La escuela debía encarar los retos del progreso y buscar la felicidad del pueblo desde el hogar y la familia.

Para entonces las misiones tienen por objetivos:

- La elevación de la economía vecinal, mediante la aplicación de la técnica moderna, a fin de lograr el incremento cualitativo y cuantitativo de la producción.

- El enaltecimiento de la familia.

- La conservación y robustecimiento de la salud individual y colectiva.

- La superación de la vida social, mediante la sana recreación.

- El cultivo de la expresión estética del vecindario y el incremento de las artes populares.

- El mejoramiento material de los poblados.

- La alfabetización funcional, como medio de superación cultural y social.

- El fortalecimiento del sentimiento cívico y patrio.

- La organización de las comunidades mediante su autodesarrollo.

LA EDUCACION SOCIALISTA

En 1940 la educación socialista era creada como reforma educativa estructural y, transcurridos seis años desde su aplicación, los clérigos produjeron presiones; las autoridades federales, campañas antirreligiosas y de defensa de los derechos de los trabajadores; y el resto de la sociedad, oposición o apoyo. La riqueza de la enseñanza socialista era visible. La población la convirtió en objeto de enconos o aspiraciones; las instituciones, en el centro de su existir y ser.

La educación socialista, resultado de la reforma constitucional de1934, constituye a lo largo de la historia de la educación mexicana, un periodo controvertido y polémico debido a la discusión sobre su significado y las diversas modalidades que muestra su aplicación. Analizaremos algunos factores que dieron origen a la reforma del artículo tercero constitucional para darle a la educación una orientación de carácter socialista. Se hará una presentación de los debates que tuvieron lugar en el Congreso de la unión y que culminaron con el cambio del texto constitucional. Por otra parte se expondrán las interpretaciones que con relación al nuevo artículo manifestaron el general Lázaro Cárdenas y la SEP, así como los maestros de quienes dependió directamente su aplicación práctica. Se analizará, cuál fue la reacción de los diversos sectores de la sociedad mexicana.

Hacia una educación socialista

Factores que influyeron en el surgimiento de la educación socialista:

•La escuela rural hizo llegar elementos culturales y útiles para solucionar diferentes problemas de la comunidad.

•La escuela fue considerada por muchos como un centro de expresión y una vía de solución para la problemática nacional.

•El triunfo de la Revolución Socialista en Rusia significó un modelo de organización social y se fortaleció esta perspectiva por los efectos de la Gran Depresión de 1929 en nuestro país.

•Una búsqueda por fortalecer al estado frente al clero desde esta perspectiva el modelo socialista constituía la posibilidad de asignar un total control por parte del Estado en la realización de la función educativa.

El momento más crítico de esta confrontación fue la Guerra Cristera.

•El reglamento provisional del articulo 3° en febrero de 1926,provocó una reacción de los padres de familia quienes decían que el estado debía limitarse a respetar el derecho de los padres a educar a sus niños conforme a su propio credo, esto contradecía los principios de obligatoriedad y laicismo establecidos por el liberalismo social desde la segunda mitad del siglo XIX.

•El censo de la SEP para inspeccionar escuelas religiosas, originó una nueva protesta, se pedía la aceptación de la reforma constitucional propuesta por Carranza en 1919 que establecía una mayor libertad para la educación privada.

•La teoría pedagógica. Su evolución La escuela racionalista fue antecedente de la escuela socialista, fundada por el profesor español Francisco Ferrer Guardia.

En México fue bien aceptada, en ella veían la posibilidad de que la ciencia y la razón orientaran a la juventud, sin dogmatismos, ni fanatismos religiosos. José de la luz Mena y otros profesores trataron de llevarla a la práctica definiéndola como…

“El sistema escolar debe tener como base la libertad, para lo cual, el niño debe actuar en el taller, la granja, la fabrica, el laboratorio; el maestro debe ser excitador de la investigación educativa que conduce a una Educación Racional; por la libertad y el interés del trabajo el niño transformará su egoísmo en amor a su familia a su raza y a la humanidad y será un factor de progreso”

INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

El Instituto Politécnico Nacional(IPN) se crea el 1 de enero de 1936, mediante decreto presidencial firmado por el General Lázaro Cárdenas del Río y publicado en el Diario Oficial de la Federación, es una institución pública mexicana de investigación y educación a niveles medio superior, superior y postgrado, fundada en la Ciudad de México en 1936 durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas del Río. El IPN, coloquialmente conocido como el Politécnico o el Poli, fue fundado siguiendo los ideales revolucionarios en la reconstrucción del país, buscando dar educación profesional a las clases más desprotegidas en aquel entonces, además de ser un impulso para el desarrollo industrial y económico del país, así como una institución que tuviera una función noble al subsanar las necesidades de la población mexicana.

El IPN se formó como una gran institución integrada por escuelas de diversos campos que hasta ese momento habían fungido de manera independiente como la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH), la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) y la Superior de Construcción, así como un bloque de escuelas del antiguo Instituto Técnico Industrial (ITI). Las instalaciones politécnicas estaban conformadas por diversos edificios, básicamente en el actual Centro Histórico de la Ciudad de México, así como con el patrimonio politécnico de la ex-hacienda del Casco de Santo Tomás.

Ya que cuenta con un alto nivel académico, es una de las instituciones educativas más prestigiosas e importantes de México con una matrícula inscrita de más de 150.000 alumnos en sus 271 programas educativos impartidos en 81 unidades académicas, que a pesar de que las características de sus alumnos ha cambiado, no deja de ser un auxilio a las clases sociales más desprotegidas tanto en la educación como en la satisfacción de la demanda social del pueblo mexicano.

Es una de las mejores instituciones en la formación de técnicos y profesionales en los campos de la administración, la ciencia, la ingeniería y las nuevas tecnologías.

Historia

En 1932 el Secretario de Educación Pública Narciso Bassols planteó la necesidad de organizar un sistema de enseñanza técnica, a esta propuesta se unen los ingenieros Luis Enrique Erro y Carlos Vallejo Márquez.

El 1 de enero de 1936 se crea el Instituto Politécnico Nacional, mediante decreto presidencial firmado por el General Lázaro Cárdenas del Río y publicado en el Diario Oficial de la Federación.

Monumento al General Lázaro Cárdenas del Río en el IPN en la llamada plaza roja, Zacatenco.

El IPN se formó como una gran institución integrada por escuelas de diversos campos que hasta ese momento habían fungido de manera independiente como la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH), la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) y la Superior de Construcción, así como un bloque de escuelas del antiguo Instituto Técnico Industrial (ITI).

Las instalaciones politécnicas estaban conformadas por diversos edificios, básicamente en el actual Centro Histórico de la Ciudad de México, así como con el patrimonio politécnico de la ex-hacienda del Casco de Santo Tomás.

El proyecto Cardenista proponía el inminente desarrollo industrial del país, para tales efectos era urgente contar con cuadros tanto de obreros (prevocacionales), técnicos (vocacionales) como profesionistas (escuelas superiores y nacionales) que aportaran el capital humano de origen nacional y que generaran el mismo conocimiento en la formación de un México industrializado.

Durante la gestión del Director General Alejo Peralta se dotó de terrenos al IPN, para lo cual se expropiaron los ejidos de Santa María Ticomán y de San Pedro Zacatenco, con extensiones de 213 hectáreas el primero y 43 hectáreas el segundo.

En 1958 se iniciaron las obras de lo que hoy es la Unidad Profesional "Adolfo López Mateos" y el 19 de marzo de 1959 el propio Adolfo López Mateos, entonces presidente de México, acompañado por el Subsecretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, y el entonces Director General del IPN, Eugenio Méndez Docurro, inauguraron los primeros cuatro edificios en Zacatenco, que fueron ocupados por la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) y la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA).

A lo largo de los años, el IPN ha ido evolucionando de acuerdo a las necesidades y realidades que el país atraviesa.

Gobierno

Monumento al Lic. Adolfo López Mateos

El aparato de gobierno del IPN está conformado por los órganos supremos del Consejo General Consultivo y la Dirección General, la cual desde diciembre del 2009 se encuentra a cargo de la Dra. Yoloxóchitl Bustamante Díez, siendo la primera mujer directora del Instituto.

Otros bloques importantes dentro de la estructura politécnica son los conformados por la Secretaria General, la cual funge como un organismo que coordina al resto de las secretarias y que trabaja armónicamente con la Presidencia del Decanato, donde el conocimiento de la historia politécnica es compilado; el Consejo de ex Directores Generales, el cual reconoce como miembros distinguidos a los ex Directores, teniendo un cargo intransferible y vitalicio; el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV), el mayor centro politécnico de investigación; la estación de televisión XEIPN-TV (Once TV México); la Comisión de Operación y Fomento de Actividades Académicas (COFAA), que se encarga de la administración de los recursos financieros; el Patronato de Obras e Instalaciones (POI), que cubre las demandas de infraestructura y mantenimiento de la institución y la Oficina del Abogado General.

Dentro de la estructura también se encuentran las Secretarías Académica, de Investigación y Posgrado, de Extensión e Integración Social, de Servicios Educativos, de Gestión Estratégica y de Administración.

Referencias Bibliográficas:

http://www.ub.edu/geocrit/b3w-884.htm

http://www.lacasade pueblo.com

http://wwwperiódicoelcomienzo.blogspot.mx

http://www.seu.gob.mx/misiones-culturales-rurales

http://www.comunidadnormalsuperiorméxico.blog

http://www.100.unam.mx/index

http://www.biblioweb.tic.unam.mx

http://www.anuienes.bax/servicios/d-estreategicos

http://www.sep.gob.mx/es/sep1/sep1_Historia_de_la_SEP

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