ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Vandalismo


Enviado por   •  8 de Febrero de 2013  •  1.231 Palabras (5 Páginas)  •  417 Visitas

Página 1 de 5

Una larga sucesión de estos pensadores típicamente modernos, que están demasiado cansados para pensar, ya han dejado detrás de sí una cola o tradición de idioma; por esto se sugiere, vagamente, que lo que es constructivo es bueno y sólo lo que es destructivo no lo es. Cualquiera que desee perderse en laberintos de tal lógica —o mejor, falta de lógica—, puede someter a su consideración alguna proposición en particular; como que es bueno construir una pira, con haces de leña, para quemar vivo a un hombre, y sin embargo es malo destruir una plantación en pleno crecimiento o talar árboles, única manera de hacer lo primero. Pero, en el caso particular del vandalismo, se hace necesario de manera especial recordar que el verdadero argumento es precisamente del otro modo. De dos cosas malas, es mejor ser el bárbaro que destruye algo que por algún motivo no le gusta o no comprende, y a quien sin embargo pueden gustar sinceramente otras cosas que comprende, antes que ser un hombre rico en ideas vulgares que erige una imagen colosal de la pequeñez de su alma.

El vandalismo destructivo, aunque en la actualidad es un gran mal, y lo ha sido en toda la historia, no ha sido en toda la historia tan malo como lo es ahora; y realmente no tan malo como muchas otras cosas más destructivas que existen en la actualidad.

Es importante recordar que hay dos clases de simple destrucción; ninguna en el nivel más noble de la cultura humana, pero tampoco en el más innoble. Naturalmente, el vándalo debe ser, primero, iconoclasta. Puede destruir ciertas cosas porque, realmente, se oponen a sus convicciones morales. Así, un puritano fanático de América puede creer que el Señor le ordena dinamitar la Abadía de Westminster porque está llena de ídolos; vale decir, de imágenes con un carácter religioso. Lo que resulta curioso es que sólo tendría razón a medias. Está llena de ídolos; pero éstos no son imágenes de carácter religioso. Cualquiera puede ver de una ojeada que las figuras medievales de los santos y de los ángeles no son adoradas, por la sencilla razón de que ellos mismos están representados en el acto de la adoración. Pero las estatuas de hombres de Estado y generales del siglo XVIII están, en verdad, vistas como ídolos. Evidentemente, se han erigido, no para la gloria de Dios, sino para la de los hombres que representan; deben ser adoradas directamente por su propio bien, como los paganos adoraban semidioses y héroes. Lord Polkerton y el almirante Bangs no están representados en el acto de adoración, sino en la actitud de ser adorados. Pues el siglo XVIII, que ha dado en llamarse la Edad de la Razón, fue en verdad la Edad de la Idolatría.

Otro vandalismo más sutil Esto, sin embargo, es un paréntesis. El asunto es que el fanático americano sería un individuo mucho mejor que el hombre de la cadena de tiendas americanas, que encuentra a la mitad de Londres en las cadenas de sus tiendas baratas y chatas. Si la dinamita del iconoclasta hundiera todo el frente de la Abadía de Westminster, me sentiría mucho menos horrorizado de lo que lo estoy actualmente ante el proyecto de un tendero yanqui de construir una torre con campanas, más alta que la Catedral de Westminster. Es curioso reflexionar en los pocos descaros aislados de la crítica y la sensibilidad que aún subsisten. Imagino que, si un americano erigiese justamente frente al Castillo de Windsor, del otro lado del río, otro castillo exactamente igual a aquél, sólo que un poco

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (6.9 Kb)  
Leer 4 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com