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Formación Docente, Escuela Y Proyectos Educativos De 1857 A 1940


Enviado por   •  28 de Marzo de 2013  •  3.200 Palabras (13 Páginas)  •  795 Visitas

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LAS CONDICIONES ECONÓMICO-SOCIAL Y PROFESIONALES EN QUE EJERCIERON LOS MAESTROS DURANTE EL PORFIRIATO.

Contendían en el gabinete presidencial dos figuras relevantes que fueron; Limantour, ministro de Hacienda; y Baranda, de Justicia e Instrucción Pública. Un renacimiento del liberalismo militante apuntaba ya hacia propósitos renovadores entre las nuevas generaciones de la opinión pública independiente; el 7 de agosto de 1901 apareció el primer número de regeneración.

Fernández se hizo cargo de la Secretaria de Justicia e Instrucción Pública, como subsecretario y; Justo Sierra, fue el principio de la gestión educativa del maestro Sierra; brillante, a mi juicio, y no tan sólo positiva.

Tres clases de adversario del positivismo: los conservadores representados por el destacado católico Emeterio Valverde; los viejos liberales no positivistas, cuyo representante era José María Vigil, naciente crítica filosófica.

El positivismo sólo será una referencia, la historia del liberalismo mexicano, con una dureza y egoísmo, hizo posible que la generación siguiente, buscando nuevos horizontes, impulse a México al encuentro de sí mismo como realidad concreta y como pueblo entre pueblo, pasando de lo concreto a lo universal; Y añade” una historia que queda bajo los auspicios del genio de dos de sus más grandes educadores: Gabino Barreda y Justo Sierra.

Pero Limantour tenía un poder incontrastable; era el mago de las finanzas, el que había consolidado la deuda, y convertido la crisis en prosperidad. Al Porfiriato, el brillo del oro y la apariencia del progreso, además del señorío de la riqueza, aunque ésta se apoyara en la explotación inicua de las clases laborantes.

El Porfiriato había llegado ya a la cúspide de su poderío; una aristocracia feudal enriquecida y una brillante oficialidad de nuevo cuño eran sus más sólidas bases de sustentación; una clase media intelectual, en pleno desarrollo.

Un incipiente desarrollo industrial, agrícola, ganadero, forestal y minero daba la impresión de una marcha acelerada hacia el progreso.

El país estaba en bancarrota; los capitales mexicanos estaban escondidos y los extranjeros aún no venían; había sido laborioso. La explotación despiadada de nuestros recursos naturales, de nuestras materias primas, y en casos especiales, como el henequén y el chicle, semielaboradas. Don Porfirio había modificado profundamente las condiciones del país, conjurado el peligro de dominación extranjera representado por la invasión francesa y el imperio de Maximiliano, México puso sus esperanzas de progreso y bienestar en el capitalismo industrial, entonces ya en ascenso acelerado.

El general Díaz, buscó el contacto con ciertos intereses norteamericanos atraídos por los recursos naturales de nuestro país, el apoyo y los medios para consolidar su poderío, imponer la paz y conquistar el prestigio de ser un gobierno fuerte, que tanto bien le haría en escala internacional. Le sirvió para alentar la ambiciones de poder y de dinero de terratenientes y mercaderes, incluso, estimular los primeros brotes de una actividad fabril novedosa y modernista.

Sobresaliente del imperialismo yanqui en México, fue la construcción de una extensa red de ferrocarriles, el que recibía la minería de su directa intervención, construyó a la organización de una red de comunicaciones. Paralela al desarrollo ferrocarrilero se desenvolvió la navegación, tanto en el Golfo como en el Pacífico.

En 1900 ya había alcanzado un nuevo impulso la minería, la agricultura, las explotaciones forestales, la navegación y otros signos innegables del progreso. El desarrollo de la industria textil, de la alimentaria y de otras industrias de transformación.

En 1901, Díaz expidió la primera ley del petróleo, en la que se otorgaban grandes concesiones a las compañías explotadoras de nuestros mantos petrolíferos.

Baranda no era fácil de sustituir; político muy sagaz, educador muy competente, jurista de reconocida sabiduría era, además, escritor atildado, académico de la lengua y destacado intelectual, con una formación humanística de alto nivel. Para un cargo como el de secretario de Justicia e Instrucción Pública.

Don Justino Fernández, propuso la creación de una Subsecretaria de Instrucción Pública, y para ello propuso a don Justo Sierra, tuvo una creciente influencia en el ramo de instrucción Pública; ya había alejarse de una concepción rígida y estrecha del positivismo.

Justino Fernández, se creó el consejo Superior de Educación Pública. Las atribuciones del consejo, señaladas en la ley de 12 de octubre de 1901, marcan claramente la finalidad de este cuerpo: sostener la coordinación que debe existir entre los diversos establecimientos educativos, y señalar los medios más adecuados para hacer, de la educación nacional, una tarea comprensiva, realizable y práctica.

Integraban al consejo los directores generales de instrucción primaria y de enseñanza normal, los directores de escuelas profesionales y especiales, y otros funcionarios del ministerio.

La organización implicaba dos propósitos fundamentales:

1. Unificar los criterios del quehacer escolar en todos los niveles del plan de educación.

2. Extender a todo el país este esfuerzo unificador.

Tales materiales serían planes de estudio, programas de enseñanza, métodos pedagógicos, libros de texto y otros materiales de trabajo.

Un organismo permanente para poner en práctica las recomendaciones de los congresos Nacionales de instrucción, de inmediata aplicación, producto de la cooperación de los diversos sectores de la opinión pedagógica que había florecido en México.

La misión del consejo era, unificar la educación pública en escala nacional planteando metas, fueran capaces de movilizar la voluntad popular hacia el propósito concreto de formar varias generaciones de constructores de la patria que las viejas tradiciones liberales, una nación moderna y progresista capaz de ofrecer a sus hijos una vida satisfactoria, producto del esfuerzo de sus recursos humanos y de la explotación de los recursos naturales de nuestro suelo.

Decía Justo Sierra: “no os diré que el destino de la patria depende sólo de ella; pero sí influirá en él poderosamente, y esta influencia será benéfica en proporción exacta de la cantidad de elementos educativos que hagáis entrar, con vuestros consejos, en las decisiones del gobierno. Estudiareis, ponderareis todo cuanto la experiencia nacional y extranjera haya enseñado y a este factor capital pediréis La norma de vuestras opiniones, sin precipitarlas

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