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Fundación De La Academia


Enviado por   •  10 de Agosto de 2011  •  9.936 Palabras (40 Páginas)  •  803 Visitas

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INTRODUCCIÓN

1. LA ARQUITECTURA DEL ACADEMICISMO

1.1 LA FUNDACIÓN DE LA ACADEMIA

EI ultimo cuarto del siglo XVIII represento para la Nueva España el transito radical de la cultura del periodo barroco hacia un ámbito ideológico caracterizado por una nueva concepción de la existencia. Se crea una atmósfera dentro de la que, el enfebrecido misticismo que animo la cotidianeidad de los siglos precedentes, cede su espacio vital a la presencia del pensamiento racionalista que, ayudado del empirismo científico retoma a la realidad aparente como tema fundamental de análisis. La existencia trastoca las estrechas fronteras del milagro divino, para incursionar en la revaloración de la historia que a partir de entonces será vista como argumento que sustenta la solidez del presente desde la epopeya del pasado, un pasado conformado más por la fuerza de la razón que por la inspiración mística. EI arte, hasta entonces animado por los vuelos fulgurantes del barroco, tiene que detener el ímpetu de las fantasías que exponían una visión inmaterial de la existencia, para labrar a partir de este momento un devenir que afirma al hombre como centro y razón de la creación, lo aleja de los arrobos del barroco y le propone el redescubrimiento del mundo clásico como alternativa para convertir el caos alucinante, en sustancia tangible y mesurable.

La casa reinante de los Borbones había impuesto desde principios del siglo XVIII, toda una serie de nuevas disposiciones sociopolíticas que trascendieron la geografía de la península ibérica para incidir directamente en la administración de las colonias ultramarinas. La aceptación de la economía liberal, el predominio cada vez mayor del pensamiento racionalista y el interés creciente por ejercer un control absoluto sobre la vida política de las posesiones, fueron apenas algunas de las características de este régimen monárquico que, justamente durante el reinado de Carlos III (de 1759 a 1798), dejó sentir sus efectos en la vida interna de la Nueva España. La iglesia católica que durante un margen muy dilatado de tiempo vivió una suerte de idilio con la Corona, se vio severamente atacada y perdió paulatinamente control y preeminencia no sólo sobre la conciencia de la feligresía sino aún sobre sus mismas posesiones materiales; la expulsión de los Jesuitas de todos los territorios hispanos hacia 1762 representó un golpe fundamental para la clerecía, toda vez que esta orden, la de los "Soldados de Cristo» era hacia mediados del siglo XVIII, la garantía vaticana para el sostenimiento de las almas y la buena administración de sus fortunas.

Las modalidades impuestas por el liberalismo económico centro-europeo, exigieron al soberano español un mayor control sobre los sistemas de producción, comercialización y administración de la riqueza generada en las diversas colonias; paralelamente se modeló el perfil que debió revestir a la enseñanza profesional, dedicada a partir de esta época a la formación de artífices 'capacitados para asumir las responsabilidades de la novedad económica impuesta por la burguesía ilustrada. El viejo esquema gremial se vio rebasado por la nueva demanda y el sistema de aprendizaje particular y selectivo del "maestro-aprendiz» dejó su lugar a las escuelas y academias, instituciones oficiales que capacitaron a un mayor número de alumnos en el ejercicio tanto de disciplinas técnicas como artísticas. La Academia de Bellas Artes de San Carlos, fundada en la Nueva España en 1783, fue la primera institución de su género que en tierras americanas se dedicó a la ensei1anza metódica de las nobles artes: la pintura, la escultura, el grabado y la arquitectura.

La necesidad de dotar a la Nueva España de una academia de artes obedeció fundamentalmente a dos propósitos: la acuñación de monedas que agilizaran al intercambio comercial, y el prurito de la alta sociedad colonial por poseer culturalmente elementos de prestigio, que le permitieran igualarse a la vanguardia europea que había adoptado un nuevo arte en consonancia con los formatos de la antigüedad greco-romana: el neoclásico.

Academia pronto empezó a funcionar dispuesta no sólo a fomentar la nueva plástica neoclásica, sino a preparar a los arquitectos que habrían de afrontar la construcción de los nuevos géneros que exigía la modificación de la vida económica novohispana. La edificación de centros para la producción: fábricas, estancos y almacenes, tanto como los recintos de educación superior y los dedicados a la vivienda de la nobleza criolla, fueron a partir de entonces, los temas que paulatinamente ganaron sitio a la tradicional construcción eclesiástica, que de manera tan clara caracterizó los siglos anteriores del Virreinato.

1.2 PRIMER PERIODO: EL NEOCLÁSICO EN EL VIRREINATO (1783-1810)

El establecimiento de la academia de Bellas Artes dentro del territorio de la Nueva España, supuso la ingerencia real dentro de dos ámbitos fundamentales para el desarrollo del discurso artístico: primero, la organización de un programa de enseñanza único y sancionado por la monarquía, mediante el cual se reglamentó desde los talleres de la Academia, la formación profesional de los artistas plásticos, y segundo, la atribución que se confirió a los académicos para que en nombre de las autoridades reales enjuiciaran los proyectos de arquitectura que pretendían ser construidos, de tal suerte que solamente fueran autorizados aquellos que obedecieran cabalmente a la morfología del neoclásico. La institución pedagógica se apoya a su vez en dos principios que sistematizarán a partir de este momento el carácter de la instrucción artística: la utilización del dibujo de imitación como disciplina conducente a la educación visual en favor del dominio de la repetición (relegando a términos secundarios la capacidad creativa del autor), y la presencia del repertorio artístico de las culturas griega y romana (incluido el periodo renacentista) como el nuevo vocabulario formal, dispuesto no sólo para la unificación estilística de la arquitectura aceptada por la monarquía, sino también como la expresión material de la ideología que pretendía anteponer el naturalismo a la libre invocación de la fantasía.

El dibujo permitió la elaboración del proyecto preliminar a la edificación, con lo cual amén de hacer posible el estudio previo de escalas y proporciones siempre de acuerdo a los cánones de la arquitectura clásica, se posibilitó a las comisiones de censura académica la selección de aquellos diseños que cumpliendo con las reglamentaciones oficiales fueron autorizados para su construcción.

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