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Hacia El Nuevo Estado


Enviado por   •  2 de Abril de 2013  •  4.289 Palabras (18 Páginas)  •  596 Visitas

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HACIA EL NUEVO ESTADO

Una revolución triunfa en el momento en que derrota militarmente el régimen que ha combatido; una revolución tiene éxito cuando transmuta el poder revolucionario en base social y política de apoyo y fortalece la estructura institucional del nuevo régimen. La evidente diferencia de la Revolución Mexicana es la creación de un partido 10 años después de haber triunfado.

La realidad se impuso así a la retórica democrática que Madero les había heredado. La Revolución trajo consigo algunas novedades que habrían de influir decisivamente para que el caudillismo durara poco tiempo y también para que las relaciones de poder se modernizaran rápidamente. El agrarismo y el obrerismo fue asumido, utilizado y liderado por grupos políticos locales, civiles en su mayoría, que impusieron un perfil social a la Revolución mexicana, importante a partir de entonces para la legitimación del poder. También definieron las tensiones políticas entre el centro y los estados, así como la articulación de agrupamientos “partidistas”, cada vez más amplios, mismos que se orientaron a defender la capacidad de acción y autonomía de los grupos estatales frente a un gobierno federal que buscaba reimplantar un verdadero poder nacional.

La creación del Partido Revolucionario en 1929 se atribuye a la muerte de Obregón y a la difícil situación política que aquella creo. La muerte de Obregón fue el acontecimiento catalizador de un ambiente que apuntaba ya hacia la formación de un partido que unificara a la “familia revolucionaria”.

LA IDEA DEL GRAN PARTIDO

Para 1914, cuando se celebró la Soberana Convención de Aguascalientes, Obregón descollaba ya como el mejor de los generales, pero eran evidentes sus ambiciones. Al concluir la Convención, a la cual asistió como parte de la delegación de los carrancistas, Obregón salió con la certeza de que necesitaba de una base de apoyo político para sus aspiraciones presidenciales, la cual solo podría encontrar entre campesinos, obreros y militares. Alberto J. Pani, Jesús Urueta, Rafael Zurbarán, Roque Estrada y Álvaro Obregón acordaron formar la Confederación Revolucionaria pensando en un futuro partido obregonista. La Confederación Revolucionaria quedo así formada por la capa superior del constitucionalismo: miembros del gabinete, del gobierno preconstitucional y jefes militares. Sin pretender un papel electoral, la Confederación machaco obstinadamente el tema agrario y gracias a la presión que ejerció, el Primer Jefe expidió el decreto del 6 de enero de 1915, piedra de toque de la reforma agraria. La Confederación continuaría creciendo y multiplicando adhesiones en todas las clases sociales.

Los propósitos del Partido Liberal Constitucionalista (PLN) eran unificar la política revolucionaria y postular a la presidencia a Venustiano Carranza una vez que concluyeron los trabajos del Constituyente. El PLC debuto como un partido político que apelaba el liberalismo traicionado por Díaz y a la legalidad ultrajada por Huerta, con la esperanza de convertirse en el vocero de la Revolución misma. El nuevo partido se declaró por el sufragio efectivo, la no reelección, la reforma agraria, la protección de los derechos de los obreros, la seguridad social, la administración expedita de la justicia, la separación de poderes, la soberanía de los estados y la autonomía municipal.

A fines de 1918, por primera vez en muchos años, el país enfrento la renovación vía de elecciones de los poderes federales, sin posibilidad alguna de reelección del presidente de la Republica. Gran paradoja del principio de la no reelección: se cerraba el camino para la perpetuación de un hombre en la Presidencia de la Republica, pero se agravaba el de la sucesión pacifica del poder.

Para Obregón solo había dos partidos en México: el Liberal y el Conservador. El Partido Conservador acechaba en las sombras, beneficiándose de los traidores a la Revolución, es decir, los renovadores con Carranza a la cabeza. El Partido Liberal, en tanto, se convulsionaba en debates y divisiones internas. Este partido histórico, decía, triunfaba siempre en las luchas armadas porque era el mayoritario en la nación pero fracasaba en las contiendas políticas por su faccionalismo interno.

Se intentaba integrar a un partido más allá de las facciones; un partido que unificara antes que dividir; un partido que arreglara las disputas no por las armas, si no en familia; un partido con compromisos con las clases explotadas y opuesto a los ricos, los extranjeros y el clero; un partido, en fin, que diera continuidad a la Revolución y permitiera la sucesión pacifica del poder.

LOS PARTIDOS LOCALES, REGIONALE S Y NACIONALES

El decenio de los veinte fue una época cuya característica principal no era la ausencia de partidos, si no su abundancia. Cuando Obregón asumió el poder en 1920, dos partidos marcarían las pautas políticas en la primera parte del decenio: El Partido Laborista (PL) y el Partito Nacional Agrarista (PNA).

El partido Laborista tuvo su origen en el fracaso de la huelga general alentada por la Casa del Obrero Mundial en 1916, misma que fue reprimida por el gobierno preconstitucional de Carranza. A raíz de este fracaso una fracción reformista de La Casa, encabezada por Luis N. Morones, fundo la CROM que después de intentar una unificación de tendencias socialistas que no fructifico, acordó formar el Partido Laborista en mayo de 1919. El reformismo de la CROM pronto se convirtió en oportunismo político. Poco tiempo paso para que fuera evidente que esta central obrera y su brazo político, el PL, prefirieran incrementar la influencia política de los dirigentes a defender los intereses de clase de los agremiados.

La adhesión de la CROM a Calles significo el apoyo a las políticas de este a favor del nacionalismo económico y en contra del caciquismo, el regionalismo y la desobediencia del clero.

El Partido Nacional Agrarista, al igual que el PL, fue un partido que nació sin el patrocinio del gobierno. El programa político del PNA fue limitado, pues no iba más allá de propugnar la reforma agraria. De los partidos “nacionales”, el PNA fue el más sólidamente obregonista y en el cuatrienio callista fueron celebres sus enfrentamientos con el PL en el Congreso, el PNA se distinguió por la lucha decidida y a fondo a favor de la reforma agraria.

Junto con sus mandatarios estas elites poco políticas locales, en su mayoría civiles, se dedicaron a crear bases sociales que les aseguraran el control de su entidad.

EL CENTRO Y LOS ESTADOS

Más que Obregón, fue Calles el que tuvo que enfrentar al mayor número de gobernadores desafectos. Entre ellos

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