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I. JESÚS DE NAZARET Y LA HISTORIA


Enviado por   •  26 de Junio de 2013  •  33.249 Palabras (133 Páginas)  •  438 Visitas

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JESÚS DE NAZARET, SU HISTORIA Y LA NUESTRA

CRISTOLOGÍA

"Es necesario meditar en nuestra oración, reflexionar en el quehacer teológico, y elaborar a nivel de predicación y catequesis, de manera coherente este tema cristológico. Debe quedar de manifiesta la conexión y unidad entre la dimensión divina de la fe cristológica y su dimensión humana. O sea, mostrar la confesión de Cristo como fe en Dios que al hacerse hombre, le descubre lo más profundo de su propia dignidad, a la vez que la renueva y la sostiene."

(Conferencia Episcopal Argentina, Líneas Pastorales para la Nueva Evangelización, nº 24)

PRESENTACIÓN

Resulta pretensioso y casi desproporcionado escribir una obra titulada "cristología". Puede llevar al lector al engaño y, luego, al desconsuelo. Por eso se hace necesario aclarar, de antemano, sus alcances.

Dado que en el centro de nuestra fe está la confesión en la salvación que nos ha sido dada por Dios en Cristo, el corazón de la teología será aquel discurso que intente profundizar en dicha profesión.

Constituye el tratado central de la dogmática. Su contenido son la persona, la misión y destino de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, empezando por la proclamación del Reino de Dios, pasando por la cruz, la resurrección, la ascensión al cielo y el envío del Espíritu, hasta su regreso al final del tiempo.

De allí que lo que intentaremos es presentar al lector, aunque más no sea de una forma sucinta, lo que la teología reflexiona hoy sobre Jesús de Nazaret, el Cristo, en quien los cristianos afirman que Dios obró la salvación de los hombres y el mundo.

Dicha presentación nos llevará, obligadamente, a caminar el testimonio de la Iglesia apostólica en torno a su persona y a su obra. Para lo cual será necesario adentrarnos en su época y su entorno para descubrir la relevancia de sus palabras y sus gestos y comprender, desde la propia expectativa judía, el significado de lo que la primitiva Iglesia confesó de él.

Sólo así será posible, en una segunda instancia, esbozar, en la identidad a la fe de la Iglesia, la relevancia del anuncio de la salvación de Cristo a los hombres de nuestro tiempo.

No es otra la tarea y la misión del cristiano: confesar a Cristo ante los hombres, y redescubrir constantemente el sentido que su historia otorga al devenir y al destino de los hombres. Al servicio de esta confesión aparece este librito, en la perspectiva de una teología en diálogo que dé testimonio del diálogo que Dios mismo ha entablado con los hombres y cuya plenitud es Cristo, la Palabra de Dios.

Buenos Aires, marzo de 1994

INTRODUCCION

El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad ni una interpretación de la vida. Es esto también, pero nada de ello constituye su esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazaret, por su existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por una personalidad histórica.

Exponer de una forma sistemática "su existencia, su obra y su destino concretos", desde y para los creyentes en El, es lo que constituye, a su vez, una cristología. Y decimos una y no la cristología, porque toda exposición de la fe es ya interpretación de la misma, en la medida en que está signada por un tiempo, un lugar y una subjetividad.

Cuando los cristianos afirman que Jesús es el Señor, el Mesías esperado, el salvador de los hombres, están afirmando la relación salvífica, mística, y a la vez histórica, entre la suerte de Jesús de Nazaret y la de todos los hombres.

Por eso es que toda cristología debe interrogarse constantemente por la relevancia que adquiere para el destino de los hombres y de los pueblos lo que la Iglesia confiesa de Cristo, de "su existencia, su obra y su destino concretos", tratando de deshenebrar el misterio que une a su existencia singular con el destino de todo hombre.

Al decir de Romano Guardini, el cristianismo tiene que ver con "una personalidad histórica". La Iglesia ha confesado siempre que a ese Jesús de Nazaret, cuyos días acabaron en la tragedia de la cruz, "Dios lo ha hecho Señor y Mesías" (Hech 2, 36).

Bipolaridades

La confesión de fe en Jesús se establece desde una cuádruple bipolaridad (ver el Gráfico 1).

En la primera de ellas nos encontramos, por un lado, con el destino singular de Jesús de Nazaret y, por el otro, con lo que la primitiva Iglesia, movida por el Espíritu, ha confesado de él: él es el Cristo.

Esto nos abre a la segunda bipolaridad: la que establece la relación entre Jesús, el Cristo, y el destino de los hombres. Esta relación, expresada por la Iglesia antigua en innumerables imágenes y categorías, aparece englobada en el concepto de "salvación".

La idea de salvación supone la tercera bipolaridad: la que establece la relación entre Jesús, el Cristo, y el Dios de Israel.

Por último, la cuarta bipolaridad nos habla de la tensión entre el presente y el futuro, entre la historia y la escatología, entre Jesús y el Reino que siempre está viniendo.

La afirmación "Jesús es el Cristo" engloba, entonces, a estas cuatro bipolaridades, que son, en última instancia, las claves en las que la cristología quiere ahondar.

Teología, historia y salvación

La teología ha venido a descubrir, en la época moderna, el sentido y la relevancia de la historia. Y uno de las puertas por la que se abrió paso la irrupción de la historia en la teología fue, precisamente, la cristología.

En torno a los interrogantes lanzados a fines del siglo XVIII por Reimarus , la cuestión de la historicidad de Jesús de Nazaret no ha dejado de inquietar a la cristología, no sólo en el sentido de la verificación historicista de una existencia particular, sino, mucho más amplia y seriamente, en la clave histórico-salvífica que muestra la íntima relación entre la historia de Jesús de Nazaret y la nuestra.

El movimiento del "retorno a Jesús", unido a la emergencia juvenil de los años '60, contribuyó, desde afuera de las iglesias, a profundizar en esta cuestión.

La confirmación de la teología en clave histórico-salvífica acontecida en el Concilio Vaticano II vino a consagrar una perspectiva teológica ya presente en la teología preconciliar, particularmente en la nouvelle thoelogie

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