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Independencia De America Latina


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2012  •  4.933 Palabras (20 Páginas)  •  788 Visitas

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1. El capitalismo y las ideas liberales

Desde fines del siglo XV, los comerciantes europeos comenzaron a tener cada vez más prosperidad económica. La mentalidad capitalista, basada en el lucro, el progreso y el comercio libre, fue la motivación principal para la ocupación europea en América, África y Asia. Aunque España y Portugal fueron pioneras en la colonización de otros continentes, las naciones que comenzaron a dominar el comercio y a impulsar la industria doméstica fueron principalmente Holanda, Inglaterra y Francia. El escritor uruguayo Eduardo Galeano cuenta la siguiente historia sobre la reina Isabel I de Inglaterra:

Allá por 1562, el capitán John Hawkins había sacado trescientos negros de contrabando de la Guinea portuguesa [África]. La reina Isabel se puso furiosa:

—Esta aventura —sentenció— clama venganza del cielo.

Pero Hawkins le contó que en el Caribe había obtenido, a cambio de los esclavos, un cargamento de azúcar y pieles, perlas y jengibre. La reina perdonó al pirata y se convirtió en su socia comercial (Galeano 1980: 125).

Esta anécdota es un buen ejemplo del cambio de mentalidad que ocurrió en Europa: la actitud feudalista y religiosa se transformó en un interés por el comercio y el lucro. La industria comenzó a desarrollarse en Inglaterra, utilizando las materias primas producidas por los esclavos en América. A comienzos del siglo XVIII, por ejemplo, el 75% del algodón que procesaba la industria textil inglesa venía de las Antillas (Williams 1944: 123).

El cambio de mentalidad se tradujo en la filosofía liberal que se impuso durante el siglo XVIII, el célebre "Siglo de las Luces" o de la Ilustración, expresado en las ideas de Descartes, Rousseau, Voltaire, Hobbes, Locke y Hume, entre otros: los llamados "iluministas". El principal objetivo político era deshacer el poder de los nobles feudales para dárselo a los ciudadanos comunes –dominados económicamente por comerciantes e industriales–. Así se reinventó la democracia: libertad (para comerciar), igualdad (para deshacer las jerarquías feudales), fraternidad (para formar naciones homogéneas). En el campo del saber, la Ilustración impuso el espíritu científico (para desarrollar los inventos y la industria europea) y explorador (para desarrollar el comercio). En el siglo XVIII, el interés científico y comercial promovió la organización de expediciones al Nuevo Mundo para rectificar la cartografía (mapas), para estudiar la fauna y la flora regionales, y para mejorar los procedimientos agrícolas y mineros. Varias de estas expediciones criticaron severamente al régimen colonial y promovieron el espíritu emancipador en América.

2. El deterioro de los imperios ibéricos

En el siglo XVIII, España y Portugal ya no eran ricos imperios. El oro y los metales preciosos que trajeron de América fueron utilizados para consumir los productos industriales de otras regiones europeas y no para desarrollar la industria local. De este modo, la economía doméstica todavía era fundamentalmente agraria, cuando la industria inglesa ya florecía en las áreas textil y metalúrgica (hierro y acero). Ambos reinos tenían inmensas deudas con banqueros de Inglaterra, Francia y otros países europeos, lo cual afectaba su política interna y externa. Además, el gobierno despótico, el crecimiento de la población y la influencia de las ideas liberales causaron gran inestabilidad social.

acrecentar: augment Por su parte, las colonias ibéricas en el Nuevo Mundo producían una inmensa riqueza que acrecentó el poder de los criollos, quienes compraban los puestos gubernamentales como si fueran mercancías. El contrabando y la piratería se hicieron prácticas comunes que los comerciantes ingleses ejercían con gran habilidad: los mercaderes de esclavos de Liverpool, por ejemplo, tenían ganancias por más de un millón de libras anuales (Galeano 1980: 128).

A estas tensiones coloniales se sumaron también las rebeliones de indígenas, esclavos y campesinos mestizos o mulatos. No hay que olvidar que estos tres sectores oprimidos formaban el 85% de la población de las colonias. Entre las protestas de "comuneros" mestizos, las más famosas son la de Asunción (Paraguay) en 1731, y la de Socorro (Colombia) en 1781, que se sublevaron violentamente contra los nuevos impuestos y las restricciones económicas de España. También en 1780 ocurrió una inmensa sublevación indígena que se extendió por zonas del Perú, Bolivia y el norte de Argentina. El líder de esta rebelión, que reunió un ejército de 60.000 indígenas, fue José Gabriel Condorcanqui, quien se proclamó el nuevo monarca inca con el título de Túpac Amaru II, y con el lema: "Campesino: el patrón ya no comerá más de tu pobreza". En todos estos casos, la represión española fue implacable, sometiendo a sangrientas torturas a los sublevados. En Haití (1791) hubo además una rebelión de esclavos -había más de 70.000- que culminó, no sin gran violencia y represión por parte de Francia, España e Inglaterra, en la independencia de la isla.

Al mismo tiempo, las ideas liberales florecían en las colonias a pesar de la represión imperial. Las reformas de Carlos III de Borbón en los dominios españoles, que buscaban fortalecer la autoridad peninsular, produjeron gran inconformismo entre los criollos, que ahora tenían mayores impuestos y menos participación en el gobierno. Los jesuitas, expulsados de América en 1767, realizaron en el exilio una labor de abierta oposición al régimen absolutista. Además, para fines del siglo XVIII ya había en América científicos reconocidos, intelectuales inquietos y revistas liberales de prestigio internacional, tales como el Papel periódico de La Habana (1790-1804) y el Mercurio Peruano (1791-95). Para 1794, el bogotano Antonio Nariño había traducido y publicado en español la Declaración de los derechos del hombre, y el venezolano Francisco de Miranda (1750-1816) había participado en la revolución francesa y en la guerra de independencia de los Estados Unidos, recorriendo luego Europa en busca de armas, dinero y apoyo para la independencia de América. En 1796, el ilustre Simón Rodríguez se encargó de la educación del libertador Simón Bolívar, un chico de trece años, el huérfano más rico de Venezuela. Rodríguez le mostró la dura vida de los mil esclavos que trabajaban para la familia Bolívar, lo llevó a conocer los campos venezolanos, y le infundió ideas subversivas: "las escuelas deben abrirse a las gentes comunes de sangre mezclada"; "deben estudiar juntos los niños y las niñas. Primero, porque así los hombres aprenden a respetar a las mujeres, y segundo,

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