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Investigacion Mexico


Enviado por   •  25 de Marzo de 2014  •  1.523 Palabras (7 Páginas)  •  269 Visitas

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En general, los lóbulos se sitúan debajo de los huesos que llevan el mismo nombre. Así, el lóbulo frontal descansa en las profundidades del hueso frontal, el lóbulo parietal debajo del hueso parietal, el lóbulo temporal debajo del hueso temporal y el lóbulo occi-pital debajo de la región correspondiente a la protuberancia del occipital.

Los hemisferios cerebrales no son macizos; cada uno de ellos contiene una cavidad interna llamada vehículo lateral.

El cerebro está formado por sustancia gris (neuronas) en el exterior y sustancia blan-ca (fibras nerviosas) en el interior.

¿QUÉ ES EL CEREBRO REPTILIANO Y CUÁLES SON SUS FUNCIONES?

El cerebro reptiliano, reptilian o primitivo, es el básico o el instintivo en el ser humano. Es el que actúa cuando nos ocupamos de cosas puntuales como fregar, lavar o coser. Es la parte más antigua del cerebro, es más, es el primero que la naturaleza nos propor-cionó junto con los reptiles, hace unos 500 millones de años.

Los reptiles son las especies animales con el menor desarrollo del cerebro. El suyo, está diseñado para manejar la supervivencia y en dos extremos: huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental. Tiene un papel muy importante en el control de la vida instintiva.

Este cerebro no está en capacidad de pensar, ni de sentir; su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.

El complejo reptiliano comprende las conductas que se asemejan a los rituales animales como el anidarse o aparearse y las conductas impulsivas de defensa y ataque.

Cuando este cerebro ha sido activado en la primera infancia debido al maltrato o a climas emocionales de violencia; y probablemente cuando llegue la persona a la adultez será una persona necesitada de drogas para calmarse, un suicida, un violento o un delincuente.

Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa, por lo tanto, es muy resistente al cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, temperatura cor-poral, sexo, territorialidad, necesidad de cobijo, protección.

Nos sitúa en el puro presente, sin pasado y sin futuro, por lo que es incapaz de aprender o anticipar. En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo.

EVOLUCIÓN DEL CEREBRO HUMANO

El cerebro del ser humano no es como el de un chimpancé aumentado de tamaño. En primer lugar, se puede dar, y de hecho se ha dado, una importante reorganización del interior del cerebro, por lo que los cerebros de ambas especies difieren no sólo en su tamaño sino también en su organización interna. Hablaremos de esto más adelante. ¿Se puede apreciar en la superficie del cerebro ese cambio en su organización interna? ¿Se observa realmente que unas partes han aumentado más que otras? La respuesta provisional a esta pregunta es sí, si bien todavía no existe un consenso claro. Las investigadoras Semendeferi y Damasio (consultar bibliografía) sorprendieron hace unos años a la comunidad científica cuando, tras analizar los volúmenes de los lóbulos cerebrales de distintos simios y del hombre actual mediante imagen por resonancia magnética, descubrieron que la idea de que el hombre es como es a consecuencia de una gran expansión de los lóbulos frontales era sólo un gran mito. Considerando las leyes alométricas, nuestros lóbulos frontales son más grandes, pero no más de lo esperado para un cerebro como el nuestro.

Nuestros lóbulos frontales son los de un simio con un cerebro grande. A nuestro en-tender, sin embargo, esto no quita un ápice de importancia a los lóbulos frontales. Unos lóbulos frontales simplemente más grandes pueden tener consecuencias muy conside-rables en nuestro comportamiento. Además, aunque el tamaño total de los lóbulos fron-tales no sea mayor que el de un simio con el cerebro grande, veremos más adelante que algunas de sus partes sí parecen haber aumentado en nuestra especie notablemente (en detrimento de otras).

Otro de los descubrimientos de Semendeferi y Damasio fue que los lóbulos tempora-les sí aparecían anormalmente grandes en nuestra especie. Los lóbulos temporales son importantes no sólo para la audición y la visión, sino también para muchos procesos cognitivos superiores, como el lenguaje o la memoria. Por tanto, cabe pensar que hubie-ra una presión selectiva en el género Homo para que esta parte de nuestro cerebro au-mentara más su tamaño.

Una más de las ideas importantes que surgieron de los trabajos de Semendeferi y Damasio fue que el cerebelo es más pequeño en nuestra especie de lo esperado para el volumen total de nuestro cerebro. Esto indicaría que el cerebelo ha desempeñado un papel probablemente poco importante durante el proceso gradual que nos hizo huma-nos. Sin embargo, estos datos contrastan con los obtenidos recientemente por Weaver [11] en un estudio que cuenta con la ventaja de incorporar no sólo datos de otras espe-cies vivas, sino también de Homo habilis, Homo erectus, neandertales y Homo sapiens antiguos y modernos. Según Weaver, si bien es cierto que en nuestro género la tenden-cia ha sido ir reduciendo el tamaño del cerebelo con respecto al del resto del cerebro, el patrón da un giro inesperado al llegar al Homo sapiens moderno: nuestro cerebelo se hace más grande.

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