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La Educacion En El Periodo De 1854-1940


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2011  •  2.058 Palabras (9 Páginas)  •  1.584 Visitas

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La Educación en el Periodo de 1854-1940

Para 1854 los ayuntamientos volvieron a hacerse cargo de las escuelas y su financiamiento, pero la invasión norteamericana, las guerras de castas en Yucatán, la guerra de reforma, intervención francesa y la guerra contra Maximiliano de Habsburgo, afectaron la operación de muchas escuelas, por la impostergable necesidad de tomar fondos destinados a sueldos para financiar al actividad bélica. Siendo otra vez presidente de la república, Valentín Gómez Farías, 1846, por decreto reconoció la facultad que tenían los Estados, que se les había quitado por la constitución Centralista. En suma, la inestabilidad política, militar y financiera del periodo impidieron durante más de dos décadas que la acción educativa del Estado se ampliara. En 1867, tras la victoria definitiva de Juárez se promulgo la Ley Orgánica de Instrucción Publica.

En ella se establecía la educación primaria gratuita para los pobres y obligatoria, se proponía la unificación educativa, se excluía del plan de estudios toda enseñanza religiosa y se incorporaba la enseñanza moral. La libertad de enseñanza garantizada en la constitución, encontraba sus límites en el laicismo obligatorio de los establecimientos oficiales. La ley del 67 también contenía disposiciones para la educación secundaria, entre las cuales destaca la creación, bajo los principios del positivismo, de la Escuela de Estudios Preparatorios, la cual habría de dar una base homogénea a la educación profesional. La ley solo regia al D.F. y territorios federales, pero ejerció influencia sobre las leyes estatales.

A mediados del siglo, el número de escuelas sostenidas por el Estado era muy pequeño, pero a partir de la restauración de la república en 1867 se multiplico rápidamente. En 1843 existían 1310 escuelas primerias, 2424 en 1857 y 4570 en 1870. El empeño liberal fue patente en 1874, año en que el número de escuelas se elevo a 8107. No obstante, solo el 19.4% de los niños en edad escolar asistieron a la escuela.

Los poderes políticos sostenían al 72.1% del total de escuelas de las cuales 64.4% dependía de los municipios, mientras el 1.44% pertenecía a sectores religiosos. Aun suponiendo que las escuelas privadas fueran de tendencia confesional, solo constituían la cuarta parte del total.

LA EDUCACION EN EL PORFIRIATO

Treinta años de un solo régimen era el sueño de una Nación que había sufrido medio siglo de guerras, pobreza y desilusión. La edad apacible dio pie para que la modernidad invadiera la geografía, las actitudes y los modos de pensar. El sonado progreso era un síntoma elevador de que México dejaba atrás la huella inexorable del pasado, el optimismo de las primeras décadas hizo posible que el país en el campo de la educación, viviera por algún tiempo la dicha prodiga del ideal utópico de alfabetizar a toda la población. Desde los inicios, el perfil que marco el gobierno era proporcionar una instrucción elemental obligatoria para todos. La democracia educativa era una meta lejana, pero posible.

En 1906, Ricardo García Granados, al analizar la Constitución del 57, sostenía que el error de los legisladores mexicanos estaba en considerar las cosas no como son, sino como deberían ser a su juicio, es decir se basaban en una realidad idealizada. La educación tuvo sus triunfos en la calidad, no en cantidad. Un número relativo más de niños fueron a la escuela, pero el índice de alfabetismo, apenas aumento.

México formaba un país de contrastes. La unidad política que logro Porfirio Díaz se traducía en una unidad educativa en el sentido de que una instrucción básica uniforme uniría a todos los mexicanos y desaparecería la anarquía mental prevaleciente en las épocas anteriores. “Si todos los mexicanos, aprenden lo mismo, afirmaba Porfirio Díaz, tendrán que actuar de la misma manera” a pesar de que la capital de la República era el centro cultural por excelencia, los cánones educativos no fueron impuestos, sino dialogados por representantes de todas las entidades.

En el Porfiriato, el poder y los recursos económicos tendieron a centralizarse a costa de las autonomías locales y estatales. La antigua base municipal de la educación fue erosionándose por la supresión de las acabalas. La falta de recursos locales y nacionales dificultó el desarrollo de un sistema nacional y unitario de educación pública.

El desarrollo educativo no fe de ninguna manera uniforme. El norte del país, con poca población indígena, mayores recursos y con gobernantes preocupados por la educación, obtuvo mayores índices de alfabetización. En cambio el sur, tradicionalmente rural, atrasado y con alto porcentaje de indígenas, mantuvo durante todo el régimen solo el 10% de la población alfabetizada. La meseta central del país, que enlazaba una región con otra, fue la más progresiva, aunque no necesariamente la más alfabetizada; es decir, se preocupo mas por la educación rural, que debió ser el aspecto prioritario en el nivel nacional.

Joaquín Baranda, Ministro de Justicia e Instrucción durante 19 años (1882-1901), diseño un sistema nacional de educación que solo pudo aplicarse en el D.F. y los territorios federales. En su gestión se fundaron cuatro escuelas normales, una de ellas con carácter federal y nacional, que se sumaron a por lo menos otras cuatro que ya existían en distintos estados. Desde su fundación, la Normal Nacional adquirió la facultad exclusiva de expedir títulos para la enseñanza.

En 1888 se promulgo una Ley de instrucción obligatoria con alcance jurisdiccional para el D.F. y los territorios federales. Con el objetivo de lograr que los ordenamientos se aplicaran en otros estados y conseguir la unificación educativa nacional, Baranda convocó a dos Congresos de Instrucción en los que se reunieron pedagogos, maestros, intelectuales y autoridades, y cuyos resultados contribuyeron a definir el proyecto estatal de educación pública.

Con la llegada de Justo Sierra a la Subsecretaria de Instrucción Publica se abrió un segundo momento de la educación durante el Porfiriato. Destacando intelectual y político, Sierra se preocupo por organizar la educación nacional, expandirla a todos los sectores sociales y elevar los niveles de escolaridad y progreso, confirió una función civilizatoria a la labor educativa, la cual debía estar organizada como un todo en un sistema con diferentes niveles de enseñanza. El estado tenía que tutelar la educación primaria para transformar la población en un pueblo, en una democracia. Como cúspide del sistema, a la universidad le correspondía la educación nacional en sus medios superiores e ideales, logrando

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