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La Independencia


Enviado por   •  27 de Mayo de 2015  •  1.105 Palabras (5 Páginas)  •  146 Visitas

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La Independencia que viene

(1810-1823)

Antipatía entre criollos y españoles

Rey Fernando VII.

Desde los inicios el siglo XIX (1800) y hasta mediados de 1808 en Chile nadie pensaba en cambiar el régimen político colonial imperante. Hasta esa fecha el reconocimiento a la autoridad del rey Fernando VII nunca estuvo en discusión.

Cuando se señalan las causas de la emancipación de los pueblos hispanoamericanos en general, siempre se dice que “las colonias son como frutas: caen cuando están maduras”. Lo anterior manifiesta abiertamente los deseos de independencia.

El origen de la emancipación es de carácter simple y profundo de entender. La estructura del proceso que la gestó es un fenómeno que venía actuando desde antes: el resquemor entre criollos y peninsulares, motivada por la diferenciación de los temperamentos y de los caracteres.

La población que se desprende del núcleo central, aunque permanezca unido por el cordón umbilical, tiende a diferenciarse y a tomar forma propia. El vínculo que lo continúa uniendo no es suficiente para contrarrestar las nuevas influencias que surgen como resultado de la separación.

Este proceso fue muy violento en las colonias hispanoamericanas. Las variantes regionales de la población española eran muy acentuadas: entre vascos y andaluces y entre castellanos y catalanes había más distancia que entre franceses y flamencos y que entre suizos y alemanes. América, en tanto, poseía la sangre indígena, aunque en corta proporción, circulaba por la casi totalidad de los criollos de la alta clase social, al despuntar el siglo XIX.

La influencia directa del clima y del suelo de América, especialmente en las regiones tropicales, a la larga tenía que modificar el temple y el carácter del español, aun no mediando el mestizaje. La flora, el aislamiento y los cambios trascendentales en todas las condiciones de la vida y del desarrollo social actuaron casi con tanta eficacia como los factores étnicos.

El odio entre españoles y criollos surgió con extraña fuerza desde inicios del siglo XVIII. Sin duda, como ocurre en todos los procesos históricos, su gestación venia de antiguo, pero sólo hacia esta fecha el temperamento y el carácter criollo tomaron la fuerza necesaria para producir el choque y sus alborotadoras manifestaciones exteriores.

Hacia el segundo tercio del siglo XVIII la antipatía había adquirido una intensidad que hoy resulta incomprensible ante el hecho de que españoles y criollos se unían fuertemente en los sentimientos de fidelidad y respeto al rey, pero se detestaban entre sí.

Al español le molesta la flojera, y la inconstancia del criollo y especialmente del oriundo de los medios tropicales. Lo siente un bastardo de su raza, un sinvergüenza e incapaz de algo concreto.

Por su parte, el criollo odia al peninsular por la tardanza intelectual, tacañería y principalmente extranjeros ordinarios e intrusos que acaparan la fortuna, los empleos y las más ricas herederas.

El español manifiesta su desprecio, y el criollo oculta su odio por orgullo. Al criollo le irrita todo lo que viene del español: su economía, sus maneras, su inhabilidad de jinete, su falta de destreza en las modalidades de la vida criolla y hasta su receptividad para las tercianas, la puna y demás males americanos.

De esa antipatía entre criollos y españoles surge el sentimiento de la revolución.

Al iniciar el siglo XIX, bastaba que un suceso circunstancial ocurriera para que surgiera el deseo de autonomía. Pero no sólo fue un suceso. Sin desearlos sus habitantes y sin percatarse de ellos, varios acontecimientos y situaciones ocurrieron y se encadenaron para que brotara nítidamente el germen independentista.

El descontento

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