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La Mujer Azteca


Enviado por   •  28 de Julio de 2014  •  1.013 Palabras (5 Páginas)  •  241 Visitas

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El trabajo de Fray Bernardino de Sahagún, cuyo título es Historia general de las cosas de la Nueva España.

La diferencia en el trato a las mujeres y los hombres ya se evidenciaba desde el nacimiento. Mientras a ellos se les daba la bienvenida, si salía a la luz una niña, según el ritual azteca la comadrona cortaba el cordón umbilical de ella, y lo enterraba bajo las cenizas del hogar, en señal de que no saldría de la casa y tendría cuidado en la preparación de las bebidas y comidas.

Este ritual nos enseña con claridad que la situación de las mujeres en la sociedad azteca era completamente distinta a la condición de los hombres. Las mujeres aztecas fueron sustraídas de todas aquellas actividades que implicaban riqueza, poder o prestigio, entre las que podemos mencionar el comercio, la guerra, la cacería ritual y el sacerdocio. María Rodríguez escribe sobre esta posición subalterna de las mujeres aztecas que esta se debía – entre otras cosas – al hecho, de que su sociedad era profundamente militarizada.

Las mujeres aztecas, cualquiera que fuese su status, daban el pecho a sus hijos durante los dos primeros años de vida. A partir de esta edad la rígida división sexual del trabajo determinaba una educación especializada a cargo del progenitor del mismo sexo. La niña aprendía de la madre los quehaceres domésticos y las técnicas del hilado y del tejido, así como los rudimentos del culto. Tenemos que subrayar que la educación femenina entre los nobles en general fue mucho más estricta que la de gente del pueblo. A las niñas se les enseñaba a comportarse con recato y decoro, aprendían desde muy chicas cómo habían de hablar.

Además las niñas aprendían a honrar a las ancianas y a sus mayores. Los cronistas (Sahagún mismo) cuentan que si las niñas encontraban en su propia casa a algún adulto y no le saludaban, éste se podía quejarse con su madre o con su nana y podían recibir una reprimenda y un castigo. Los atributos que les eran exigidos eran la virginidad, la obediencia, el recato y la honradez. Sahagún escribe que la moza que era buena „presume de la honra para guardarla, es esquiva, escondida, celosa de sí misma, casta, se guarda y tiene mucho cuidado de su honra y de su fama.” Y relata sobre el vestido y el andar conveniente de una niña.

La moza o hija que se cría en casa de su padre estas propiedades tiene: es virgen de verdad, nunca conocida varón; es obediente, recatada, entendida, hábil, gentil mujer honrada, acatada, bien criada, doctrinada, enseñada de persona avisada, avisada, guardada.

Las mozas por estos motivos vivían apartadas en recintos especiales en los que debían permanecer. No salían de sus aposentos a las huertas y vergeles de su casa a menos que fuesen acompañadas de sus chaperonas. Las tenían tan recogidas y ocupadas en sus labores de costura que casi nunca salían, y si alguna vez eso era necesario entonces lo hacían con mucha y grave compañía. Los padres prohibían a sus hijas conversar a solas con cualquier hombre, ya que tal privilegio se

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