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La Sociedad Multiétnica.


Enviado por   •  23 de Marzo de 2012  •  1.115 Palabras (5 Páginas)  •  631 Visitas

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La sociedad multiétnica.

Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros

Occidente se topa con una creciente ola de inmigración y no sabe muy bien qué hacer. Su instinto reflejo le lleva a contenerla, aunque no sin percibir, y en buena medida aprovechar, las ventajas de una mano de obra más barata y dispuesta a trabajar en sectores de producción que atraen cada vez menos a los nativos.

Algunos países, como Francia, el Reino Unido, Alemania, o los Estados Unidos, contemplan cómo su sociedad, que viene recibiendo flujos de inmigrantes ya desde hace décadas (en algún caso, desde hace siglos), se torna multicultural. Ciertamente, el proceso no es el mismo en los mencionados países europeos que en el coloso norteamericano: este último se forjó como nación, en las últimas centurias, a partir de la conjunción de las etnias más diversas; aquéllos, en cambio, llevan siglos con una identidad étnico-cultural más bien homogénea, y es sobre todo desde la descolonización del Tercer Mundo cuando han empezado a recibir inmigrantes en masa; fenómeno agudizado debido al empuje de la globalización, y que afecta igualmente a países "nuevos ricos" como España. En cualquier caso, las consecuencias para unos y otros modelos de progresiva multiculturalización empiezan a ser cada vez más similares: creciente fragmentación sociocultural y choques interétnicos.

El libro de Giovanni Sartori, que se mueve entre la sociología y la filosofía política, tiene al menos tres virtudes: tratamiento riguroso del asunto (sin concesiones a eufemismos y estereotipos políticamente correctos), diáfano abordaje de una cuestión compleja, y exposición de algunos (por desgracia, no todos) de los principales problemas implicados. Su defensa de la sociedad abierta, su exaltación del pluralismo, nos presentan a un típico partidario del liberalismo occidental. Justamente en nombre de éste se opone a llevar el pluralismo demasiado lejos, hasta el grado por el que parecen abogar los multiculturalistas. Afirma Sartori que «el pluralismo está obligado a respetar una multiplicidad cultural con la que se encuentra. Pero no está obligado a fabricarla. Y en la medida en que el multiculturalismo actual separa, es agresivo e intolerante, en esa misma medida el multiculturalismo en cuestión es la negación misma del pluralismo.» En virtud de ello, Sartori concluirá que hay que poner serios límites a la inmigración (sobre todo la de culturas muy distintas de la occidental), habida cuenta de que hoy aquélla promueve el multiculturalismo.

No le falta razón a Sartori en muchos de sus asertos. Es muy fácil ir de progre y decir que toda cultura es igual de buena, motivo por el cual se han de respetar por igual las costumbres de los inmigrantes cualesquiera que sean sus orígenes. Pero luego no resulta igual de fácil transigir con usos tales como la poligamia o la ablación del clítoris.

El problema es entonces: ¿Hasta qué punto se ha de respetar, o cuando menos tolerar, la cultura del inmigrante con todas sus consecuencias? Asunto aún más enjundioso si se tienen en cuenta dos consideraciones: 1ª) La defensa occidental, al menos sobre el papel, de la igualdad de derechos humanos sin distinción de sexo, condición económica, religiosa, etcétera. 2ª) El valor, también típico en la civilización occidental, conferido a la conciencia individual (asunto éste al que Sartori no presta atención). No siempre, como se constata en los ejemplos citados en el párrafo previo, resulta sencillo conciliar estas dos necesidades.

El autor establece un límite básico

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